Jared Genser: Responsabilidad de proteger

La defensa de los derechos humanos y la liberación de presos políticos alrededor del globo han llevado a Jared Genser a trabajar, como abogado y defensor de derechos humanos, con reconocidas personalidades en el mundo, entre las que destacan los Premio Nobel de la Paz: Desmond Tutu, Liu Xiaobo y Elie Wiesel. Derechos humanos, deber de responsabilidad, detenciones arbitrarias, neuroderecho, Irán y Julian Assange fueron algunos de los temas que se abordan en esta entrevista.


Primero que nada, nos gustaría que nos hablaras un poco de ti. ¿Quién es Jared Genser?

Jared Genser – Soy un abogado internacional de derechos humanos en Washington. Me conocen por mi trabajo de liberación de presos políticos alrededor del mundo. Eso es algo que he hecho a lo largo de mi carrera, exclusivamente pro bono. También soy director general de una firma de interés público, Perseus Strategies, la cual trabaja en una gran variedad de proyectos con diversos clientes, casi todos en el campo de los derechos humanos. He publicado extensivamente acerca de mi trabajo. Publiqué tres libros sobre derechos humanos y estoy trabajando en el cuarto. También he publicado más de 130 artículos en periódicos alrededor del mundo y he realizado poco más de 15 entrevistas. Más allá de eso, doy clases en escuelas de Derecho: he impartido seminarios en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en la Escuela de Derecho de la Universidad de Michigan y, de forma reciente, en el Centro de Derecho de la Universidad de Georgetown. 

Como abogado, has tenido una gran variedad de clientes muy interesantes.  ¿Cuál ha sido el caso más difícil que has tenido y por qué?

Jared Genser – El caso más difícil fue defender al Premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo. Comencé a representarlo seis meses antes de que fuera galardonado y fui parte de un grupo de personas que, a nivel global, hicieron campaña para que él ganara. De hecho, fui quien, luego de haber ganado el premio, estuvo hablando con el Comité Noruego del Nobel y quien coordinó la llamada telefónica entre la esposa de Liu Xiaobo y Thorbjørn Jagland, el presidente del Comité Noruego del Nobel, para felicitarla a ella y a su esposo por haber recibido el Premio Nobel. En ese momento Liu Xiaobo ya estaba en prisión con una sentencia de 11 años por cargos de subversión. Supe inmediatamente que, tras haber sido seleccionado, sacarlo de prisión iba a ser muy difícil. Sabíamos que las cosas serían muy duras para su esposa también. Estábamos limitados por el poder de nuestra imaginación, porque Liu Xiaobo y su esposa pasaron casi siete años en un arresto domiciliario ilegal, privados casi completamente de cualquier contacto con el mundo exterior, especialmente en los primeros cuatro o cinco años de su detención. Abogué por su liberación durante muchos años. Al final, Liu Xiaobo falleció de cáncer de hígado en un hospital chino, todavía en prisión. Sin lugar a dudas ese fue el caso más difícil y, obviamente, el más desgarrador también. Cuando murió, fue uno de los peores días en mi carrera. Sabíamos que eso ocurriría, pero de todas maneras fue devastador. Haber trabajado años y años para sacarlo… Fue más que terrible no haber tenido éxito.

Entrevista | Jared Genser: el abogado de Liu Xiaobo

Otros de tus clientes también fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz, como Desmond Tutu y Elie Wiesel. ¿Crees que los abogados deberían contribuir a la paz?

Jared Genser – ¡Sí! Es decir, he sido muy bendecido en mi carrera por haber tenido la oportunidad de trabajar para clientes extraordinarios. Sin lugar a dudas, hay mucho que los abogados pueden hacer para mejorar al mundo. Muy pocos abogados aprovechan esa oportunidad. 

Si uno es suficientemente privilegiado por ser abogado, por tener educación y práctica, debe dedicar un porcentaje de su tiempo al trabajo pro bono, trabajo sin paga para clientes que necesitan ayuda y apoyo de manera desesperada. En cualquiera de los campos en que se desempeñen, los abogados pueden tener un gran impacto positivo en sus comunidades. Por supuesto, los alentaría a que lo hagan.

