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Job hopping en el mundo legal

Job hopping abogados

El reconocimiento de los pares, pertenecer a una firma de prestigio en la que puedan ir ascendiendo, contar con ingresos suficientes para gozar de comodidades o lujos, poseer títulos y especialidades, tener el poder de tomar decisiones dentro de una institución… son aspectos que muchos, consciente o inconscientemente, consideran para evaluar si su ejercicio profesional está resultando exitoso. Pero ¿estos objetivos también son perseguidos por las nuevas generaciones de abogados? ¿Cómo conciben los jóvenes la idea de “hacer carrera”? La autora escribe sobre el Job Hopping.


A lo largo del tiempo, el concepto del éxito profesional ha sido sinónimo del puesto de trabajo que se ocupa dentro de una empresa, del poder que se ejerce y de la percepción de una suma importante de ingresos. Para muchos quizá éste siga siendo el enfoque primario de una persona de éxito. Sin embargo, esta noción ha ido cambiando con el paso del tiempo, y para muchos profesionistas, particularmente de las generaciones más jóvenes, mejor conocidas como millennials y centennials (menores de 35 años de edad), comienzan a tener más peso los retos intelectuales, la flexibilidad, el balance con el tiempo personal, el reconocimiento y un buen ambiente de trabajo.

Cada profesión nos exige determinadas habilidades para poder desarrollarnos al máximo; en particular, el ejercicio profesional de la abogacía constriñe a todo abogado a contar con determinadas aptitudes para ser exitoso. Una de las oportunidades más fascinantes del derecho, tanto público como privado, son las múltiples ramas en que se divide, lo que hace que cada letrado pueda optar por elegir y destacar en una o varias de ellas. Sin embargo, este sector se ha enfrentado a una vasta competencia entre el número de licenciados que ejercen la profesión en nuestro país, aunado a factores externos respecto de la situación del mercado, la economía y los modelos de negocio que han incrementado el nivel de exigencia en el campo laboral.

Desde el inicio de su carrera un estudiante de derecho comienza a desplegar conocimientos técnicos del ordenamiento jurídico para después tener la capacidad de analizar, interpretar y aplicar la ley. Conforme va adquiriendo experiencia, en su mayoría, se guía por la ética profesional, preservando los principios y los valores morales y adecuándose al contexto social en el que se sitúa. Asimismo, se desenvuelve en competencias prácticas donde se le exigirá comprender las necesidades de los clientes, brindando asesoría legal con conocimiento comercial, facultad de negociación y con una excelente gestión de los asuntos.

En la actualidad, además de la pericia que se requiere para ser un excelente profesionista del derecho, surge la necesidad de adaptarse a un entorno globalizado que está evolucionando constantemente. Por eso los despachos jurídicos buscan acoplarse a las nuevas tendencias generacionales, reclutando a grandes conocedores de la ley que demuestren una alta capacidad técnica y analítica y una gran perspicacia para resolver situaciones de forma creativa pero, sobre todo, innovadora, y que se apeguen a las nueva era digital. Este cambio de paradigma, junto con la regulación del teletrabajo derivado de la pandemia, ha puesto en evidente ventaja a los jóvenes letrados.

Este posicionamiento supone un parteaguas en la carrera profesional del abogado y de la manera en que percibe el éxito, pues hay quienes se mantienen con la aspiración de alcanzar el nivel jerárquico más alto de la organización y quienes optan por una carrera más balanceada, o aventurada.

En ese sentido, por un lado nos encontramos frente al abogado más tradicional que opta por hacer carrera en un solo lugar, entendido esto último como “permanencia laboral”, la cual consiste en establecerse en un trabajo por tiempo indeterminado de manera voluntaria y consciente, en general con la aspiración de llegar a ser socio de los despachos más prestigiosos.

Al inicio de sus estudios universitarios, este abogado comienza a perfilarse por la rama que le apasiona y en la que se desenvuelve con más facilidad, lo que le hace buscar una pasantía para poner en práctica sus conocimientos. Con el paso del tiempo, dedicación y mucho estudio recibirá su título y su cédula profesional para ejercer la abogacía y adentrarse en el mundo real de la profesión. Existirán algunos que tiren la toalla en el camino, pero muchos otros seguirán especializándose, volviéndose maestros o doctores que se dedicarán con pasión a su oficio y a cumplir sus objetivos en ese lugar al que un día entraron por la puerta de un despacho y se hicieron la promesa de ver su nombre en ella.

