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Las cualidades esenciales que debe tener cualquier profesional del derecho

El pensamiento analítico, la integridad ética, las habilidades de comunicación, la atención al detalle, la resiliencia y la adaptabilidad son algunos de los elementos que Miguel Carbonell señala como cualidades que debe tener un profesional del derecho. Aquí comparte la razón.


Introducción

La profesión jurídica es reconocida por tener muy altas exigencias para quienes la practican y, a la vez, por su profundo impacto social. A los abogados se les confía la defensa de valores sociales de altísima relevancia, la protección de los derechos de personas físicas y morales, así como la resolución de un número considerable de conflictos sociales, tareas todas ellas que requieren no sólo un sólido conocimiento de la normatividad aplicable sino también un conjunto distintivo de cualidades personales y profesionales. Entre esas cualidades podemos identificar ciertos rasgos que se destacan como esenciales para cualquiera que aspire a sobresalir en este desafiante campo del ejercicio profesional de la abogacía.1(1)

Estas cualidades que describiremos brevemente a continuación (pensamiento analítico, integridad ética, habilidades de comunicación, atención al detalle, resiliencia y adaptabilidad) no sólo son beneficiosas para quienes las poseen; son necesarias hoy en día si queremos desarrollar una práctica jurídica eficaz.

En los siguientes apartados vamos a explorar cada una de estas cualidades con el objetivo fundamental de demostrar cómo contribuyen al profesionalismo y al éxito de los abogados. La tesis central que voy a intentar dejar probada se sustenta en la idea de que la eficacia de un abogado está vinculada fundamentalmente a estas cualidades profesionales específicas, cada una de las cuales juega un papel indispensable en el tránsito por las complejidades de la ley y su cabal aplicación. Empecemos con el importante tema del pensamiento analítico.

Pensamiento analítico

El pensamiento analítico es la piedra angular de la experiencia jurídica. Implica la capacidad de descomponer cuestiones jurídicas complejas en partes manejables, reconocer patrones subyacentes y construir argumentos lógicos. Esta habilidad es esencial en funciones tanto de litigio como de asesoramiento, en las cuales los abogados deben idear estrategias que se alineen con los marcos legales existentes y, al mismo tiempo, aborden de manera innovadora casos específicos únicos. Por ejemplo, en una disputa contractual, un abogado debe analizar los términos del contrato, las acciones legales disponibles para las partes involucradas y el marco normativo aplicable para determinar el mejor curso de acción posible para su cliente.

La utilidad del pensamiento analítico se extiende más allá de los casos individuales. Permite a los abogados anticipar posibles problemas legales y abordarlos de manera proactiva antes de que se agraven. Este enfoque preventivo no sólo beneficia a los clientes al mitigar los riesgos, sino también mejora la reputación de trabajo minucioso y capacidad de previsión del abogado, de manera que a la postre se convierte en una ventaja competitiva. Un ejemplo es el llamado “compliance para empresas” en el que vamos a desarrollar una planificación estratégica que es muy requerida en el derecho corporativo, de modo que los abogados asesoren a las empresas sobre el cumplimiento de entornos regulatorios complejos a efecto de evitar posibles multas o disputas legales.

Además, el desarrollo de habilidades analíticas puede verse en el contexto de varios desafíos legales recientes de garn envergadura, como los relacionados con las nuevas tecnologías y la privacidad de los datos personales (incluyendo el delicado tema de la ciberseguridad). Los abogados no sólo deben interpretar las leyes existentes sino también anticipar cómo la normatividad existente podría evolucionar en respuesta a los avances tecnológicos. La capacidad de analizar cómo las nuevas tecnologías podrían cruzarse con áreas sustantivas del derecho como la privacidad, la propiedad intelectual, el derecho de daños o, incluso, el derecho penal, se está volviendo cada vez más esencial en la práctica jurídica.

Antes de pasar al tema de la consistencia moral de la profesión, al referirnos a la integridad ética en el ejercicio de la abogacía, debe quedar claro que al estudiar el pensamiento analítico no se trata simplemente de algo que está vinculado con la capacidad intelectual, sino que se encuentra profundamente entrelazado con todas las facetas de la práctica jurídica, dando forma a la manera en que un abogado percibe y ejecuta sus deberes.