Eres autor del libro The Responsibility to Protect. ¿En qué medida has argumentado tus casos con ese principio? ¿Funciona en la práctica?

Jared Genser – La responsabilidad de proteger es una doctrina de las Naciones Unidas que fue adoptada en 2005 durante la Cumbre Global de Naciones Unidas. Esta doctrina establece que todos los países tienen la obligación de prevenir y responder a crímenes atroces masivos cometidos dentro de sus fronteras y se basa en las obligaciones internacionales de derechos humanos existentes que son vinculantes para los Estados que han firmado y ratificado los diferentes tratados internacionales. Esto incluye la Convención de Genocidio, la Convención de Ginebra, el Estatuto de Roma que creó la Corte Penal Internacional y el Pacto Internacional en Derechos Civiles y Políticos.

La doctrina fue adoptada a raíz de los fracasos de Naciones Unidas en la década de 1990 para prevenir el genocidio en Ruanda y en Srebrenica.1 El grito “nunca más”, que emanó del Holocausto y de la Segunda Guerra Mundial, aún no ha sido satisfecho. En nuestra región, la Organización de Estados Americanos y las Naciones Unidas han fallado extraordinariamente en prevenir la comisión de delitos de lesa humanidad; en Venezuela, por ejemplo. Y eso es una mancha en nuestra conciencia colectiva. Allí subyace una gran brecha entre el compromiso de los Estados por detener crímenes atroces en masa y la implementación del principio en la práctica.

Pero la esperanza brota eternamente. Debemos continuar luchando por los derechos humanos. Y, a pesar de los retos, debemos continuar trabajando por un día en el que ninguna persona sea víctima de estas atrocidades masivas.

De acuerdo con tu experiencia, ¿cuáles son los riesgos de trabajar en casos de detenciones arbitrarias?

Jared Genser – He trabajado casos de prisioneros políticos. He logrado asegurar la liberación de cerca de 350 personas a lo largo de mi carrera. Cada vez que puedo, trato de ir a los países de los clientes a quienes represento. Trabajo en conjunto con abogados locales, quienes, en esos contextos, enfrentan amenazas regularmente, intimidación y acoso, por parte de dictadores. Hay ciertos países a los que jamás podría ir por temor a ser detenido. Por ejemplo, he representado a dos rehenes estadounidenses en Irán. Pero, ¿cómo podría ir a Irán? He ido a otros países de los que me han deportado inmediatamente. Fueron los casos en que fui a Birmania, a las Maldivas y a Camboya, para observar el juicio de una de mis clientes y compañera en la escuela de Derecho, Theary Seng: una prominente abogada y defensora de derechos humanos en Camboya. Mientras estaba allí, luego de hablar en una conferencia de prensa, fui atacado por los medios del gobierno que decían que estaba tratando de coaccionar ilegalmente al Poder Judicial. Me preocupó que me detuvieran antes de irme. Afortunadamente pude dejar el país, pero semanas después fui vetado de por vida para viajar a Camboya.

La neurotecnología es tecnología que te permite leer e interpretar lo que está en el cerebro humano e, incluso, escribir en el cerebro humano información de varios tipos.

Jared Genser

Esto es lo que pasa cuando trabajas en este tipo de casos políticos. Mi objetivo no es convertirme en cliente, así que cuido a dónde voy. Sólo fui a Camboya porque el dictador de ese país, el primer ministro Hun Sen, no tenía antecedentes de aprisionamiento de defensores de derechos humanos extranjeros. Usualmente él los deporta o bloquea su entrada. Por eso me sentí seguro de ir allí. Pero siempre hay riesgos en este trabajo.

Eres el fundador de Freedom Now, una organización no gubernamental, y has  ayudado a muchos prisioneros en el mundo para que vean su libertad. ¿Cuál es tu visión sobre el Derecho penal y el punitivismo?

