El 7 de octubre se cumplió un año del incremento de las hostilidades entre el grupo extremista de Hamás e Israel. Un año durante el cual la comunidad internacional sólo ha condenado y exigido un cese al fuego sin resultados favorables. Un año que se ha caracterizado por la crueldad y la inhumanidad del opresor en su afán de exterminar al pueblo palestino, el cual no tiene nada que ofrecer al mundo como moneda de cambio para salvarlo. El arte de la guerra enseña que jamás se debe subestimar al enemigo al que se considera inferior, ni mucho menos ignorar sus mensajes entre líneas.
Por lo anterior, las hostilidades se encaminan a un conflicto regional en el que la incertidumbre es la constante para millones de personas y el riesgo provoca que el futuro sea imposible de prever. ¿La vulneración diaria a la Carta de las Naciones Unidas y al derecho internacional por parte de Israel dará pie a la barbarie en Medio Oriente? La región está sumergida en una vorágine: ¿aún hay tiempo para utilizar la paz como eje rector del multilateralismo? ¿Cuántas vidas más se tienen que perder para lograr un cese al fuego? ¿Por qué en todos los conflictos armados las violaciones masivas a mujeres son usadas como un arma de guerra?
Interrogantes inesperadas
Con el paso de los meses, las tácticas de guerra desempeñan un papel esencial para el entendimiento de la geopolítica mundial debido a que la narrativa puede favorecer o perjudicar a quienes las practican. Cabe aclarar que nada justifica la agresión a otras soberanías o a víctimas inocentes. Sin embargo, la actuación tecnológica militar emprendida por el gobierno israelí hacia otros países siembra dudas sobre lo ocurrido en octubre del año pasado: ¿la matanza de Hamás fue conciliada para favorecer la imagen del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, ante el descontento de la sociedad por su plan para debilitar a la Corte Suprema y a otras instituciones demócratas? ¿Cuál es la finalidad de romper el mito de que Israel es intocable por aire y por tierra?
Las interrogantes surgen después de los atentados simultáneos del 17 y 18 de septiembre de 2024 en contra de militantes de Hezbollah en Líbano y en Siria y de localizadores bipers, walkie-talkies y paneles solares que dejaron varios muertos y miles de heridos. El ciberataque fue posible gracias a una sofisticación electrónica y a una preparación de muchos años. Ahora bien, es de conocimiento público que los bipers proceden de la compañía Gold Apollo, ubicada en Taiwán, que vendió la licencia de manufactura a BAC Consulting en Hungría, por lo que se sospecha que el Mosad1 manipuló o interceptó los aparatos con cargas explosivas para después venderlos a Hezbollah, lo que dio como resultado: la vulnerabilidad total de la comunicación de la organización; el mensaje: “Sea quien seas, te encontraré y te asesinaré”, y, por último, la evidencia de los lazos políticos-diplomáticos y comerciales entre el primer ministro Netanyahu y el presidente húngaro Viktor Orban, quien también simpatiza con Vladimir Putin.
Aun cuando no nadie se ha adjudicado los ataques: ¿quién tiene la capacidad de llevar a cabo un ciberataque exitoso de esta envergadura? ¿A quién le conviene romper la comunicación con esa organización?
Naciones Unidas
Durante el septuagésimo noveno periodo de sesiones de la Asamblea de las Naciones Unidas, llevado a cabo del 22 al 24 de septiembre de 2024 en la sede de Nueva York, Estados Unidos; se le concedió el lugar a la delegación Palestina como miembro observador. Lo anterior constituyó un beneplácito para aquellas naciones que anhelan la creación de un Estado palestino en un futuro próximo con fin de resarcir la deuda histórica que se tiene con ese pueblo. En el debate general de alto nivel, diversos mandatarios cuestionaron la actuación de las Naciones Unidas frente a los desafíos inauditos que exigen soluciones globales; razón por la cual se propuso reformar la carta para promover la ampliación de la membresía del Consejo de Seguridad de la Organización.
Cabe recalcar que la benevolencia de los líderes mundiales hacia Palestina fue tal que abandonaron el recinto durante la intervención del primer ministro Netanyahu. Retrocediendo en el tiempo, lo mismo ocurrió en marzo de 2022, cuando la intervención del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, fue boicoteada en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, en Ginebra. Por lo anterior, cuestiono: ¿los desaires diplomáticos beneficiaron a Ucrania? ¿Terminó la guerra o al menos existen avances para que se produzca un cese al fuego?
Desde hace unos años, el objetivo de celebrar el Día de las Naciones Unidas cada 24 de octubre se ha visto obstaculizado porque las acciones comunitarias muestran mayor interés en otros temas más que en la seguridad global. Por eso es imprescindible llevar a cabo tres acciones: 1) reivindicar el destino diplomático para que nuevas voces sean escuchadas con el fin de construir una verdadera estrategia mundial que salvaguarde la paz internacional; 2) que los Estados manifiesten voluntad política para la resolución pacífica de controversias, y 3) que no haya cabida a la doble moral.
Demanda colectiva contra Israel
El 11 de enero de 2024 Sudáfrica demandó al Estado de Israel en la Corte Internacional de Justicia por trasgredir la Convención para la Prevención y Sanción del Delito del Genocidio —de 1948— en desdoro de la causa palestina. Desde entonces, varios países de América Latina han presentado solicitudes para intervenir como partes involucradas en el caso: Chile, Nicaragua, México, Venezuela, Bolivia, entre otros; lo mismo han hecho: España, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Türkiye (antes conocido como Turquía), Jordania, etcétera. Todos ellos han cerrado filas para detener de manera inmediata la ofensiva en contra de la Franja de Gaza, sin lograr absolutamente nada.
Irán en la ecuación
Con la creación del Estado de Israel en 1948 y la promesa aún no cumplida —convertida en deuda histórica— por la comunidad internacional de crear a su vez un Estado árabe,2 se activó una bomba de tiempo en Medio Oriente. Desde entonces, las relaciones entre ambos mundos han sido ríspidas y su única herencia a las nuevas generaciones ha sido el resentimiento, pues se ha nulificado cualquier intención de paz que beneficie a los ciudadanos.
El 1° de abril de 2024, las Fuerzas de Defensa de Israel bombardearon un edificio anexo a la embajada iraní en Damasco, Siria; matando a varios oficiales de alto rango. Por consiguiente, Irán inició un intempestivo ataque —junto a sus aliados— y lanzó aproximadamente 400 misiles y drones contra diversas instalaciones israelíes. La mayoría de ellos fueron interceptados. Sin embargo, la tensión creció debido a la muerte del presidente iraní Ebrahim Raisi, el pasado mes de mayo, en un accidente aéreo provocado por las inclemencias meteorológicas, según medios locales, creando más incertidumbre y miedo en la población de la región.
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