La naturaleza del fast fashion no coincide con nuestra necesidad de un medio ambiente sano. Desde una postura crítica, Paulina Palencia Méndez reflexiona hacía dónde ir en nuestro camino a la sustentabilidad.
Año con año, las equivalencias ambientales se vuelven obsoletas porque el consumismo del ser humano provoca que la inestabilidad ambiental esté a la orden del día. Si bien la industrialización marcó un antes y un después en la calidad de vida de la población mundial, en años recientes la fragilidad ambiental debida la sobreexplotación de los recursos naturales —ya que el tiempo no entiende los flujos circulares de una economía de mercado— ha ocasionado una alteración gradual de cada uno de los ecosistemas del mundo. ¿La humanidad está cerca del colapso ambiental? ¿Por qué posterga los compromisos ambientales? ¿Las nuevas generaciones podrán resarcir el daño a la naturaleza cuando el fast fashion está cambiando la sociedad de consumo?
¿Qué es el fast fashion?
En español se traduce como “moda rápida”, de baja calidad y bajo costo, de la cual se producen grandes volúmenes de ropa y calzado fomentando la sustitución acelerada del guardarropa. La moda de temporada1 quedó en el olvido. Ahora, la moda es tan cambiante que puede durar sólo un par de semanas. Por eso, los consumidores son inducidos a comprar ropa nueva, creando modelos insostenibles de consumo donde todo está al alcance de un gracias a los avances de la era digital.
La retórica de las “tres B” (bueno, bonito y barato) ha sido catapultada en un negocio sumamente lucrativo con grandes afectaciones ambientales. El uso de productos químicos, fibras sintéticas como el poliéster y tintes tóxicos genera mayor contaminación del suelo y agua al tardar aproximadamente 200 años en degradarse, sumado al impacto en la salud humana: ¿alguna vez, estimado lector, ha sido parte de la moda desechable?
¿Por qué es un problema?
La cultura del descarte (throw-away culture) exacerba el desperdicio de materiales y genera mayor contaminación del agua, más emisiones de efecto invernadero y más deforestación para satisfacer las demandas manufactureras.
El poder de la moda es responsable aproximadamente de 10 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, “al tiempo que consume 215 billones de litros de agua al año” y provoca una expansión de millones de microplásticos vertidos en los océanos; razón por la cual hay un daño colateral al no existir una relación óptima entre los factores de consumo excesivo, la mercadotecnia y los modelos económicos.
Múltiples informes2 inducen a los actores involucrados —comunicadores, artistas, diseñadores, gestores de marcas, consumidores, empresas y organizaciones— a establecer objetivos ambiciosos para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como con el Acuerdo de París. Sin embargo, los modelos insostenibles de consumo propician la creación de basureros del mundo de la moda, cuyos responsables no son identificables y la inacción es su mejor aliado. ¿Qué tipo de rendición de cuentas ambientales ofrecerá la población en 30 años? ¿Se necesitará la ocurrencia de múltiples cataclismos para que el ser humano entienda su mala obra?
Basureros del mundo
El desierto de Atacama, ubicado al norte de Chile, dejó de ser un destino paradisiaco y turístico y se convirtió en el desierto de la moda. Toneladas de ropa desechada —de un par de puestas e incluso nueva— forman parte del vertedero clandestino. Pero ¿cómo terminó esa ropa en el desierto? Pues bien, Chile cuenta con uno de los mayores puertos libres de impuestos: el Puerto de Iquique,3 lo que ha propiciado que ese país se convierta en el mayor importador de residuos; en este contexto, ropa de segunda mano procedente de Europa, Asia y América, cuya oferta es mayor a su demanda, y hasta el momento no se sabe quién es el responsable de arrojar los residuos textiles en el desierto más seco del mundo. El riesgo es latente debido a que el volumen de esa basura es tal que muchas veces se opta por quemarla, lo cual propicia desequilibrio ambiental, puesto que la ropa moderna ya no es elaborada con materiales biodegradables como el algodón, sino con fibras derivadas del petróleo, de mala calidad, lo que vuelve una amenaza ambiental ese espacio por sus altos niveles de toxicidad.
¿Dónde quedó la conciencia ambiental? Ciudadanos y empresarios chilenos han externado su interés por crear emprendimientos de responsabilidad social como el reciclaje. No obstante, por no existir una regulación en las importaciones es casi imposible lidiar con un comercio de ropa usada, lo que se suma al incumplimiento del Acuerdo de Escazú, como consecuencia de que la buena gobernanza en América Latina y el Caribe cada vez es más azarosa.
¿Cuántos cementerios de prendas usadas e inservibles procedentes del mercado de ropa de segunda mano existirán en el mundo,4 donde el desperdicio derivado de la producción masiva de productos de baja calidad y bajo costo hacen de la moda algo desechable que afecta la estabilidad del suelo?
Explotación laboral
Por presunción, la precariedad laboral está íntimamente relacionada con la industrialización de la moda. Se estima que en países como China, Bangladesh,5 Sri Lanka, Indonesia, Camboya y Uzbekistán,6 sólo por mencionar algunos, se elabora la mayor producción textil en condiciones laborales paupérrimas que vulneran los derechos humanos de hombres, mujeres y niños e incentivan el trabajo forzado por el cumplimiento de jornadas laborales de más de ocho horas diarias y cuya remuneración no es proporcional.
Todos los países cuentan con legislaciones en materia laboral; por ende, existe cierta regulación en sus disposiciones complementarias. No obstante, ¿por qué no se respetan integralmente los derechos humanos de quienes están inmersos en esa industria? Alegar que esos derechos son inexistentes no abona a la solución del problema. Por el contrario, estigmatiza la desigualdad social y fomenta mayores abusos de poder. Señalar la responsabilidad de gobiernos y empresas es imprescindible, ya que contraponen los acuerdos, las declaraciones y los reglamentos firmados por los países miembros de la Organización Internacional del Trabajo.