Jared Genser – Si observas los fundamentos teóricos del Derecho penal, del castigo criminal, éste funciona en diversas capacidades. Tres, en particular. La primera es punitiva, castigar a una persona por haber hecho algo incorrecto. La segunda está orientada a la prevención, a crear una sensación de disuasión para que otros no cometan crímenes similares. La tercera estriba en la rehabilitación, lo cual implica preparar a una persona para que se reintegre a la comunidad. Pienso que, en la justicia penal en el siglo XXI, desafortunadamente el castigo penal está más enfocado en castigar a una persona por lo que ha hecho mal con muy poca atención y enfoque en su rehabilitación. Cuando se trata del trabajo de mis clientes, quienes han sido prisioneros políticos en todo el mundo, están siendo sometidos a castigos penales: se les imputan delitos que literalmente no cometieron o son juzgados con leyes de seguridad nacional que son ilegales en materia de Derecho internacional. 

¿Qué son los neuroderechos y por qué deben importarle a los abogados del Estado?

Jared Genser – En años recientes fundé otra organización sin fines de lucro: The Neuro Rights Foundation. Nuestro enfoque se basa en promover la innovación en el campo de la neurotecnología y defender contra el potencial mal uso o abuso de esta tecnología. El mundo está en la cúspide de una revolución neurotecnológica que, incluso, va a transformar lo que significa ser humano. La neurotecnología es tecnología que te permite leer e interpretar lo que está en el cerebro humano e, incluso, escribir en el cerebro humano información de varios tipos.

En este momento la tecnología es básica. Hay tecnología que, por ejemplo, puede ayudar a determinar si estás en un estado meditativo, monitorear tu sueño o ayudarte con tu concentración. Pero la tecnología será mucho más avanzada. El año pasado, por ejemplo, en un laboratorio, a una persona que estaba paralizada, sin poder hablar, se le colocó una interfaz computacional implantable: a través de una cirugía se implantó un chip dentro de su cerebro que permitía una lectura de sus pensamientos, capaz de comunicar 18 palabras por minuto con 94 por ciento de precisión. Esta clase de tecnología de lectura mental ya no es ciencia ficción. Es ciencia. Obviamente nadie va a querer que taladren una ley en su cerebro a través de un chip.

Se espera que esta clase de tecnología esté disponible en los próximos cinco o siete años. Cuando esté disponible, podremos ver cosas extraordinariamente positivas. Pero esta clase de tecnología también puede ser mal usada o abusada. Entonces, por ejemplo, este chip podría ser colocado en la cabeza de disidentes políticos que están siendo interrogados por el gobierno, tratando de obtener información…

El enfoque de The Neuro Rights Foundation consiste en desarrollar los marcos legales y éticos necesarios para tratar de mitigar los riesgos asociados con esta tecnología. Hay muchos neuroderechos que se nos han ocurrido. Probablemente, el más importante de éstos es el derecho a la privacidad mental o el derecho a la libertad de pensamiento y conciencia, derechos que se califican como violados si se produce una interferencia arbitraria en los pensamientos de la persona o en su conciencia.

Lo que tenemos que hacer es extender la interpretación de estos derechos humanos a otros neuroderechos. Por ejemplo, debe haber un nuevo derecho a la privacidad mental construida en interacciones existentes y estándares de derechos humanos que prohíban hacer cualquier cosa en términos de monitoreo cerebral sin el consentimiento informado de una persona.

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¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Desmond Tutu? ¿Cómo llegaste con él?

Jared Genser – Desmond Tutu fue un mentor para mí y realmente fui bendecido (esa sería la palabra correcta) por conocerlo. Trabajé con él, por primera vez, en 2005, al lado del ex presidente de la República Checa, Václav Havel, en la elaboración de un reporte que ellos me encargaron en torno a la situación en Myanmar, Birmania. El reporte recomendaba poner a este país bajo la agenda del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Eventualmente tuvimos éxito. 

Hay mucho más que decir al respecto, pero ellos se convirtieron en fundadores honorarios de la organización no gubernamental que fundé, Freedom Now, de la que ya platicamos. Luego tuve la oportunidad de trabajar con él en muchos casos individuales, donde aprendí mucho. Para mí, siempre fue accesible; siempre que le pedía ayuda con algo, accedía. Siempre estuvo disponible en su correo electrónico. Lo encontré en persona innumerables veces. Pero tener a alguien como él en la trinchera y que apoye el trabajo que uno realiza es invaluable, porque su estatura y su prominencia en el ámbito de los derechos humanos a nivel internacional era incomparable. Pienso que su muerte fue una pérdida devastadora para el mundo precisamente por eso. Pero también fue una pérdida personal para mí —como podrás imaginarte—, porque él había sido increíblemente generoso con su tiempo y con el esfuerzo de ayudar en la clase de proyectos en los que trabajamos juntos.

