El sufragio femenino: una cuestión económica

En la actualidad suele hacerse referencia a la lucha por el sufragio femenino; el tema es cotidiano en los espacios académicos y la posibilidad de que las mujeres participen del sufragio ya no está en duda. Sin embargo, décadas atrás las mujeres no podían ejercer este derecho, lo que las orilló a manifestarse y a exigir igualdad jurídica en cuanto a las votaciones, derecho a cargos políticos y acceso a la educación, y a reclamar económicamente un salario digno y justo al igual que los hombres, para así administrar sus propios bienes.


En el mes de julio se conmemora que en 1955 las mujeres mexicanas votaron por primera vez en una elección federal. Este hecho, además de representar un importante episodio en la historia de la lucha de las mujeres por ser incluidas en las estructuras económica y política de la sociedad, representa también el importante papel que juega el ordenamiento jurídico para la inclusión de las personas en el conjunto social, facilitándoles una existencia más plena desde sus espacios de enunciación. 

La inclusión en el sistema jurídico, sin embargo, no se produce únicamente a través del conocimiento de la existencia del otro en el conjunto social; en la mayoría de las ocasiones su inclusión es producto de una serie de inconformidades en cuanto a la situación económica de las personas y las exigencias que orillan a quienes detentan el poder a reformar las leyes que históricamente han sido utilizadas como instrumento para la exclusión. 

Como homenaje a esta importante fecha y a las mujeres que se han sumado a la lucha por la mejora de la vida de sus compañeras y de las generaciones que nos sucederán, presento este breve repaso histórico por algunos momentos en la historia del mundo y de México que han delineado la participación de las mujeres en el quehacer político y económico del país.

Nueva Zelanda

Hace 128 años, el 19 de septiembre de 1893, en Nueva Zelanda hubo un movimiento feminista liderado por Kate Sheppard por medio del cual se aprobó el derecho al voto a mujeres mayores de 21 años. Fue el primer movimiento feminista sufragista que triunfó en la historia. Ese derecho facultaba a las mujeres de todas las razas para votar, pero no para ser votadas en las elecciones. Fue hasta 1919 cuando las mujeres de este país obtuvieron el derecho a ocupar cargos de representación social en cargos políticos. La primera parlamentaria en llegar a la cámara del país fue Elizabeth McCombs en 1933.

La exigencia de las mujeres a ser consideradas en la vida política de Nueva Zelanda no se reducía a la cuestión del voto y de la representación política: detrás de la acción en espacios de toma de decisiones estaban cuestiones económicas que debían ser cuestionadas y repensadas una vez que éstas pudieran ejercer su agencia: el fin de la brecha salarial, la independencia económica, el derecho a una pensión de jubilación, entre otras.1

Después de Nueva Zelanda, otros países como Australia, Finlandia, Noruega y Suecia reconocieron a las mujeres su agencia y, por ende, las incluyeron en sus sistemas políticos.

Sufragistas británicas

Los cambios producidos por la Revolución Industrial orillaron a las mujeres a dejar la labor doméstica para incorporarse al sistema fabril; esta modificación en la estructura social alteró las costumbres de las familias británicas. Sin embargo, lo anterior no implicó una mejora en su estatus: las mujeres trabajaban con un sueldo inferior al de los hombres, sin derechos y con trabajos forzados. 

La lucha de las sufragistas británicas fue histórica por la manera revolucionaria en que se manifestaron: rompían vidrios de aparadores y organizaban protestas, huelgas de hambre en prisión, entre otras expresiones de inconformidad. Las mujeres más reconocidas en los movimientos por el voto femenino fueron Emmeline Pankhurst, Emily Davison, Millicent Fawcett y Mary Richardson.

