Este mes, el ministro Arturo Zaldívar terminará su mandato como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Después de cuatro años al frente de este organismo, en su última conferencia de prensa, el pasado 16 de noviembre el ministro presidente sostuvo que entrega “un Poder Judicial independiente, renovado y autónomo, como se demuestra en las sentencias que emiten jueces y juezas, magistrados y magistradas, y esta Corte, todos los días”.
Sin embargo, el clima político ha sido sumamente controversial durante este último semestre del año. Luego de ver un “desenlace” en el caso Ayotzinapa, hemos sido testigos de una serie de fenómenos y acciones que no han sido menores: el debate y las resoluciones en torno de la prisión preventiva oficiosa, la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional y su ampliación a 2028, el hackeo a esta institución, la “exposición” o “señalamiento” público de los “enemigos” de la Cuarta Transformación y, de manera muy reciente, la propuesta de reforma electoral y los pronunciamientos que han manifestado diversas instituciones, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Y eso sólo en estos últimos meses…
Lejos de emitir una opinión o una evaluación con respecto al desempeño que ha tenido la Corte y, en este caso, su presidente durante los últimos años, sobre todo en los casos mencionados, la transición en este cargo resultará esencial de cara a la contienda presidencial de 2024 y lo que esta contienda supone o ha supuesto tanto para la sociedad mexicana como para el Ejecutivo en turno. El pasado 17 de noviembre, durante la mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador habló de las características que deberá tener el próximo presidente de la Corte: “Quiero que sea una persona honesta. Que aplique el Estado de Derecho con dimensión social y que tome siempre en consideración el interés público. Y que no haya violación de derechos humanos”. En este sentido —a la luz de las dinámicas que se han observado— será fundamental corroborar, por una parte, cómo se gestionará el vínculo entre los poderes (¿habrá cercanía entre ellos?) y, por otra, de qué manera asumirá el nuevo presidente de la Corte su función como líder y contrapeso en un contexto tan polémico como el que estamos viviendo. ¿Veremos un fortalecimiento de la autonomía y la independencia en el seno de este organismo?
Por otro lado, cabe destacar (y celebrar, ¿por qué no?) que existe la posibilidad de que México cuente con una mujer al frente de la SCJN por primera vez en su historia. Si bien la ministra Loretta Ortiz Ahlf ya dijo que no participará en la contienda, la ministra Norma Piña ha sido la única que, de manera mediática, ha manifestado su interés por presidir este organismo con “mayor transparencia y rendición de cuentas”, como lo sostuvo en la entrevista que publicó El País el pasado 11 de noviembre. Sea elegida o no para asumir el cargo, lo cierto es que se han abierto puertas importantes para que las mujeres asuman cargos de gran relevancia, como ocurrió el año pasado en el caso de la primera y y la segunda salas de la SCJN, hoy presididas por las ministras Margarita Ríos Farjat y Yasmín Esquivel Mossa, quienes figuraron en la primera edición de esta revista (marzo de 2021), compartiéndonos la importancia de abrir espacios políticos a las mujeres, la necesidad de la representación y la manera en que ellas pueden incidir tanto en la reflexión como en la toma de decisiones. ¿Seremos testigos de un hito histórico en este organismo?
Hasta el momento, figuran siete nombres de posibles candidatos para asumir la presidencia de la SCJN a partir de enero de 2023, personajes cuya actividad ha sido notoria en los diversos ámbitos en los que se han desempeñado: Alberto Pérez Dayán, Alfredo Gutiérrez Ortiz, Javier Laynez Potisek, Juan Luis González Alcántara, Margarita Ríos Farjat, Norma Lucía Piña Hernández y Yasmín Esquivel Mossa. De lo que no hay duda, sin embargo, es de que la o el nuevo presidente de la Corte asumirá el cargo en medio de una crisis política y de un preocupante clima de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, en medio de un panorama electoral presidencial en ciernes y de la retórica de la Cuarta Transformación, en medio de una dinámica en la que —como sostuvo Graciela Rodríguez en entrevista— se produce el contundente fortalecimiento del poder militar en el país y el intento por debilitar a ciertas instituciones de la democracia (como el Instituto Nacional Electoral), y en medio de un esquema en el que la Corte ha guardado –para muchos– un aparente silencio o una evidente distancia con respecto a diversos fenómenos que aquejan a la nación.
En este contexto, ¿quién asumirá la presidencia de la SCJN?
De cara al cambio de presidencia en la SCJN, Luisa Conesa destacó puntos importantes sobre la selección de las y los ministros Corte: «[…] respecto de las ternas, pienso que es más acertado tener a un solo candidato como en Estados Unidos: el presidente se juega todo su capital político en un solo ministro. En cambio, una terna termina diluyéndose en un favorito y otros que simplemente lo acompañan; esto se puede descomponer si no queda el favorito.» Lee su entrevista completa:
