Cristóbal Mariscal. La sobrerregulación: limitante al desarrollo de la industria del consumo

Con trayectoria de más de 40 años, en la que ha desempeñado puestos como director general jurídico y de relaciones institucionales de José Cuervo y director jurídico y de relaciones gubernamentales de Eli Lilly, Cristóbal Mariscal Estrada tiene una amplia visión de la regulación y los problemas legales que enfrentan sectores vitales de la economía, como el de los alimentos y las bebidas alcohólicas y no alcohólicas, o la industria farmacéutica. En esta entrevista nos ofrece sus reflexiones sobre temas polémicos como el consumo del alcohol, la comida “chatarra” o la marihuana, así como el desarrollo de las vacunas para combatir la pandemia de Covid-19, entre otras cuestiones de indiscutible actualidad.


De su ejercicio profesional en la industria de consumo me gustaría centrarme en su trayectoria en José Cuervo, donde dirigió el área legal y de relaciones gubernamentales, y donde también fue vocero. Todos sabemos el daño que provoca el consumo del alcohol, pero en nuestro país existe además un patrón de abuso y adicción. ¿Cuál es la percepción de la industria sobre este problema social y de salud pública? ¿No cree que hay una complicidad de las empresas de este sector?

Cristóbal Mariscal – Efectivamente hay que reconocer que aunque el alcohol es un producto lícito, también es un producto de riesgo y una sustancia adictiva. Y quien lo niegue no debería dedicarse a esta industria.

Por otro lado, los hábitos de consumo del mexicano son diferentes a los de los habitantes de países europeos como Francia, España o Italia, donde todos los días la comida se acompaña con vino. Y, efectivamente, el problema en México es el consumo explosivo.

A lo largo de los años que he dedicado a la industria de las bebidas alcohólicas, en las charlas que impartía cuando fui vicepresidente del Consejo Regulador del Tequila y de la Cámara Nacional de la Industria Tequilera, y presidente de la Rama de Bebidas Alcohólicas en la CANACINTRA, solía decir que el problema no era tomarse un tequila todos los días, sino tomarse los siete tequilas en un solo día. Desde la perspectiva de la industria, se buscan consumidores para toda la vida. Y el consumo explosivo —que en inglés se conoce como binge drinking— es precisamente lo que más daño le hace a la industria.

Siempre se ha satanizado al productor y se le ha querido atribuir la responsabilidad por el consumo explosivo de bebidas alcohólicas. Pero las empresas sólo son responsables de la calidad del producto, no de la cantidad que alguien bebe. Es más, hay algunos productos que, como el vino, producen beneficios para la salud si se consumen de forma moderada. Entonces, lo más importante es ser responsable en y ante el consumo.

Lo que no sucede con el tabaco, que no tiene ningún beneficio en términos de la salud…

Cristóbal Mariscal – El problema de la industria tabacalera, independientemente de la derrama económica que genera —en particular en el sector primario—, es que no hay nada que sustente un beneficio directo o indirecto por el consumo de tabaco; no hay ningún estudio que diga que la nicotina tiene algún beneficio.

¿Las prohibiciones al consumo funcionan?

Cristóbal Mariscal – Con respecto a las bebidas alcohólicas, ha habido muchas iniciativas que pretenden instrumentar esquemas prohibicionistas, como ha venido ocurriendo con el tabaco. Sin embargo, la responsabilidad radica en uno mismo, no en la disponibilidad del producto.

Además, hay que recordar que las políticas prohibicionistas, como las altas tasas impositivas, incentivan la informalidad. Somos una industria muy regulada, generamos una derrama económica importante y somos una industria lícita que debe gozar de los mismos derechos y cumplir con las obligaciones pertinentes aplicables a nuestra industria y a la industria en general.

Cristóbal Mariscal Estrada es abogado por la Escuela Libre de Derecho y posee una maestría en Derecho por la Universidad de Michigan. Desde 2017 se incorporó a la oficina en México de Arochi & Lindner como Of Counsel.

Hablando del consumo responsable, me gustaría preguntarle su opinión sobre el “nuevo” etiquetado de alimentos. ¿Funciona?

