A lo largo de la historia de la humanidad, el sexo femenino ha buscado abrirse camino en actividades que eran consideradas exclusivas para los hombres: participar en las guerras, gobernar, trabajar, votar, opinar, discernir y soñar. En el siglo XXI, ser mujer es más que dedicarse a la crianza y al cuidado del hogar. El protagonismo de la mujer en el ámbito social se ha visibilizado gracias a su resistencia a la represión y a su encierro, pero ¿podemos considerar que las mujeres son libres?
Mutilación genital femenina
Desde civilizaciones pasadas, las mujeres han sido consideradas el sexo débil, por lo cual es común categorizarlas, sexualizarlas, cosificarlas y estigmatizarlas según su educación, su profesión, su cuerpo y su desenvolvimiento en la sociedad. De igual forma, las mujeres son usadas como un arma de guerra para desestabilizar al oponente, haciendo uso de la fuerza sexual y de su inocencia, dejando seres inermes en la adversidad; razón por la cual en 1975 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) empezó a conmemorar el Día Internacional de la Mujer debido a la necesidad de establecer una equidad de género entre hombres y mujeres, mayor igualdad laboral y el respeto absoluto a sus derechos humanos.
Sin embargo, en varios países de África, Medio Oriente y Asia Meridional se sigue vulnerando de forma total e intencional la salud de millones de niñas al practicarles la mutilación genital femenina bajo la premisa de “conservar su virginidad, facilitar el casamiento de la mujer y aumentar el placer sexual masculino”.
Por consiguiente, en 2012 la Asamblea General de onu designó el 6 de febrero de cada año como el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina para concientizar a hombres y a niños del peligro que conlleva esta práctica y fomentar su participación en la erradicación, con la finalidad de cumplir el quinto Objetivo del Milenio: lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
Mujeres emblemáticas
El movimiento feminista surgió para exigir las mismas oportunidades y una equidad de género que se ha ido contraviniendo desde la creación de las tres grandes religiones patriarcales, que en sus inicios lograron segmentar a “las mujeres como seres humanos de segunda clase, al no formar parte de la clase sacerdotal”. ¿La convivencia entre los seres humanos sería la misma si Dios fuese mujer? Desde los inicios de la civilización, la sociedad reposaba en la cooperación entre hombres y mujeres, propiciando la comunicación y el trabajo en equipo con labores específicas que desencadenaron la evolución y el desarrollo de la humanidad.
Sor Juana Inés de la Cruz, la reina Elizabeth I, la reina Victoria, Josefa Ortiz de Domínguez, Marie Curie, Rosalind Franklin, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Margaret Thatcher, Frida Kahlo, Leonora Carrington, Margaret Hamilton, Ruth Bader Ginsburg, por mencionar a algunas, abrieron la brecha para que las mujeres del presente tengan mejores oportunidades en los ámbitos profesionales e intelectuales cuya exclusividad recaía sólo en los hombres.
El presente también es resistencia
Mujeres como Malala Yousafzai, Christine Lagarde, Kristalina Georgieva, Serena Williams, Chimamanda Ngozi Adichie, Peng Shuai, Madonna, Yalitza Aparicio, Michelle Obama, Rigoberta Menchú Tum, Norma Lucía Piña Hernández, Kamala Harris, entre cientos de mujeres, continúan luchando por la equidad de género alentando al respeto total de los derechos humanos del sexo femenino. Por esa razón el feminismo no debería referirse a una minoría sino a una lucha continua que aspira al cumplimiento de los derechos individuales y colectivos.
Movimiento #MeToo
En 2017 surgió un movimiento en redes sociales con el hashtag #MeToo para denunciar a un productor de cine estadounidense por abuso y agresión sexual. Su impacto fue tal que millones de mujeres unieron su voz para evidenciar los abusos —perpetrados por hombres—, expresar su miedo al ser escuchadas y cuestionadas, así como manifestar la impunidad que impera en varios países.
Desde entonces, la sororidad ha crecido entre las mujeres. Se desangró la herida patriarcal. Por eso se aspira a la reparación del daño con una debida procuración de justicia y con perspectiva de género.
México feminicida
Cada 8 de marzo el mundo clama por justicia y México no es la excepción. En ciudades de todo el país, colectivos, madres y padres de familia, hermanos, hermanas, amigos y amigas se apropian de las principales avenidas para marchar en representación de todas las mujeres que ya no están. Por todas las que estamos y por todas las que nacerán. En esa fecha se exige seguridad y justicia para todas las niñas y mujeres que han sido violentadas y asesinadas.
El incremento de los índices de violencia de género ha demostrado el pésimo oficio, la falta de compromiso, la indebida persecución del delito y la ausencia de empatía de los gobiernos municipal, estatal y federal. La vida no debería ser una lucha continua para exigir justicia o anhelar encontrar el cuerpo inerte de una niña o una mujer para tener donde llorarle.
En el caso específico de la Ciudad de México, ¿por qué un sector de la población se indigna tanto al ver que una mujer o un movimiento feminista exige justicia en el Ángel de la Independencia, si cada vez que los aficionados locales ganan una liguilla de futbol van a celebrar ahí en pro de la gloria y de su equipo favorito? Éstas son contradicciones que polarizan aún más a la sociedad. ¿No es la forma correcta de actuar de una mujer? ¿Denostar al movimiento feminista abonará a que disminuyan los feminicidios y la injusticia? ¿Qué haría usted si su hermana, madre, esposa, hija, amiga o vecina integraran esa lista interminable de feminicidios y desapariciones? ¡No es necesario crear un vínculo sanguíneo o de amistad para mostrar empatía!
Sólo en 2022 se registraron más de 900 feminicidios en la República mexicana, 175 en el Estado de México y 74 en la Ciudad de México. La impunidad genera violencia. La apatía de las instituciones las convierte en cómplices: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”, sentencia Simone de Beauvoir.
Comentarios finales
¿Realmente las mujeres gozan sus libertades? ¿Hombres y mujeres tienen que ser feministas para lograr un cambio positivo? ¿Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad están preparados para ser liderados por mujeres, exceptuando a Reino Unido con Margaret Thatcher? ¿En algún momento de la historia moderna las mujeres serán consideradas para ocupar el cargo de secretaria general de la ONU?
Cuando exista una verdadera equidad de género y el despropósito de opacar la realidad se disipe, todas las respuestas tendrían que ser afirmativas.