Met Gala 2024
El primer lunes de cada mes de mayo se lleva a cabo la gala del Museo Metropolitano de Arte en Nueva York, Estados Unidos, mejor conocido como el Met Gala. La celebración anual no sólo incluye una recaudación de fondos multimillonaria para el Costume Institute del Museo Metropolitano de Arte —un hito en el mundo de la moda—, sino también una pasarela con una lista restringida de invitados, quienes deben cumplir con un protocolo de vestuario para poder desfilar por la alfombra roja.
En la edición 2024,7 muchos artistas se dieron cita para lucir sus atuendos con la temática Bellas Durmientes: El Despertar de la Moda (Sleeping Beauties: Reawakening Fashion), inspirada en El jardín del tiempo, con el objetivo de promover la sustentabilidad. Sin embargo, ¿cuántos diseños fueron elaborados mediante una moda sostenible inspirada en ese jardín del tiempo? Alentar la sostenibilidad es aplaudible, pero, ¿cuántos diseñadores y cuántos usuarios cumplieron con la norma de una producir una moda sustentable? ¿Es suficiente promover la sostenibilidad cuando se viven tiempos de fast fashion impulsada por ese mismo sector? La conciencia y la prudencia tienen que vencer el oportunismo mediático, pues lucrar con el medio ambiente siempre ha sido un tema actual y hoy más que nunca es impostergable pensar cómo ganar dinero salvaguardando la naturaleza en el mundo de la moda.
Por consiguiente, ¿sólo esta edición del Met Gala 2024 consideró impulsar el uso de materiales ecológicos o será la pauta para las futuras ediciones en que la vanidad, el lujo, la sostenibilidad y la sustentabilidad se unan en este prestigioso e innovador evento? Tal parece que las acciones colectivas de las figuras del momento respecto del tema ambiental están dotadas con tintes de traición.
Comentarios finales
Los llamados influencers de la moda son algunos de los muchos enemigos ambientales del mundo, debido a que sólo aspiran a la fama y a la reputación ¿momentánea? La competencia digital se ha convertido en el nuevo modus vivendi de las nuevas generaciones. Por eso, ese poder debería implicar un grado de reputación favorable y conocimientos sólidos y evitar abusar de su autoridad y de su poder mediático para manipular a los espectadores a su conveniencia. Sin embargo, la desinformación y el dinero rápido menoscaban los principios básicos de una salud mental mundial que está en la búsqueda constante de una aceptación social basada en likes.
¿Existe una conciencia ambiental a la hora de comprar? ¿Hay alternativas reales para frenar el consumo del fast fashion? ¿Se logrará un cambio radical en los próximos años en este tema? ¿Es de interés público este problema ambiental? Cuando las respuestas sean afirmativas… el daño ambiental será colateral y todos los seres vivos tendrán que adaptarse a las inclemencias de la naturaleza y esperar que advenga el nuevo equilibrio de la Tierra.
En consecuencia, es preciso consumar esfuerzos para reducir el uso de combustibles fósiles y migrar, a la brevedad, a energías renovables. ¿Realmente la amenaza que se cierne sobre el planeta es el cambio climático y la explotación de los ecosistemas, o el ser humano, promotor de su propia desgracia?
Podría interesarte: «Asignación de recursos económicos a la política pública sobre medio ambiente»
Fuentes de consulta
“Atacama: de majestuoso desierto a enorme basural de moda fast fashion”. Disponible en https://www.nationalgeographicla.com/medio-ambiente/2023/04/atacama-de-majestuoso-desierto-a-enorme-basural-de-moda-fast-fashion
“Bangladesh: a 10 años del derrumbe del Rana Plaza”, Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=pZuwPKNiT8c.
“El inmenso ‘basurero del mundo’ de ropa usada en el desierto de Atacama”, Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=0HZl9_MhwFc&t=411s.
“Las montañas de ropa se esfumaron del desierto de Atacama, pero el problema no desapareció”. Disponible en https://elpais.com/america-futura/2024-01-04/las-montanas-de-ropa-se-esfumaron-del-desierto-de-atacama-pero-el-problema-no-desaparecio.html.
Measuring Fashion 2018. Environmental Impact of the Global Apparel and Footwear Industries Study. Disponible en https://quantis.com/wp-content/uploads/2018/03/measuringfashion_globalimpactstudy_full-report_quantis_cwf_2018a.pdf.
“pnuma y ONU Cambio Climático ofrecen una guía de moda sostenible para comunicadores». Disponible en https://www.unep.org/es/noticias-y-reportajes/comunicado-de-prensa/pnuma-y-onu-cambio-climatico-ofrecen-una-guia-de-moda
Notas:- Diseñadores solían crear dos colecciones al año: primavera-verano y otoño-invierno.[↩]
- Un ejemplo es el informe Measuring Fashion 2018. Environmental Impact of the Global Apparel and Footwear Industries Study.[↩]
- Se calcula que cada año ingresan por el puerto 59,000 toneladas de ropa usada.[↩]
- Kenia, Ghana y otros países africanos son algunos de los más afectados por el negocio de la ropa.[↩]
- En 2013 se derrumbó Rana Plaza, un centro comercial disfrazado de fábrica de moda en el que se evidenció la precariedad laboral del fast fashion. En ese lugar murieron más de 1,000 personas.[↩]
- Participación obligatoria de algunos ciudadanos en la recolecta de algodón.[↩]
- Celebrada el 6 de mayo de 2024.[↩]