Integridad ética

La integridad ética es la columna vertebral de la profesión jurídica. Defiende el deber del abogado hacia las autoridades jurisdiccionales y administrativas, hacia el cliente y hacia la sociedad en general, configurando una suerte de brújula ética que guía cada decisión y cada acción legal. En una profesión en la que el potencial de impactos significativos en vidas y medios de subsistencia es inmenso, mantener estándares éticos inquebrantables es primordial. Este compromiso con la ética no sólo fomenta la confianza y el respeto entre clientes y colegas sino también preserva la integridad del sistema legal.

Los abogados a menudo se enfrentan a situaciones que ponen a prueba sus límites éticos, desde presiones de los clientes para infringir las reglas hasta el impulso competitivo en casos de alto riesgo. Sin embargo, es fundamental respetar principios éticos como la confidencialidad, la honestidad, la transparencia en los honorarios y evitar los conflictos de interés. Por ejemplo, consideremos los dilemas éticos que pueden surgir en un caso de defensa penal de alto perfil. El abogado debe equilibrar su deber de defender firmemente a su cliente y, al mismo tiempo, garantizar que sus tácticas no perviertan el curso de la justicia. Estos escenarios destacan la importancia crítica de la toma de decisiones éticas para defender los principios de justicia y bien común.

Las consecuencias de los fallos éticos pueden ser graves. Más allá de las ramificaciones legales inmediatas, el daño a la reputación de un abogado puede ser irreparable. En algún país cercano a México esto que acabamos de decir quedó claramente ilustrado cuando se decretó la inhabilitación de un conocido abogado que fue declarado culpable de fabricar pruebas, una infracción extrema que no sólo acabó con su carrera, sino que también arrojó una larga sombra de duda sobre los estándares éticos de quienes lo rodeaban.

Además, el papel de la ética en el derecho se extiende a la forma en que los abogados llevan a cabo sus actividades cotidianas. Desde las prácticas de facturación hasta las formas en que interactúan con el abogado opuesto y el personal del tribunal, cada acción refleja su postura ética y su profesionalismo. Por lo tanto, la educación y la conciencia ética permanentes son esenciales, pues aseguran que los abogados estén siempre atentos a sus deberes y a las implicaciones éticas de sus acciones.

Una vez que hemos destacado el papel fundamental de la ética, pasamos a la no menos importante cuestión de las habilidades de comunicación, otra cualidad fundamental que permite a los abogados articular eficazmente sus argumentos e interactuar con las diversas partes interesadas en el proceso legal.

Habilidades de comunicación

La comunicación eficaz es un activo fundamental para cualquier abogado. El dominio en esta área mejora todas las facetas de la práctica jurídica, desde argumentar en los tribunales hasta negociar acuerdos, redactar documentos legales y asesorar a los clientes. La capacidad de un abogado para comunicarse de forma clara, persuasiva y adecuada es fundamental para su éxito y la confianza que infunde en sus clientes.

Comunicación oral

La comunicación oral es, quizás, la habilidad más visible para muchos abogados, en particular para los litigantes que se desempeñan en cauces procesales regidos por la oralidad. La capacidad de hablar de forma clara, convincente y concisa en la sala del tribunal, en una mesa de negociación, ante el consejo de administración de una empresa o en una entrevista con un cliente, es indispensable. 

Cada palabra pronunciada durante un juicio o audiencia debe considerarse cuidadosamente para transmitir el mensaje deseado y enfocado a lograr persuadir al juez o a la autoridad administrativa ante la que estamos actuando. 

Esta habilidad es igualmente importante en entornos menos conflictivos, como consultas con clientes o sesiones de mediación, en las que la capacidad de explicar conceptos legales complejos en términos comprensibles puede influir significativamente en el resultado.

Aunque la defensa efectiva va más allá de la mera articulación expositiva en audiencias orales, lo cierto es que en nuestro trabajo siempre se van a requerir excelentes dotes de comunicación asertiva. Esto implica escuchar activamente a los demás, aprender a leer las señales verbales y no verbales de su lenguaje y responder desde la responsabilidad y la empatía. Estos aspectos de la comunicación son esenciales para construir y mantener relaciones profesionales, negociar acuerdos o mediar en disputas. Permiten al abogado evaluar la eficacia de su mensaje y ajustar su enfoque según sea necesario.

