Falacias y sofismas en la argumentación jurídica


El derecho en la teoría es sublime, y en la práctica es profano.

En términos muy simples, las falacias son mentiras y los sofismas son razonamientos o argumentos que inducen a una conclusión errónea.

Para entender mejor los sofismas nos ubicaremos en los vicios más comunes en el momento de construir argumentos:

1. Extraer conclusiones de una muestra pequeña o no lo suficientemente significativa.

2. Olvidar las alternativas. Por ejemplo: sólo porque los sucesos A y C estén relacionados no necesariamente significa que A sea la causa de C, ya que ésta pudiera ser B.

3. Arribar a conclusiones sin una correcta valoración de hechos y pruebas.

4. Tomar como base una falacia.

A continuación se presentan algunos sofismas bien reconocidos desde la óptica de los principios de la lógica:

1. Ad hominem: implica argumentar en contra del hombre —la persona— en lugar de enfocarse en su dicho o en sus actos, que son los que verdaderamente interesan, sean buenos o malos. Argumentos que por sí solos nunca serán capaces de sostener una proposición, en tanto que dan por cierta o falsa una declaración únicamente en función de quien la hace. El sofisma ad hominem presenta la siguiente estructura:

• A afirma B.

• Existe algo cuestionable en las conductas sociales de A: alcoholismo, por ejemplo.

• Por tanto, B resulta falso.

2. Ad ignorantiam: alegato que no se sustenta en el conocimiento sino en la ignorancia. Por ejemplo: puesto que no se ha podido comprobar lo contrario, podemos afirmar que existe vida en otros planetas.

3. Ad misericordiam: se recurre a la piedad como único argumento. Por ejemplo: “Profesor, esta es la única materia que detiene mi titulación, tenga consideración; por favor, no me repruebe”.

4. Ad baculum: argumento que apela a la fuerza. Se sostiene una postura firme por las posibles consecuencias negativas. Por ejemplo: “Haz lo que te digo o serás castigado”.

5. Ad pupulum: utiliza conductas que son común denominador en una comunidad, aunque sean algo malo. Por ejemplo: “Lo hice porque todo el mundo lo hace”.

6. Non sequitur: que no sigue. Sofisma a cuya conclusión no podría arribarse a partir de sus premisas. Por ejemplo:

• Si estoy en Monterrey, entonces estoy en México.

• Estoy en México.

• Entonces, estoy en Monterrey.

7. Post hoc ergo propter hoc: después de esto, entonces, a consecuencia de… En este caso se asume un acontecimiento sobre la base de un hecho previo. Se afirma que si un suceso sucede después de otro, el segundo necesariamente es consecuencia del primero. Por ejemplo: si A sucede antes de B, por tanto A debe haber causado B.

8. Afirmar la consecuencia: implica caer en una falacia deductiva. Si A es A, por lo tanto B. Se parte de una proposición que es verdad para deducir una conclusión; empero, el sofisma se presenta debido a que esa premisa inicial no siempre es correcta. Por ejemplo: si hay neblina el aeropuerto no funciona; por ende, si el aeropuerto no funciona es porque hay neblina. Es claro que existe un error en la conclusión, puesto que el aeropuerto puede no funcionar debido a la neblina o a otras causas. Se olvida considerar diversas alternativas.

9. Causa falsa: se basa en una falacia, mentira lisa y llana.

10. Definición persuasiva: implica defender mediante argumentos que aparentan ser neutrales pero que en realidad son subjetivos y hasta sutilmente emotivos. Por ejemplo, hacer creer a alguien que si no adopta cierta postura, la sociedad podría estigmatizarlo.

11. Descalificar la fuente: usar un lenguaje peyorativo para menospreciar el origen de una alegación. Por ejemplo: confío en que usted, señor juez, no se haya dejado engañar por los testigos, quienes, como expresamente confesaron, no tienen estudios. Vamos, ni siquiera saben leer ni escribir; como personas incultas, no es de fiar la razón de su dicho.

12. Falso dilema: reducir únicamente a dos las opciones que se analizan, que además en general son opuestas de forma absoluta. Por ejemplo:

• Estás conmigo o contra mí.

• Es blanco o negro.

• Eres de izquierda o de derecha.

13. Posiciones impuestas: implica exponer una pregunta o una cuestión de manera que no se pueda acordar o discrepar de ella, obligando la respuesta en el sentido que se desea. Por ejemplo: ¿es usted tan impuntual como solía serlo? Es claro que aunque la respuesta sea positiva o sea negativa, obliga al interpelado a aceptar que solía ser impuntual.

14. Palabras equívocas: conlleva cambiar el significado de una palabra en medio de un argumento, de modo que la conclusión pueda mantenerse a pesar de que el concepto se haya modificado radicalmente. Por ejemplo:

• Los bueyes son animales testarudos.

• Mario es un buey.

• Por tanto, Mario es un testarudo.

15. Petición de principio: argumento circular. Se usa la conclusión con carácter de premisa o proposición inicial. Por ejemplo: Dios existe porque así lo señala la Biblia; sé que es verdad porque Dios es su fuente de creación. El error en estos casos es que el argumento asume como válido precisamente lo que se está tratando de probar.

16. Pista falsa: se basa en la introducción de una cuestión irrelevante o secundaria para desviar la atención de la cuestión principal; por lo general versará sobre un punto incuestionable o que no forma parte de la controversia —litis—. Por ejemplo:

• La libertad es un derecho del imputado.

• Si el imputado es detenido su familia sufrirá.

• El imputado no debe ser detenido.

17. Ad verecundiam: argumento magister dixit —porque el maestro lo dijo—, implica apoyarse en el prestigio de una persona. Por ejemplo: si lo dijo el sacerdote, entonces tiene que ser cierto.

A pesar de que parecen tener cierta coherencia y hasta algo de lógica, todos los sofismas conducen a conclusiones equivocadas, por lo que el abogado postulante debe tener sumo cuidado en no incurrir en esos vicios del razonamiento argumentativo, pues corre el riesgo de presentar sus alegatos con base en mentiras.

El uso de falacias y sofismas, aunque pudiera parecer un recurso tentador para obtener una sentencia con resultado favorable, en realidad es la peor “defensa”, el mayor daño que se puede hacer a nuestros representados y a sus intereses. Sin dejar de lado, por supuesto, el menoscabo al sistema de administración de justicia. La verdad siempre será la verdad, aun ante quien no la reconoce. A los únicos que perturba es a los que viven en la mentira. 

En tu vida, como en los juzgados y en los tribunales, condúcete con verdad, principalmente ya que es lo correcto, pero además porque ten la certeza de que en algún punto saldrá a la luz.

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