Inteligencia artificial: Una lucha en contra de la reificación

Alejandra Estrada cuestiona la influencia de la inteligencia artificial en el Derecho, sugiriendo que la automatización podría estar deshumanizando la justicia y socavando principios éticos esenciales.


El mundo ha sido testigo de la evolución de la producción manual a la mecanizada, de la capacidad del ser humano de generar electricidad y producciones en masa, de la creación de la electrónica, las tecnologías de la información y las telecomunicaciones. La aceleración cada vez mayor del desarrollo tecnológico ha conducido a la humanidad a la llamada “Cuarta Revolución Industrial”, caracterizada por una automatización total de los procesos. 

La era tecnológica, alentada en gran medida por el capitalismo desmedido, ha incursionado prácticamente en todos los aspectos de la vida humana y el Derecho no ha sido la excepción. Desde inteligencia artificial IA desarrollada para responder preguntas, revisar y detectar errores en los contratos, recopilar documentos y acelerar investigaciones jurídicas, en febrero de 2023 una corte judicial de Estados Unidos estuvo a punto de presenciar por primera vez en la historia la defensa de una persona por parte de un abogado no humano a través de una aplicación en línea y con asistencia telefónica. Estos avances implican necesariamente la adaptación de los operadores jurídicos para servirse de las virtudes que trae consigo la era exponencial en una realidad que está en constante cambio y evolución. Sin embargo, el desencanto de la tecnología aparece cuando la modernización se presenta como un proceso de racionalización que conduce a un desplazamiento progresivo del ser humano en un sistema deshumanizado. 

En contrapartida a la rapidez, la productividad y la eficiencia, las máquinas han generado un fenómeno de cosificación en las ciencias sociales. En un intento por evitar esta reificación (cosificación de las relaciones humanas), adquiere relevancia la aplicación de la filosofía en el campo legal. La naturaleza intrínseca del Derecho está ligada a cualidades esencialmente humanas como la empatía, la confianza, la sensibilidad, el criterio, la creatividad y la ética, cualidades que difícilmente —por no decir imposible— podrá arrojar un algoritmo. El reto de la abogacía en los tiempos actuales consiste en nutrir esas cualidades.

La inteligencia artificial es una herramienta al servicio de la humanidad y no viceversa. Su utilización consciente hace posible y facilita un modo de vida acorde a las necesidades de la evolución y además constituye una oportunidad para garantizar los principios democráticos de acceso a la información y transparencia.

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