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Comunicación escrita

Igualmente importante es la comunicación escrita. La redacción legal debe ser precisa, detallada e inequívoca para evitar malas interpretaciones y eventuales obstáculos legales. Desde la redacción de contratos y escritos legales hasta la redacción de correos electrónicos y cartas, la calidad de la comunicación escrita puede afectar directamente la eficacia de las estrategias legales y la protección de los intereses de los clientes.

Un documento bien redactado no sólo sirve para comunicar información esencial sino también actúa como protección contra posibles consecuencias legales adversas. Por ejemplo, la claridad de los términos de un contrato puede evitar disputas basadas en planteamientos que son fruto del uso de lenguaje ambiguo, ahorrando así tiempo, recursos y litigios potencialmente costosos.

Además, la capacidad de escribir de manera persuasiva es fundamental al preparar los escritos y las solicitudes que examinará un tribunal. La redacción jurídica eficaz argumenta la posición del cliente no sólo aportando pruebas sólidas y citando los precedentes legales que resulten aplicables, sino también utilizando técnicas narrativas convincentes que refuerzan la capacidad persuasiva del argumento.

Adaptabilidad comunicativa

El sello distintivo de un comunicador hábil es la adaptabilidad: la capacidad de adaptar el estilo de comunicación a diferentes audiencias y contextos. Para un abogado, esto podría significar ajustar el nivel de complejidad al explicar cuestiones legales a un cliente en lugar de argumentar un punto frente a un juez. También implica elegir el tono y la formalidad apropiados para diferentes entornos, reconocer cuándo ser asertivo y cuándo un enfoque más moderado puede ser beneficioso.

El desarrollo de habilidades de comunicación es un proceso continuo que requiere un refinamiento y una adaptación continuos a medida que los abogados enfrentan nuevos desafíos profesionales. Ya sea adaptándonos a los entornos virtuales para desahogar procedimientos judiciales de manera remota o utilizando nuevas plataformas para las comunicaciones con los clientes, la necesidad de una comunicación eficaz sigue siendo constante hoy en día, de la misma manera que lo fue en el pasado y lo será en el futuro.

Al pasar nuestra atención de la comunicación a los aspectos más granulares de la práctica jurídica, como lo haremos en el tema que contiene el siguiente apartado sobre la “atención al detalle”, queda claro que la capacidad de transmitir información de manera efectiva no sólo es una habilidad complementaria sino fundamental que se entrecruza con todas las demás habilidades que requiere desarrollar un profesional del derecho para destacar en su carrera.

Atención a los detalles

En la profesión jurídica no se puede subestimar la importancia de una atención meticulosa a los detalles. Esta cualidad es esencial en todas las áreas del derecho, desde la redacción de contratos hasta la preparación para el juicio. El más mínimo descuido puede tener repercusiones legales sustanciales, afectando el resultado de los casos y la situación jurídica de los clientes.

Importancia de la documentación

Una de las áreas más importantes en la que la atención al detalle es primordial es la redacción de documentos legales. Ya sea un contrato, un testamento o una demanda de amparo directo, cada palabra debe elegirse con precisión y cada cláusula debe redactarse meticulosamente. En los contratos, por ejemplo, la omisión de una sola palabra o la colocación incorrecta de una coma pueden alterar la interpretación de una cláusula, lo que podría dar lugar a disputas o incumplimientos contractuales. La precisión requerida al redactar un contrato garantiza que la intención de las partes esté claramente expresada y sea jurídicamente vinculante, salvaguardando así a todos los involucrados contra futuras incertidumbres jurídicas.

Además, en los litigios la preparación de los documentos del caso requiere un análisis y una presentación minuciosos de los hechos y las pruebas. Los abogados deben asegurarse de que cada afirmación fáctica esté respaldada por pruebas sólidas y de que todas las referencias legales se citen con precisión. Esta diligencia profesional no sólo fortalece nuestras posibilidades de éxito en el caso concreto, sino también mantiene muy alta la credibilidad del abogado y su respeto por el proceso judicial.

Consecuencias de los descuidos

Las consecuencias de no prestar atención a los detalles pueden ser graves. En el contexto legal, esos descuidos pueden resultar en la desestimación de un caso, en pérdidas financieras o, peor aún, en un error judicial. Por ejemplo, un abogado que pasa por alto una fecha límite de presentación indispensable de un documento puede poner en peligro el caso de un cliente, lo que podría resultar en una sentencia en rebeldía contra el cliente o que se pierda la oportunidad de interponer un recurso. De manera similar, un convenio de reparto patrimonial mal redactado puede dar lugar a disputas y litigios familiares, que podrían haberse evitado con una preparación más cuidadosa.

