Armando Mansilla Gómez: Labor humanitaria

En esta edición dedicada a la memoria, y en el marco del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria y los 46 años del cierre del Palacio Negro de Lecumberri, queremos recordar la destacada labor solidaria y humanista del abogado Armando Mansilla Gómez, quien entre 1951 y 1958 se desempeñó como magistrado presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Tamaulipas y como procurador general de justicia de la misma entidad federativa durante el gobierno del licenciado Horacio Terán Zozaya; cargos, ambos, desde donde promovió una visión social del Derecho, la igualdad entre las personas y un proyecto carcelario de reinserción social.


Armando Mansilla Gómez nació en el municipio de Güémez, Tamaulipas, el 27 de septiembre de 1902. En la década de 1920 egresó de la licenciatura en Derecho de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Nacional de México, de donde se tituló como abogado con la tesis “El jurado”. Posteriormente fungió como juez penal federal por ministerio de ley y fue secretario de Estudio y Cuenta de la Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 

Como magistrado presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Tamaulipas, Mansilla Gómez participó en el diseño de una legislación penal humanista, a la luz de las necesidades sociales contextuales, bajo el principio de que “no hay delitos, sino delincuentes”, y del concepto complementario de que “no hay delincuentes sino personas”. 

En cuanto a la legislación civil, colaboró con el diseño del anteproyecto de Código Civil para el Estado de Tamaulipas y en la redacción del Código de Procedimientos Civiles de esa entidad; una legislación civil humanista encaminada a la protección de las personas que pugnó por la “socialización del derecho bajo el concepto dominante de la solidaridad colectiva, que impone la protección para el grupo, por encima del individuo”, y que tendió “a llenar el ideal de emancipación económica popular”. En esa legislación se modificaron criterios arcaicos que impedían que la justicia se concretara; entre esas actualizaciones, se equiparó a la mujer con el varón.

El 5 de febrero de 1951, cuando Horacio Terán Zozaya asumió la gubernatura constitucional de Tamaulipas, por medio del Partido Revolucionario Institucional, Armando Mansilla Gómez fue designado procurador de Justicia para esa entidad federativa. Desde ese cargo, gran parte de su actividad se centró en visitar los reclusorios tamaulipecos para escuchar y atender las necesidades particulares de cada población penitenciaria; entre sus esfuerzos para ayudar a las personas privadas de la libertad destaca el establecimiento de talleres que pudieran servir como fuente de trabajo e ingresos para las personas reclusas, un reto al que, aún en la actualidad, se enfrentan los centros penitenciarios de numerosos gobiernos locales.

El ejercicio de la memoria invita a visitar el esfuerzo realizado por otras personas, en otros tiempos, para la construcción de un mundo mejor. El trabajo de este destacado jurista estuvo permeado por una visión solidaria que lo llevó a ayudar a las demás personas y a ser un respetado operador de las instituciones gubernamentales. Ilustra esta afirmación la dedicatoria que le hace en El pensamiento de los maestros tamaulipecos la reconocida pedagoga feminista de la época, Carmen Olivares Arriaga: “Con respeto y cariño al licenciado Armando Mansilla Gómez, digno y justo caballero tamaulipeco”.  

Sigamos construyendo el sistema que nuestros antepasados se dieron a la tarea de iniciar, para seguir transitando a espacios más justos y pacíficos.

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