Cristóbal Mariscal – Hablamos de la Norma 051, o de los famosos “sellos”. En primer lugar, podríamos hacer un análisis histórico de jurisdicciones o países que han implementado este sistema. Por ejemplo, en Chile, en un primer momento se percibió el impacto, pero con el paso de los meses el efecto se volvió nulo. Porque la gente no va a dejar de comer papitas por el hecho de que la bolsa tenga tres o cuatro sellos.

Por otro lado, México no es un país de consumidores educados. El consumidor no lee las etiquetas, y aunque lo haga y vea que indican exceso de calorías o de azúcares, ¿qué significa eso?, ¿cuál es el exceso?, ¿el consumidor sabe cuál es la ingesta diaria recomendada?

Creo que lo único que sucedió es que se ensució el etiquetado frontal, la superficie principal de exhibición del producto, que es lo mismo que quieren hacer con las bebidas alcohólicas, por medio de la Norma 142.

¿Por qué la industria se opone al etiquetado?

Cristóbal Mariscal – Porque en la superficie principal de exhibición está la marca, que es el principal activo de las empresas de consumo —junto con el crédito mercantil que genera a través de la comercialización de la misma—. Aunque sí hubo empresas que impulsaron iniciativas para reformular sus productos con miras a mantener su superficie principal de exhibición sin sellos negros.

La cuestión del etiquetado se podría solucionar a través de un código QR que se pueda consultar con un teléfono inteligente. Ahí es posible agregar toda la información necesaria, en particular la sanitaria, incluidos los ingredientes del producto, su aporte calórico…, sin imponer obligaciones adicionales que conlleven mayores costos administrativos y de producción, y que, además, como ya decía, no funcionan porque no tenemos consumidores educados.

Se estima que el mercado informal de bebidas alcohólicas asciende a 17.3 millones de cajas de nueve litros, con un valor estimado de 27,000 millones de pesos y una pérdida fiscal de 8,500 millones.

Cristóbal Mariscal

Entonces, ¿la decisión de consumir cualquier tipo de productos, incluso comida “chatarra”, debe recaer en cada quien?

Cristóbal Mariscal – Absolutamente. Son las garantías constitucionales que tenemos, desde decidir por quién votamos hasta qué compramos y qué comemos.

Pero hay que tener cuidado con lo que dices: no debemos hablar de productos “chatarra”. Se trata de un término que se ha utilizado en forma despectiva para descalificar un producto; sin embargo, eso que llamamos “chatarra” ha sido elaborado de acuerdo con buenas prácticas de manufactura, estrictos controles de calidad, en su mayoría por empresas serias y socialmente responsables, a lo largo de muchos años, con una gran inversión en instalaciones de producción y capital humano calificado.

Chatarra es algo que no sirve; sin embargo, estos productos tienen un aporte calórico que representa una porción —o bien excede— de la ingesta diaria que requerimos o algunos componentes nutricionales, pero no son chatarra.

Cambiando un poco de giro, me gustaría preguntarle sobre la declaratoria de inconstitucionalidad que hizo la Corte a mediados del año pasado sobre dos artículos de la Ley General de Salud para permitir el uso recreativo de la marihuana. Parece que sólo es cuestión de tiempo para que se legalice la producción y la distribución…

Cristóbal Mariscal – En este tema, en México vamos muy atrasados en relación con otros países como Uruguay, Canadá o Estados Unidos.

Hay quienes afirman que es peor un cigarro que un “churro” y que un “caballito” de tequila es peor que un cigarro de marihuana. Pero también hay que recordar que el cannabis tiene dos componentes: uno psicoactivo, que es el tetrahidrocannabinol, y el cannabidiol, que tiene diferentes aplicaciones: para el tratamiento del dolor, para conciliar el sueño, como suplemento alimenticio… Entonces no necesariamente va a haber productos psicoactivos en el mercado. Esos están limitados y seguirán estando limitados para el autoconsumo y el uso lúdico. Pero todos los demás conllevan una derrama económica importante en el sector primario del cultivo, en el sector secundario de la producción y en el sector terciario del consumo, además de la recaudación que el gobierno podría obtener de esta industria, la cual podría ascender a montos importantes.

¿Se puede legalizar de la noche a la mañana una industria que hoy está en poder de la delincuencia organizada?