¿Cuál es tu valoración de los derechos humanos en el mundo que ahora vivimos?

Jared Genser – Creo que estamos viviendo tiempos muy desafiantes. El siglo XXI es muy diferente al siglo XX en ese sentido. A pesar del compromiso de algunos Estados para proteger y promover los derechos humanos, ha habido una gran brecha en ese compromiso. Pienso que el XX fue el siglo en el que codificamos lo que son los derechos humanos y lo que significan; en el siglo XXI nuestro desafío es cerrar esa brecha entre la codificación y su implementación en la práctica.

¿Qué es lo que los abogados deberían estar haciendo? ¿Cómo cerrar esa brecha?

Jared Genser – Creo que hay mucho que los abogados pueden hacer para promover los derechos humanos, asegurándose de que la gente entienda cuáles son sus derechos. Pienso que la concientización de la educación pública es importante. También creo que ayudar en casos individuales y la reivindicación de los derechos humanos de las personas cuando éstos son violados también es muy importante.

Tenemos un poco de curiosidad acerca de tu historia. ¿Cómo adquiriste interés por los derechos humanos? ¿Siempre tuviste claridad acerca de que a eso querías dedicar tu vida?

Jared Genser – ¡Sí! Mis padres estuvieron en el servicio público. Mi papá trabajó como médico durante 30 años para el Servicio Público de Salud de Estados Unidos. Y mi madre es una trabajadora social clínica. En cierta forma sabía que terminaría en alguna clase de servicio público. Después estudié políticas públicas en la escuela de gobierno de Harvard. 

En el otoño de 1997, el entonces presidente de China, Jiang Zemin, iba a ir al campus a dar una conferencia. En sí, eso no me molestó. Pero lo que aprendí en Harvard iba a desenrollar la alfombra roja… Cuando él fue, ninguna persona que protestara podía estar en el campus. Y nadie le hizo preguntas. ¡Eso sí me molestó! Como estudiante de Harvard, mi visión era que él debía ser sometido al mismo trato que cualquier otro conferencista que venía al campus: presentar, responder preguntas e involucrarse con la comunidad. Por eso me involucré en la organización de protestas en contra de su visita, donde conocí a disidentes chinos extraordinarios que estudiaban en Harvard. Uno de ellos, por ejemplo, Lobsang Sangay, fue el primer estudiante en obtener su grado en Derecho y en estudios jesuitas; luego se convirtió en el primer ministro en el exilio del Tíbet. Otro fue un prominente disidente chino, John Lee, quien estuvo en la Plaza de Tiananmén en 1989 y testificó ante el Congreso de Estados Unidos acerca de lo que vio.

Nos convertimos en la protesta más grande en Harvard desde la guerra de Vietnam: se sumaron más de 5,000 estudiantes y miembros de la comunidad. Y cuando todo había terminado, le preguntaron a John Sullivan, bajo la presión de los estudiantes, qué tenía que decirnos. Sonriente, respondió: “Hablen más fuerte”. Me gusta decir —a veces a manera de chiste— que fue él quien me inspiró a convertirme en un abogado de derechos humanos. Pero es algo serio, porque cuando eso terminó, me pregunté qué impacto habría tenido eso en China. Y por supuesto, mi conclusión fue que ninguno. Las cámaras de televisión apuntaban en otra dirección y las cámaras de vigilancia son administradas por el Estado.

Esta es la razón por la que decidí ir a la Escuela de Derecho, para convertirme en un abogado de derechos humanos y tratar de ayudar a aquellas personas que enfrentan esta clase de desafíos en términos reales, en países como China u otros en todo el mundo.

Recientemente escribiste una columna para The Wall Street Journal en la que hablaste de la detención de Brittney Griner. Propusiste un nuevo acuerdo, basado en el principio de la defensa colectiva, para que los países abordaran la toma de rehenes. ¿Podrías hablarnos de esta propuesta?

Jared Genser – A lo largo de mi carrera he tenido cerca de 10 casos que involucraron a estadounidenses detenidos en el extranjero. Como abogado de derechos humanos estadounidense, esos casos vienen a mí de una forma muy natural. 

