El patriarcado, como cultura, permea las prácticas e instituciones que de ésta surgen. Así, tanto las relaciones sociales como sus instituciones se han visto permeadas por una visión patriarcal y machista de la sociedad. ¿Cómo podemos identificar el sesgo de género en el Derecho? Sobre esto nos platica Jimena Ávalos.
Jimena Ávalos Capín es la titular de la Unidad de Prevención y Combate al Acoso Sexual del Consejo de la Judicatura Federal, desde donde creó un mecanismo de atención integral para víctimas de violencia sexual, con enfoque de justicia restaurativa, dentro del entorno laboral del Poder Judicial de la Federación.
¿De dónde proviene tu interés por el feminismo?
Jimena Ávalos – Vengo de un ambiente bastante conservador, de escuela católica y familia tradicional. Fue justo en la escuela católica donde me empecé a dar cuenta de que ciertas cosas no iban conmigo. Me acuerdo que ahí empezó este sentimiento de rebeldía, pues había ciertas cosas que me generaban coraje y rechazo a un ambiente segregado por género.
En general, los ambientes segregados por género nos hacen daño en el sentido de que no convivimos en términos de iguales, de colegas, con los otros géneros. Eso va en detrimento de la convivencia y la diversidad. Luché para que me cambiaran de colegio, cada vez a colegios más rebeldes, liberales, libres. Tuve la fortuna de ir a una preparatoria más acorde a mis intereses, donde me empecé a vincular con los movimientos feminista y con los derechos de la comunidad LGBT. En esa época íbamos con todo en el tema del aborto seguro en la Ciudad de México y del matrimonio igualitario, que apenas empezaban a discutirse con seriedad.
Y después estudié la licenciatura en la Ibero, siempre como la hippie loca; pero afortunadamente ya había allí algunos académicos y académicas que me orientaron. Pienso en José Luis Caballero y en Miguel Rábago Dorbecker, mis profesores, quienes ya abordaban el tema de los derechos humanos y tenían una visión mucho más amplia del mundo. Fueron ellos quienes también me animaron a ir a estudiar la maestría en el extranjero. Y ya fue en la maestría que me dediqué por completo a estos temas, los cuales ya me habían apasionado desde el activismo, pero justo pensando cómo le hacía para conciliar mi profesión, que yo desempeñaba en un despacho, con esta parte que es lo que me apasionaba. Y eso hice en mi posgrado.
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¿Hubo algún momento determinante en tu vida que fuera el detonante para saber que querías ese rumbo?
Jimena Ávalos – Los temas de género y diversidad sexual me han apasionado desde niña; desafortunadamente es así porque sufrí violencia sexual —como la inmensa mayoría de las mujeres en este país—. Eso, aunado a la experiencia de identificar dinámicas familiares construidas con base en roles de género y de mi cariño a uno de mis tíos consentidos, que es un hombre gay con VIH, me llevó a comprometerme mucho con los temas de género e igualdad. En el ámbito académico, influyó en mí la clase “Derecho y mujer”, impartida por mi amiga Regina Tamés, relacionada con la jurisprudencia internacional sobre los derechos de las mujeres. Estos fueron los detonantes para mezclar el activismo y mi compromiso social con la profesión.
Mencionas que un tiempo trabajaste en un despacho. ¿Qué significó ese momento para ti? ¿Cómo decidiste que ya no querías estar ahí para hacer esta transición de lleno a los derechos humanos?
Jimena Ávalos – No tenía mucha idea de cómo ejercer en el ámbito de los derechos humanos y cuáles eran las vías disponibles. Sabíamos que existía la Comisión de Derechos Humanos, pero yo no estaba muy empapada de la labor de esas organizaciones que realizaban trabajo jurídico, más allá del Grupo de Información en Reproducción Elegida, y no sabía cómo tener contacto con ese mundo.
Desafortunadamente, universidades como la Ibero casi no tenían contacto con la sociedad civil para explorar posibilidades profesionales; muchas alumnas y alumnos nos íbamos a despachos. Litigué en materia civil y familiar por un tiempo, y después estuve en un despacho donde lo que quería hacer era litigio constitucional administrativo y aprender amparo.
En ese momento ya tenía bastante claridad de que el despacho no era para mí, pero no sabía de qué otra manera adquirir la práctica o el conocimiento que ahora ya existe en la Ibero, como las clínicas jurídicas. Pero en ese momento yo no conocía otra manera para aprender a litigar amparo, más que en un despacho; entonces me metí a litigar y ahí aprendí un poco las maniobras del oficio. Posteriormente cursé una maestría y ya no quise regresar al despacho, sino a la organización de la sociedad civil. Me fui a FUNDAR, dedicada al litigio estratégico en materia de derechos humanos. Entonces pude conciliar, en la sociedad civil, mi formación académica y mi experiencia en litigio.
En relación con la equidad de género, ¿en qué áreas crees que estamos fallando?
Jimena Ávalos – La violencia de género es algo omnipresente. La manifestación más extrema de esto es el feminicidio. En la cultura existen violencias, códigos y comportamientos que alimentan y toleran el machismo, que se generen lazos entre los hombres, excluyendo y discriminando a las mujeres, pero también a las personas de la diversidad sexual y a las personas que no cumplen con la expectativa del mandato de masculinidad hegemónica en determinado momento. Y eso hace que sigamos reproduciendo las mismas estructuras de poder y genera violencias desde los machismos cotidianos, hasta el feminicidio, pasando por el acoso y el hostigamiento sexual en el espacio de trabajo, hasta el acoso callejero, la violencia sexual en la familia, etcétera.
Ahora que se están implementando los juicios con perspectiva de género, ¿cómo ves el panorama? ¿Realmente están teniendo impacto?
Jimena Ávalos – La herramienta de perspectiva de género es importantísima. Desde la década de 1970 se ha cuestionado en las escuelas de Derecho el paradigma masculino del Derecho; por supuesto, masculino, blanco, heterosexual, privilegiado; un instrumento que sirve para mantener estructuras de poder. Desde entonces se han hecho análisis feministas de las normas y las sentencias y sobre cómo los operadores de las instituciones jurídicas tienen sesgos de género que terminan reproduciendo en el Derecho. Por eso se desarrolló una metodología jurídica feminista que busca visibilizar los sesgos que existen en nuestras normas, prácticas gubernamentales, sentencias, entre otras, considerando los contextos de las mujeres y reconsiderando al sujeto jurídico.
En este sentido, definitivamente la perspectiva de género es necesaria. Creo que ha dado grandes resultados pues nos ha ayudado a valorar desde una óptica distinta cuál es la realidad de las mujeres. Por ejemplo, en el tema de violencia sexual, había una regulación que se concentraba no en la libertad sexual de la mujer sino en la mujer desde un punto de vista patrimonial.
Tenemos que atender a nuevos criterios, como los que ha determinado la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de Valentina Rosendo, los cuales establecen que, en una violación, es normal que no haya testigos y que haya inconsistencias en el relato, porque no se puede exigir que la persona diga concretamente lo que le pasó, porque ha sufrido hechos traumáticos. Me parece que este tipo de criterios representan un parteaguas.
Un problema es que en las fiscalías las personas siguen teniendo estos sesgos. Ahí falta mucho por hacer —a pesar de que se busca sensibilizar con cursos y de que se han establecido fiscalías especializadas— para que realmente esta metodología, que es juzgar con perspectiva de género, empiece a permear en las decisiones judiciales; sin embargo, es indispensable.
Otra cosa que me gustaría decir es que debemos tener la perspectiva interseccional y no sólo enfocarnos en el género. Como sabes, la interseccionalidad es esta herramienta metodológica que nos permite analizar la discriminación desde distintos ejes; no solamente con base en el eje de género, de raza o de clase, por ejemplo, sino que debemos ver todas estas cosas en su intersección, es decir, identificar el punto en el que se unen.
Me gustaría saber qué opinas respecto de esta discusión que se ha venido dando sobre si en el feminismo los hombres pueden ser feministas o tienen que ser aliados de esta lucha.
Jimena Ávalos – Eso es más bien una discusión de términos. Si se quieren nombrar aliados o si se quieren nombrar feministas, eso no es trascendental. Lo que para mí es muy importante es saber desde dónde se van a enunciar como hombres.
Sabemos que los estereotipos de género afectan tanto a hombres como a mujeres. Sin embargo, la cancha no está pareja, es decir, hay una relación de poder en la que históricamente los hombres lo detentan, lo cual implica que desde ese lugar pocas veces los hombres cuestionen su mandato de género, como si se tratara solamente acerca de los derechos de las mujeres.
Los hombres también tienen género, asimismo poseen un mandato de género y eso también les genera dolor en muchos aspectos. El feminismo es suficientemente generoso para ayudar a los hombres a ubicar esos mandatos y analizar como estos mandatos también generan dolor y poder nombrar ese dolor. Rita Laura Segato, una antropóloga argentino-brasileña, explica que los niños varones son las primeras víctimas del patriarcado. No son, por supuesto, las mayores víctimas del patriarcado, pero son las primeras, en el sentido de que son ellos a quienes se les enseña a cometer violencias para demostrar constantemente que son hombres, lo que detona otra serie de violencias mucho más amplias.
Me parece muy valioso que los hombres asuman que también tienen un papel en la deconstrucción de los roles de género, que también es algo que les importa, que les genera dolor. Esa parte me parece muy importante, independientemente de si se nombran feministas o si se nombran aliados.
Volviendo un poco a Jimena Ávalos. Sabemos que tienes un podcast. Platícanos qué ha sido para ti este activismo digital de Estética Unisex y hacia dónde va.
Jimena Ávalos – El activismo digital es algo interesante. Yo soy muy activa en Twitter y de pronto ahí formo parte de la labor de difusión. Pero el podcast ha sido muy interesante porque nos ha permitido reflexionar sobre temas que son complejos que quizás generan ciertas resistencias, como hablar de teoría feminista, de perspectiva de género, de violencia sexual. Pero el hecho de hacerlo a través de películas, series, de cosas que están de moda, nos permite un balance muy interesante, entre un cotorreo informal y un análisis profundo sobre estas problemáticas.
Hemos tenido como invitadas a personas de distintas identidades, lo que nos ha permitido tener reflexiones mucho más ricas de las que yo podría compartir como académica o abogada.
Es muy importante permitirnos generar redes a través de este tipo de conversaciones y hacer patente la máxima feminista: “Lo personal es político”, relacionada con las vivencias que tenemos desde el cuerpo y desde las violencias que hemos vivido. Esto es en sí misma una metodología feminista, en el sentido de que no hay un conocimiento totalmente objetivo, neutro, científico. Me explico, todo pasa por el lente de la experiencia personal. En los análisis que realizamos en el podcast apelamos mucho a esto.
¿Qué libro marcó tu historia?
Jimena Ávalos – El trabajo de Bell Hooks me parece muy conmovedor. Marca un antes y un después en mí la manera en que habla de los movimientos sociales, del feminismo, como algo que se debe construir de manera colectiva. Escribió sobre la pedagogía horizontal y la construcción del conocimiento y acerca del amor.