Estrategias de mejora

Para mejorar su atención al detalle, los abogados pueden adoptar varias estrategias. Revisar y actualizar periódicamente las listas de verificación estándares que se usan en las firmas legales para diferentes procesos de atención a los clientes garantiza que se sigan todos los pasos necesarios y que no se omita nada. La implementación de un sistema de revisión por pares dentro de una firma de abogados también puede servir para detectar oportunamente errores que el redactor original podría haber pasado por alto. Además, aprovechar la tecnología, como el software legal que subraya fechas y plazos importantes o ayuda en la revisión de documentos, puede minimizar aún más el riesgo de error humano.

En el cultivo de esta cualidad no se trata simplemente de evitar resultados negativos; también tenemos el objetivo de mejorar la reputación como profesionales del derecho rigurosos y confiables. Es más probable que los clientes confíen y retengan a abogados que constantemente demuestran un cuidado meticuloso en el manejo de sus asuntos legales.

A medida que cambiamos el enfoque de las responsabilidades individuales del trabajo orientado a los detalles hacia las capacidades profesionales más amplias requeridas en el campo legal, tenemos que asomarnos al tema de las cualidades de resiliencia y adaptabilidad. Estos rasgos son fundamentales para los abogados que deben trabajar en un panorama legal en constante evolución y gestionar las presiones que conlleva ese paisaje.

Resiliencia y adaptabilidad

La profesión jurídica, inherentemente dinámica y a menudo estresante, exige no sólo rigor intelectual y firmeza ética sino también un alto grado de resiliencia y adaptabilidad. Los abogados deben estar preparados para enfrentar una variedad de desafíos, incluida la fluctuación del número de casos, las leyes que siempre están en evolución y los resultados judiciales impredecibles. Estas cualidades permiten a los abogados prosperar en un entorno donde el cambio es constante y las presiones altas.

Resiliencia en la práctica

La resiliencia se refiere a la capacidad de resistir y recuperarse rápidamente de condiciones difíciles. Para los abogados, esto significa mantener un enfoque firme y nunca perder la compostura incluso ante contratiempos o resultados inesperados. Un abogado resiliente ve los desafíos como oportunidades de crecimiento y aprendizaje en lugar de concebirlas como obstáculos insuperables.

Esta cualidad es particularmente importante en los litigios, donde los resultados pueden ser muy inciertos y cargados de emociones, en países en los que abundan los sesgos judiciales y las resoluciones arbitrarias, como es el caso de México. Por ejemplo, un abogado puede pasar meses preparándose para un juicio y encontrarse con argumentos legales imprevistos de la oposición o con fallos desfavorables del juez carentes de fundamento legal. El abogado resiliente absorberá estos reveses, aprenderá de ellos y continuará defendiendo apasionadamente a su cliente, a menudo generando nuevas estrategias para avanzar a través de las complejidades de cada caso.

Adaptabilidad en todos los campos legales

La adaptabilidad en el contexto legal implica apertura al cambio y el desarrollo de una capacidad para modificar enfoques en respuesta a panoramas legales cambiantes. Las leyes y las regulaciones evolucionan continuamente, al igual que las necesidades y las expectativas de los clientes. Un abogado que sea capaz de desarrollar adaptabilidad a lo largo del tiempo no sólo es hábil para gestionar las demandas actuales, sino también anticipa tendencias futuras y se prepara en consecuencia.

Este rasgo es cada vez más importante en áreas como el derecho de las nuevas tecnologías, campo en el cual la rápida innovación frecuentemente supera los marcos legales existentes. Los abogados de este ámbito deben actualizar constantemente sus conocimientos y adaptar su razonamiento jurídico para abordar nuevos desafíos, como los relacionados con la privacidad de los datos, los derechos de propiedad intelectual en contextos digitales o las implicaciones regulatorias de la inteligencia artificial.

Cultivar la resiliencia y la adaptabilidad

Desarrollar la resiliencia y la adaptabilidad implica crecimiento tanto personal como profesional. Los abogados pueden fomentar la resiliencia manteniendo un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal, buscando el apoyo de sus pares y participando en una autorreflexión regular para evaluar sus estrategias de desarrollo profesional y familiar. Para mejorar en nuestra adaptabilidad, la educación y la formación continuas son vitales. Participar en programas de educación jurídica continua, asistir a conferencias de la industria y mantenerse actualizado con publicaciones legales, son formas efectivas de mantenerse flexible e informado.

