Anatomía de una caída: la verdad oculta y la ficción creíble

Por Anatomía de una caída Justin Triet y Arthur Harari obtuvieron el Oscar al mejor guión original en la edición 2024 y la Palma de Oro en Cannes. Jaime Vázquez nos acerca a este largometraje en el que el espectador hace las veces de juez sobre lo que acontece en la narración.


En los Alpes franceses, cerca de Grenoble, en una casa a las afueras del centro urbano, viven Samuel, profesor y escritor; su esposa Sandra, novelista de éxito, y Daniel, hijo de ambos que padece deficiencias visuales.

Una mañana, una estudiante visita a Sandra para hacerle una entrevista. Su tema: el peso de la realidad en la escritura de ficción. En lo alto de la casa trabaja Samuel. Daniel sale al campo nevado a pasear con su perro. La estridencia de la música que escucha Samuel complica la conversación entre Sandra y la estudiante. La joven se despide y parte en su automóvil; Sandra y Samuel se quedan solos en casa. 

Cuando Daniel y su perro regresan del paseo, el cuerpo de Samuel los espera en la entrada de la casa: una mancha de sangre se esparce sobre la nieve.

Con estos elementos la actriz, guionista y directora francesa Justine Triet (Fécamp, 1978) realiza Anatomía de una caída (2023), después de La batalla de Solferino (2013), Victoria (2016) y El reflejo de Sibyl (2019).

La muerte de Samuel, su caída desde lo alto de la casa, puede ser un accidente, un suicidio o un asesinato. Los ingredientes están puestos sobre el paisaje nevado, en la soledad de los Alpes franceses, para realizar una anatomía de los hechos.

En la reconstrucción que hace la policía hay piezas clave: los eventuales celos de Samuel por los “engaños” maritales y profesionales de su esposa, las riñas durante su vida cotidiana (que sólo escucharemos en una grabación durante el juicio), el testimonio de Daniel (un accidente del que se culpa a su padre le ocasionó la pérdida parcial de la vista) que recuerda los hechos desde el desgarramiento.

En el juicio contra Sandra, presunta culpable, Justine Triet monta los alegatos, no frente a un jurado sino de cara al espectador, que es el verdadero juez.

Si Otto Preminger, en Anatomía de un asesinato (1959), siembra dudas sobre la veracidad de las pruebas; si Akira Kurosawa, en Rashomon (1959), ofrece una visión fragmentada de la “verdad” derivada de los testimonios de cuatro personas; si Paul Verhoeven, en Bajos instintos, conduce a la escritora de novelas a un laberinto sexual, Justine Triet, en Anatomía de una caída, enfrenta lo que pasó realmente con lo que es creíble que sucediera, no para ofrecer una solución sino para involucrar al público en la decisión personal sobre un hecho que nadie ve ni verá. Las consecuencias de lo ocurrido quedan en la conciencia de los involucrados y en el criterio del espectador.

Por Anatomía de una caída Justin Triet y Arthur Harari obtuvieron el Oscar al mejor guión original en la edición 2024 y la Palma de Oro en Cannes.

Mención aparte merece la gran actriz alemana Sandra Hüller, quien ya había actuado bajo las órdenes de Triet en El reflejo de Sibyl.En su nota en Letras Libres, José Homero escribe: “En una época en que la filosofía ya no debate sobre el ser o la realidad, sino sobre la verdad, cuya naturaleza sustenta nuestra concepción misma de civilización, esta circunstancia, la indeterminación, la imposibilidad de referir a un valor externo que permita distinguir entre verdad y falsedad, realidad y ficción, basta para convertir a Anatomía de una caída en una obra trascendental”.

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