Eso sí, nadie dijo que sería fácil. Contar con un nivel de excelencia técnica en conocimientos de derecho, tener la capacidad de captar clientes, detectar oportunidades de negocios, ser líder y gestionar trabajo en equipo son algunas cualidades que debe tener un gran abogado para alcanzar el nivel jerárquico más alto, además de un elevado grado de exigencia y competitividad.

Sin embargo, uno de los factores más determinantes que han marcado un cambio en esta tendencia es que, para llegar a esa meta, además de superar las diferentes categorías (pasante, asociado, of counsel, socio), se requiere una excepcional dedicación y entrega a su equipo y a sus clientes de alrededor de 10 a 15 años. Y, aun así, nada está garantizado.

Por lo anterior, podría valer la pena rediseñar las estructuras internas, pues aún con objetivos bien definidos, el mercado de prestación de servicios legales continúa siendo muy competitivo, por lo cual cada vez más provoca en los jóvenes la inquietud de replantearse su crecimiento profesional, buscando nuevos modelos de negocio que se adecuen a las nuevas tendencias generacionales y a sus intereses, como la entrada de start ups legaltech como nuevo competidor a los despachos tradicionales que están innovando el sector de este servicio.

Debido a estas nuevas tendenciasnos encontramos con un fenómeno que está en auge entre las nuevas generaciones millennials, llamado job hopping, o saltos de trabajo. Las personas con estas características suelen ser profesionistas que cambian de trabajo con relativa frecuencia y total voluntad en busca de nuevos retos laborales.

En cierta medida, aún prevalece la creencia de que estos job hoppers implican cierto desequilibrio en el mercado laboral pues las grandes organizaciones no desean invertir tiempo, recursos y formación en alguien que, dados sus antecedentes laborales, puede optar por irse de un momento a otro. Sin embargo, no debemos confundir este concepto, ni a estos profesionistas, con aquellos que no tienen sus metas bien definidas.

Con una gran capacidad de aprendizaje ligada a una continua curiosidad y a una gran ambición de estar constantemente entrenando su mente, el abogado saltarín, como a mí me gusta llamarlo, es flexible y se adapta con facilidad a cualquier entorno laboral. Sus aspiraciones han cambiado y ahora aporta una nueva visión al sector, pues exige tener relación directa con sus clientes, opinar sobre los proyectos y aportar ideas; le gusta trabajar por objetivos y valora inmensamente un sano ambiente de trabajo. Se le conoce por estar en constante búsqueda de la realización profesional y de la felicidad y por formar parte de proyectos en los que pueda tener un equilibrio con sus tiempos y su vida personal, pero sobre todo por hacer lo que le apasiona y recibir una remuneración por ello.

Puede representar un beneficio tanto para los despachos como para los prestadores de servicios jurídicos alternativos y las empresas, pues aporta nuevas ideas y una visión fresca del negocio y demuestra una mejora en la productividad. Se ha encargado de desarrollar una alta capacidad en la gestión de proyectos sin dejar de lado que, por antonomasia, es nativo digital. En ese sentido, cada día son más las organizaciones que buscan flexibilizarse para adaptarse a las necesidades de estos abogados saltarines.

Ambos perfiles tienen algo en común: son excelentes profesionistas y buscan destacar en lo que mejor saben hacer. Unos deciden permanecer en un solo lugar para competir por las posiciones más prestigiosas y generar excelente relación con los clientes, en tanto que otros se abren a la posibilidad de explorar diversas estructuras internas, especializarse en varios campos y balancear su tiempo laboral con su vida personal.

Pese a todo, estar en busca de mejores oportunidades de trabajo es una nueva realidad, pues la estabilidad ya no es una prioridad ni una garantía. Estar en constante actualización sobre las demandas del mercado y las tecnologías es tarea de todos aquellos que reclaman ejercer el derecho, considerando que el sector legal es una de las industrias más resistentes al cambio.

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