Aun cuando se piense que Brittney Griner es una rehén, también erró al llevar consigo aceite de cannabis a través de una frontera internacional. En ese sentido, yo no tomaría su caso. Las personas a quienes he representado eran inocentes de cualquier cargo en su contra.

Pero poniendo ese tema de lado, la manera en que Estados Unidos ha manejado este tipo de casos ha sido defectuosa. El acercamiento político del país ha sido sistemáticamente inconsistente. Decimos que no negociamos con terroristas, excepto cuando negociamos con terroristas. Decimos que no vamos a pagar rescates, excepto cuando los pagamos. Y, por si eso no fuera suficiente, si el país en cuestión tiene múltiples estadounidenses detenidos, negociamos por la liberación de cada uno, individualmente, en lugar de hacerlo de forma colectiva, lo que conlleva circunstancias terribles en las que uno o más rehenes estadounidenses son abandonados. Si se hace un trato por uno de ellos, el precio por los demás se eleva.

Resulta que muchos países están tomando rehenes en todo el mundo. Irán, por ejemplo, es una prisión; tienen una empresa de toma de rehenes redituable que les permite contactar al país con el que quieran negociar. Si los estadounidenses no quieren negociar, buscan a los británicos, y si éstos tampoco quieren hacerlo, buscan a los franceses, etcétera. Para terminar esta práctica hay que ir al corazón de los Estados que se dedican a eso. Si el costo sobrepasara los beneficios entonces los países dejarían de tomar rehenes. Esta es la razón por la que he propuesto un acuerdo multilateral que pueda funcionar en países afines en todo el mundo: 60 o 70 países que puedan decir que el ataque hacia uno es un ataque hacia todos, usando un enfoque estrecho de autodefensa. No podemos obligar a ningún Estado a que se someta a un acuerdo multilateral; pero lo que se puede hacer es, digamos, si un rehén es tomado en uno de estos países y luego ese país pide ayuda, entonces todos los países que son parte de este acuerdo pueden voltear a ver la situación y la decisión que tomarán. En la propuesta del acuerdo que publiqué hay más de 30 opciones que un país podría tener de forma individual o colectiva. La posibilidad de que haya una respuesta colectiva con una acción más severa constituye una importante disuasión. 

Lo que tenemos que hacer es extender la interpretación de estos derechos humanos a otros neuroderechos. Por ejemplo, debe haber un nuevo derecho a la privacidad mental construida en interacciones existentes y estándares de derechos humanos que prohíban hacer cualquier cosa en términos de monitoreo cerebral sin el consentimiento informado de una persona.

Jared Genser

Irán ha tenido mucha atención. Ha sido sumamente interesante observar los cambios en las políticas internacionales de las últimas tres administraciones en Estados Unidos (Obama, Trump y Biden). ¿Ha habido dificultades en los casos por la forma en que han cambiado las políticas internacionales?

Jared Genser – Las tres administraciones han condenado la toma de rehenes estadounidenses por Irán. Si fueras a preguntarle a la familia Namazi, a quienes representé y cuyo hijo, Bahar, fue tomado como prisionero en 2015, ellos te dirían que, hasta muy recientemente, no hubo cambios en los acercamientos de estas administraciones.La administración Trump habló de una máxima presión, pero no impuso ninguna consecuencia específica en la toma de rehenes de Irán.

La administración de Obama abandonó a Siamak Namazi en enero del 2016 —lograron liberar a otros rehenes estadounidenses pero, inexplicablemente, a Siamak Namazi no—, y luego el secretario de Estado, John Kerry, le dijo a la familia Namazi que no se preocupara, que el ministro de Relaciones Exteriores de Irán había dicho que lo liberarían en las semanas subsecuentes. Lo que sucedió fue que Estados Unidos descongeló cerca de 100 billones de dólares en activos iraníes, y en lugar de que liberaran a Siamak Namazi seis semanas después, capturaron a su padre en febrero de ese mismo año. La administración Trump liberó a muchos estadounidenses de Irán, pero también abandonó a los Namazi. 