Además, las relaciones de mentoría pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo de estas cualidades. Los mentores experimentados pueden brindar orientación, compartir conocimientos de sus propias carreras y ofrecer estrategias para manejar las presiones de la profesión.

Conclusión

La práctica del derecho es más que una simple profesión; es un compromiso de defender la justicia, guiar a la sociedad en su permanente lucha A favor de los valores que tenemos en común y mediar en las relaciones humanas e institucionales bajo el marco de la ley. Las cualidades esenciales de un abogado profesional (pensamiento analítico, integridad ética, habilidades de comunicación, atención al detalle, resiliencia y adaptabilidad) no son simplemente rasgos a los que se debe aspirar; son herramientas indispensables que definen la eficacia, el profesionalismo y el éxito de un abogado. Cada una de estas cualidades contribuye de manera única a la capacidad holística de un abogado para afrontar desafíos legales complejos y mantener los más altos estándares de la profesión.

El pensamiento analítico dota al abogado de la capacidad de analizar y comprender cuestiones jurídicas complejas, elaborando argumentos bien razonados y soluciones innovadoras. 

La integridad ética garantiza que la práctica de un abogado no sólo cumpla con los estándares legales sino que también se adhiera a los principios éticos y morales que refuerzan la confianza depositada en ellos por la sociedad en general y por sus clientes en particular.

Las habilidades de comunicación permiten a los abogados articular sus pensamientos de manera clara y persuasiva, asegurando que no sólo se haga justicia, sino que todas las partes interesadas comprendan los alcances de una determinada decisión jurídica. 

La atención al detalle evita las inercias y los puntos ciegos que nos pueden conducir a cometer errores legales en perjuicio del cliente, salvaguardando los intereses de todas las partes involucradas en una transacción legal.

La resiliencia permite a los abogados soportar los rigores y las presiones de la práctica jurídica, convirtiendo los desafíos en oportunidades para el crecimiento y el avance profesional.

Finalmente, la adaptabilidad permite a los abogados responder con agilidad a los cambios en el panorama legal, adoptando la innovación y los nuevos paradigmas legales que continúan dando forma a nuestra sociedad del presente y del futuro.

En el mundo actual en constante evolución, estas cualidades se están convirtiendo cada vez más en los puntos de referencia con los que se mide la competencia profesional en el terreno de la abogacía. El panorama global del derecho está marcado por rápidos avances tecnológicos, cambios en la política global y valores sociales cambiantes. Los abogados no sólo deben seguir el ritmo de estos cambios, sino también deben liderar el camino que permita lograr una correcta interpretación, configuración e implementación de nuevas leyes y políticas. La capacidad de adaptarse y de aplicar un marco ético y analítico sólido a nuevos desafíos es lo que distinguirá al abogado verdaderamente excepcional del que es meramente competente.

Además, el desarrollo continuo de estas cualidades esenciales es fundamental no sólo para el éxito individual sino para el avance de la profesión jurídica en su conjunto. A través de una práctica dedicada, del aprendizaje permanente y del compromiso con las normas éticas que la profesión jurídica, puede seguir sirviendo como pilar de la democracia y como la mejor garantía de la justicia que tanto anhelan los mexicanos.

A medida que la profesión jurídica continúa creciendo y evolucionando, también deben hacerlo los abogados que la ejercen. Las cualidades analizadas aquí forman la base sobre la cual se construye una carrera jurídica exitosa. Permiten a los abogados estar a la altura de los desafíos de su vocación y garantizar que su práctica siga siendo un faro de justicia, profesionalismo y garantía ética en un mundo incierto.

En los puntos anteriores hemos analizado las cualidades fundamentales que definen a un abogado que aspire a ser un profesional del más alto nivel. En realidad, se trata de un recuento que supone un llamado a la acción para que los abogados actuales y quienes aspiran a llegar a serlo cultiven continuamente estos rasgos, asegurando su relevancia y su eficacia al servir a sus clientes y a la sociedad. El cultivo de estas habilidades garantizará que los abogados no sólo sean capaces de manejar las demandas actuales de la profesión, sino que también estén bien preparados para adaptarse y prosperar frente a los desafíos futuros.

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