El acelerado desarrollo de tecnologías de inteligencia artificial sitúa al mundo jurídico en la apremienate necesidad de regularla a la luz de los derechos humamos. Guillermo Zuar y David Canales argumentan que la siguiente década será sustancial para el desarrollo de esta área del derecho.
Desde que se tiene registro de la existencia del ser humano, éste ha transformado su entorno con base en el conocimiento empírico y, posteriormente, aplicando el método científico. Empezó a desarrollar ideas y/o teorías que ayudaron a la creación de la tecnología que hoy en día disfrutamos. Lo anterior facilitó las actividades laborales, así como las domésticas.
En esa tesitura, a lo largo del tiempo, el ser humano inventó la máquina de vapor (James Watt), la cual impulsó el crecimiento de fábricas y el transporte.1 Posteriormente se produjo la invención de la bombilla (Thomas Edison) y el desarrollo del sistema de corriente alterna (Nicolás Tesla) que transformaron la vida del hombre con la electrificación industrial y doméstica.2 Y hacia 1940 comenzó el auge de las ideas en relación con el desarrollo de la autonomía de las máquinas.
Génesis de la inteligencia artificial (IA)
La génesis de la inteligencia artificial se remonta a la década de 1940, con las primeras ideas sobre máquinas capaces de realizar tareas humanas. Uno de los primeros precursores de esta tecnología fue el matemático británico Alan Turing, quien en 1950 propuso la famosa Prueba de Turing, un experimento para determinar si una máquina podía tener un comportamiento inteligente indistinguible del comportamiento de un ser humano. En 1956 se celebró, en el Dartmouth College, una conferencia que es considerada el punto de partida oficial de la IA, organizada por John McCarthy, Marvin Minsky, Nathaniel Rochester y Claude Shannon (responsables de acuñar el término inteligencia artificial durante la conferencia).
Por otra parte, en simetría temporal, se produjo el descubrimiento de la estructura del adn gracias a James Watson y Francis Crick, lo cual propició un gran avance en la biotecnología con un fuerte impacto en la medicina, la agricultura y la industria farmacéutica.3
Primeras investigaciones y desarrollos (1950-1980)
Durante las décadas 1950 y 1960 se desarrollaron los primeros programas de IA gracias a Herbert Simon y Allen Newell (quienes crearon el Logic Theorist en 1955, uno de los primeros programas diseñados para imitar la capacidad de resolución de problemas humanos). Por su parte, en 1957, Frank Rosenblatt desarrolló el perceptrón; una de las primeras redes neuronales artificiales.
Sin embargo, las expectativas optimistas de las primeras décadas dieron paso a lo que se conoce como “el invierno de la ia” del decenio de 1970. La financiación para la investigación disminuyó debido a la falta de resultados concretos de las investigaciones y a la sobreestimación de las capacidades de las máquinas de la época.
Evolución y avances claves (1980-2000)
La IA experimentó un renacimiento en la década de 1980 gracias, en parte, a la introducción de sistemas expertos, programas diseñados para imitar la toma de decisiones humanas en dominios específicos. Por lo anterior, empresas y gobiernos comenzaron a invertir nuevamente en IA. Cabe mencionar que en esta época Edward Feigenbaum fue un pionero en el desarrollo de esos sistemas expertos.
Al final de esa década, en 1989, se creó internet, es decir, la “world wide web”, por Tim Berners-Lee, lo cual facilitó la conectividad global y transformó casi todos los aspectos de la vida moderna, desde el comercio hasta la comunicación.4
En la década de 1990 la IA comenzó a integrarse en aplicaciones comerciales. Un hito importante de ese desarrollo tuvo lugar en 1997 cuando el ordenador Deep Blue (desarrollado por IBM) venció al campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov. Este suceso significó un avance significativo en la capacidad de las máquinas para superar a los seres humanos en la realización de tareas complejas.
La IA moderna (2000)
Con el avance de la capacidad de procesamiento de las máquinas y el acceso a grandes cantidades de datos, la IA experimentó una transformación hacia el aprendizaje automático (machine learning) y hacia el aprendizaje profundo (deep learning). Geoffrey Hinton, Yann LeCun y Yoshua Bengio son considerados pioneros en este campo, pues trabajaron en redes neuronales complejas que revolucionaron el procesamiento de datos en áreas como el reconocimiento de imágenes y de voz.
A partir de 2010 la IA avanzó a pasos agigantados y se ha integrado en casi todos los sectores de la actividad humana: salud, finanzas, transporte, entretenimiento, y más. Empresas como Google, Facebook, Microsoft y OpenAI lideran la innovación en el campo, desarrollando sistemas de IA capaces de realizar tareas cada vez más complejas. En 2016, el programa AlphaGo (de Google DeepMind) venció al campeón mundial de Go, un juego considerado más complejo que el ajedrez.
En los últimos años, los modelos generativos, como GPT-3 (desarrollado por OpenAI en 2020), han mostrado el potencial de la IA para crear textos, imágenes y otros contenidos de un alto grado de realismo. Paralelamente, han surgido debates sobre la ética en la IA, que incluyen temas como la IA explicable, el impacto de la IA en el trabajo y los sesgos en los algoritmos.
La Inteligencia Artificial y el derecho
Como sucede con regularidad en el despliegue de la actividad humana frente a los avances científicos o las innovaciones tecnológicas, el derecho se presenta como una alternativa pacífica y democrática para fijar las reglas y el marco del ejercicio adecuado de esa actividad humana.
En ese sentido, entre los objetivos de cualquier regulación sin duda se encuentra la búsqueda del mayor beneficio social, sin detrimento de componentes éticos, de equidad y de acceso en condiciones de igualdad, así como la definición del rol que el Estado o el regulador (autoridad) deberá jugar en relación con la implementación de los avances científicos o las innovaciones tecnológicas en cuestión.
Al respecto, es interesante la reciente aprobación, el 21 de marzo de 2024, por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de la promoción de sistemas de IA “seguros y fiables” que beneficien el desarrollo sostenible para todos.5
Aquí es relevante señalar la petición de la ONU a los Estados miembros para que “se abstengan de utilizar sistema de inteligencia artificial que no puedan funcionar de conformidad con las normas internacionales de derechos humanos o que planteen riesgos indebidos para el disfrute de los derechos humanos”.6
Por su parte, “el 13 de marzo de 2024, el Parlamento Europeo aprobó la primera ley en el mundo que regula la inteligencia artificial. De acuerdo con esa disposición, los sistemas de aprendizaje automático se dividirán en cuatro categorías principales en función del riesgo potencial que supongan para la sociedad. Los sistemas considerados de alto riesgo estarán sujetos a normas estrictas que se aplicarán antes que entren en el mercado de la Unión Europea”.7
REGÍSTRATE PARA SEGUIR LEYENDO
Continúa disfrutando de nuestros contenidos sin interrupciones. Si ya tienes una cuenta con nosotros, inicia sesión.
- The Most Powerful Idea in the World, William Rosen.[↩]
- Empire of Light, Jill Jonnes.[↩]
- The Double Helix, James Watson.[↩]
- Weaving the Web, Tim Berners-Lee.[↩]
- Cf. Hasuba Villa y Ana Gabriel Núñez, “Resolución histórica de la ONU sobre inteligencia artificial (IA)”, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública y Centro de Estudios de Derecho e Investigaciones Parlamentarias, Cámara de Diputados, México.[↩]
- Idem.[↩]
- Disponible en https://es.euronews.com/my-europe/2024/03/13/el-parlamento-europeo-aprueba-la-ley-de-ia-por-abrumadora-mayoria. Consultado el 3 de octubre de 2024.[↩]