Durante la administración de Biden hemos estado presionando para que se tomen acciones. Y recientemente sólo logramos liberar a Baquer Namazi. Fue grandioso, pero no debió haber sido tan difícil ni tomado tanto tiempo (de cinco a seis años). Siamak ha estado más de siete años en la prisión de Evin, en Teherán, y sigue allí. 

En muchos casos —lamentablemente para los rehenes—, el enfoque del gobierno de Estados Unidos nunca ha sido sobre los rehenes, sino sobre los programas nucleares, las pruebas de misiles, el financiamiento al terrorismo en el mundo.

¿Qué opinión te merece el caso de Julian Assange?

Jared Genser – Creo que el fondo del asunto es que si uno viola la ley, no debería sorprenderle que se le haga responsable por ello. Hay algunas cosas que Julian Assange ha hecho a las que no le tengo mucha simpatía; por ejemplo, lo que respecta a los cables estadounidenses entre el gobierno y varias embajadas en todo el mundo. Originalmente, el acuerdo que él había hecho con varias revistas y periódicos fue que los nombres sensibles serían eliminados de esos cables. 

Desde mi perspectiva, se tiene que regir por un principio de no hacer daño cuando se trata de esta clase de asuntos. El hecho de que no haya cumplido ese compromiso y haya publicado todo con base en su frustración porque nada estaba sucediendo, terminó en que muchas personas que yo conozco fueran detenidas, intimidadas y acosadas por varios regímenes autoritarios de todo el mundo. 

No tengo problema con los informantes (whistleblowers) que obtienen información y la publican. Pero si eso se hará, debe hacerse de manera que no dañe a otras personas. Pienso que eso fue gravemente irresponsable de su parte. 

Algunas personas han dicho que en las embajadas de Ecuador y Londres era un prisionero político. Su decisión de permanecer allí no fue, desde mi perspectiva, una detención de ningún tipo, porque él bien pudo haberse ido en cualquier momento. Y, no obstante, el Grupo de Trabajo de Detención Arbitraria de la Organización de las Naciones Unidas dijo que, en efecto, estaba detenido arbitrariamente. Esta es una de varias decisiones que se tomaron con las que estoy en desacuerdo. 

Es posible que haya habido diversos momentos en el tiempo en los que Julian Assange fue arbitrariamente detenido, pero no creo que eso aplique al tiempo en que se metió voluntariamente en la embajada de Ecuador. Si Assange es extraditado a Estados Unidos enfrentará un juicio. Hay mucha gente que cree que él ha estado siendo sometido a varias y profundas injusticias. Hay, sin duda, algunos elementos problemáticos en su caso en áreas preocupantes. Pero, como abogado de derechos humanos, no pienso que deba ser protegida de persecución criminal una persona que se involucra en actos de desobediencia civil y que facilita el robo de incontables documentos del gobierno de Estados Unidos. Si en el mismo sentido eres una persona que bloquea las calles para protestar en contra de las acciones gubernamentales, entonces vas a ser arrestado por eso. Y puedes pararte ante la Corte y  hacer tu defensa y decir que lo que hiciste fue justificado y aquí está el por qué, y el jurado determinará si quiere nulificar y decir que excusará dicho crimen o no. No creo que el gobierno de Estados Unidos esté siendo injusto por querer hacerlo responsable de sus acciones. Cualquier gobierno en el mundo haría exactamente lo mismo.

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Finalmente, si tuvieras la oportunidad de dirigirte a líderes mundiales, a presidentes, a estudiantes, ¿cuál sería tu llamado para un pacífico 2023?

Jared Genser – Espero que 2023 sea nuestro año. Todavía tenemos un poco de tiempo para este 2022, pero espero que el próximo año sea un año de pocas palabras y más acciones. Tenemos estas extraordinarias protecciones de derechos humanos y tratados internacionales que han sido firmados y ratificados en muchos países en el mundo. Y, sin embargo, nos seguimos quedando cortos en nuestras obligaciones. Mi esperanza para 2023 es que el mundo finalmente sea uno y reconozca nuestra humanidad común a través de todas las diferencias que tenemos. Y esperaría que todas las personas se traten mutuamente con la compasión y la dignidad que cualquier ser humano se merece.

Notas:
  1. Ciudad en Bosnia y Herzegovina. Se refiere al genocidio de la ex Yugoslavia.[]

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