Cristóbal Mariscal – Hay que solucionarlo en forma integral. Es el problema que se ha venido discutiendo. Por ejemplo, ¿quién va a cuidar las plantaciones que legítimamente se estén cultivando?, ¿quién va a dar los permisos y las autorizaciones necesarios en cada etapa del proceso?, ¿va a haber corredores agrícolas de cannabis?, ¿qué facultades va a tener el Instituto de la Cannabis que supuestamente se va a crear?, ¿cómo van a participar las diferentes autoridades? Por eso mencionaba que estamos muy atrasados en este tema.

Me gustaría abordar el tema del manejo de la pandemia de Covid-19 y de la vacunación en nuestro país. ¿Qué evaluación haría?

Cristóbal Mariscal – Primero abordaría el tema de la salud. El artículo 4º constitucional establece el derecho a la salud de todos los mexicanos. A mí me parece que este gobierno ha fallado en muchos aspectos en temas sanitarios, como el abasto de medicamentos de diversa naturaleza —particularmente los oncológicos— y la desaparición del Seguro Popular, al que muchísima gente tenía acceso y que era la única alternativa que tenía para ser atendida de alguna enfermedad.

Por otro lado, en relación con la pandemia, el gobierno quiso tener el control absoluto de las vacunas, y aunque es cierto que a nivel mundial todos los gobiernos se encargaron de adquirir las vacunas, en muchos países la distribución y su aplicación fueron abiertas: se podía acudir a cualquier clínica, farmacia u hospital para recibir la vacuna, independientemente de cuál fuera. Aquí no, lo cual me parece que fue un gran error.

No abrir la vacunación a menores me parece otro desacierto. Los mayores focos de infección son las escuelas, y con el regreso a clases de forma presencial los niños son quienes tienen mayor vida social y, por ende, mayor exposición al contagio.

Finalmente, me parece que fue un error insistir en utilizar vacunas no reconocidas por nuestros principales socios comerciales. Por ejemplo, el certificado de vacunación de una persona con Sputnik no es reconocido como válido en Estados Unidos ni en algunos países de Europa.

Creo que muchos fallecimientos que han ocurrido en México debido al Covid-19 se han debido a la centralización y al control de la vacunación como un mecanismo o como herramienta política, algo total y absolutamente inadmisible. Y las autoridades sanitarias de este país deberían ser sometidas a algún tipo de responsabilidad por eso.

Muchos fallecimientos que han ocurrido en México debido al Covid-19 se han debido a la centralización y al control de la vacunación como un mecanismo o como herramienta política, algo total y absolutamente inadmisible.

También se habló de la liberación de las patentes. ¿Cuál es su posición al respecto?

Cristóbal Mariscal – En principio, no estoy de acuerdo en ningún tipo de expropiación o, en última instancia, en ninguna cancelación de la propiedad intelectual de las empresas, particularmente de las patentes. Sí, existe la figura de utilidad pública en casos de emergencia, lo entiendo, y por eso las empresas vendieron al costo las vacunas a los gobiernos. Pero detrás de éstas hay grandes inversiones. Para llegar al mercado se deben cumplir muchas fases, de acuerdo con la regulación de cada país, y en números redondos quedan dos o tres años para recuperar la inversión realizada en la investigación de la molécula y en el desarrollo del producto. Por eso las farmacéuticas buscan nuevas aplicaciones para las moléculas, para ir extendiendo la vida de las patentes.

Finalmente, me gustaría preguntarle sobre el balance que hace de su experiencia como abogado corporativo.

Cristóbal Mariscal – Ha sido muy satisfactoria. He sido abogado interno de diferentes empresas en diversos sectores productivos y también, al principio de mi carrera profesional, fui asesor externo de ellas. Como asesor, eres una especie de médico especialista; probablemente veas la gestación, probablemente el alumbramiento o la enfermedad y, en algunos casos, la muerte.

Pero como abogado interno vives todo el proceso, de principio a fin. Debes entender qué hace la empresa, familiarizarte con ella y con sus productos. En una época trabajé en la industria del papel y tuve que entender la diferencia entre las fibras cortas y las fibras largas, porque no es lo mismo hacer papel higiénico que papel para impresión y escritura; uno lo puedes hacer con el bagazo de la caña de azúcar, pero el otro necesariamente lo tienes que hacer con productos forestales, por la resistencia. Entonces, tienes que conocer todos los procesos de elaboración de los productos.

Para mí siempre ha sido enriquecedor estar en una empresa, porque se adquieren conocimientos para ser un mejor abogado y servir mejor a la empresa.

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