En 1903 Emmeline Pankhurst, activista política y también líder del movimiento sufragista más conocido en la historia, fundó, junto con varias mujeres, la Women’s Social and Political Union; a cuyos miembros comenzaron a llamarles “sufragistas”. Emmeline y sus compañeras causaron caos en diferentes partes del Reino Unido. Sus tácticas revolucionarias por defender y exigir sus derechos e intentar alcanzar igualdad social, política y económica, hicieron que las protestas fueran más frecuentes. Sus exigencias, al igual que las de las sufragistas neozelandesas, no se reducían a la cuestión del sufragio y la representación política, sino que tomaban en consideración aquello que de éstas podía derivar: la abolición de las formas económicas de represión.

Emily Davison fue una de las sufragistas más conocidas y violentas de esa época. Fue atropellada en el hipódromo de Epsom durante una protesta cuando intentó colgar una cinta sufragista al caballo del rey Jorge V. Murió cuatro días después a causa de las fatales heridas.

En 1918 a algunas mujeres mayores de 30 años se les concedió el derecho al voto y en 1925 la ley reconoció el derecho de una madre sobre sus hijos. 

La activista Emmeline Pankhurst falleció el 14 de junio de 1928 debido a problemas de salud y ese mismo año el parlamento inglés les concedió el derecho al voto a todas las mujeres británicas mayores de 21 años.

Las Violetas del Anáhuac 

Las hijas del Anáhuac se publicó por primera vez en octubre de 1873; era un espacio literario que no tuvo mucha continuidad. En 1887 salió a la luz el periódico literario Las Violetas del Anáhuac, en cuya portada de su primer número aparece la imagen de Carmen Romero Rubio de Díaz, esposa del presidente de México, Porfirio Díazy y cuyo incluyó textos económicos y políticos en números posteriores. 

Laureana Wrigth fue su directora. Literata y redactora del semanario, junto con la colaboradora Mateana Murguía publicaba en la revista un espacio dedicado a textos redactados por mujeres y para mujeres. Los artículos abordaban diferentes temas: la actividad doméstica, literatura, poesía, cultura y política, tema que empezó a interesar a las mujeres que defendían sus derechos políticos, su vida laboral, un sueldo digno y sus privilegios. Las Violetas del Anáhuac fue la revista en cuyo contenido se propuso el derecho al sufragio femenino en México.

El 17 de octubre de 1953 a la mujer mexicana se le concedió el derecho al voto y a ser votada para cargos políticos, pero realmente fue el 3 de julio de 1955 cuando la mujer tuvo derecho al voto en México en las elecciones federales. 

En la actualidad se ocupan espacios que antes fueron negados, social, política y económicamente.

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Conclusión

Realizar un repaso por estos momentos históricos implica generar conciencia en torno de las similitudes en las experiencias de los distintos conjuntos sociales ante problemas y conflictos similares. Elaborar un repaso de esta naturaleza necesariamente implica tejer un hilo entre las historias para descubrir fundamentos comunes en la desigualdad y desentrañar las razones que provocan los movimientos que reforman el Derecho.

En los tres momentos expuestos en este texto —los tres en épocas y geografías distintas— la desigualdad política y jurídica señala como fundamento la desigualdad económica. Los movimientos sufragistas feministas no son una cuestión meramente jurídica, sino también económica.

Si bien es cierto que el Derecho se posiciona como una herramienta indispensable para el cambio y la inclusión, también es cierto que la economía y la política desempeñan una función determinante en existencia de la diversidad de identidades.

Hagamos memoria con este importante mes y reflexionemos sobre las implicaciones económicas que tiene una norma jurídica.

Notas:
  1. Raquel Nogueira, “Ni Reino Unido ni Estados Unidos: Nueva Zelanda fue el primer triunfo del movimiento sufragistas. En 1893, la ex colonia británica aprobaba el sufragio femenino de colonas e indígenas, adelantándose al resto de países del mundo”, Ethic, 2019. Consultado en junio de 2022 en https://ethic.es/2019/08/nueva-zelanda-triunfo-movimiento-sufragista/.[]

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