Juan Velásquez, un abogado defensor con sangre verde olivo

Mucho se ha escrito sobre la faceta jurídica de Juan Velásquez; sin embargo, poco se ha dicho sobre la sangre verde olivo que corría por su venas. Sobre esta otra faceta del «Abogado del Diablo» reflexiona, para hacer memoria, el Gral. Bgda. J.M. y Lic. Alejandro Ramos Flores, Fiscal General de Justicia Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional.


El pasado 27 de octubre quedó marcado para la comunidad jurídica militar y civil por la pérdida de uno de sus máximos exponentes: el licenciado Juan José Velásquez Evers. Fue uno de los abogados más emblemáticos, respetados, reconocidos y queridos de México, no sólo por su capacidad profesional, sino también por su sencillez, integridad y patriotismo. 

Desde entonces mucha tinta ha corrido en artículos y columnas periodísticas, recordando que el Lic. Juan Velásquez, como se le refería en el mundo de la abogacía, dedicó los 54 años de su vida profesional a la defensa penal y a la academia; y que durante esa larga y exitosa trayectoria, salió invicto en la defensa de importantes personalidades de la política, la cultura, la religión, entre muchos otros, en los que a pesar del repudio popular, siempre salió victorioso a base de su conocimiento, experiencia y claridad de pensamiento; lo que le valió el mote de «El Abogado del Diablo». 

El éxito de todos los casos que defendió, obedeció a su capacidad jurídica, su convicción del derecho a una defensa de toda persona y la pulcritud de actuación ante los tribunales, sin ningún señalamiento de actos de corrupción o influyentismo en su gestión, por lo que el Consejo de la Judicatura Federal lo calificó como el «Arquetipo del Defensor”; lo que así fue refrendado a lo largo de su trayectoria profesional con 9 doctorados Honoris Causa y más de 1,500 reconocimientos como conferencista en las más prestigiosas universidades e instituciones públicas y privadas del país y el extranjero. 

Sin embargo, lo que poco se ha escrito es sobre la sangre verde olivo que corría por sus venas. El honor, la disciplina, la lealtad y el nacionalismo que lo caracterizaron provenían de una familia militar, en la que su abuelo, su padre, su tío y un primo abrazaron la carrera de las armas, llegando incluso el primero a ser Subsecretario de Guerra y Marina. Él mismo realizó sus primeros estudios internado en la extinta Universidad Militar Latinoamericana hasta su ingreso a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Lo anterior, explica que en diversas entrevistas y presentaciones el propio Juan Velásquez afirmara que: más que abogado su sueño era ser militar. Lo que evidencia el profundo amor y respeto que tuvo por las Fuerzas Armadas a las que, junto con la Suprema Corte de Justícia de la Nación, consideraba que eran las instituciones a las que tenía el mayor respeto y sin las cuales, sostenía, no podría existir el país como es hoy. 

Su antecedente familiar y formación militarizada le propició un conocimiento natural del entorno militar y la sociedad, adquiriendo una visión profunda sobre la vocación en la entrega y sacrificio al servicio del país por parte de las Fuerzas Armadas, la naturaleza del andamiaje legal de la institución castrense y, por ello, lo acertado de sus asesorías en temas críticos de actualidad, necesidades institucionales y futuro inmediato. 

Por eso, tal vez, también siempre sostuvo una relación cercana con las Secretarías de la Defensa Nacional y de Marina como: asesor jurídico, docente y conferencista, por más de dos décadas en las principales instituciones educativas militares y navales del más alto nivel; así como asesor en la defensa de personal militar que en el cumplimiento del deber se vio involucrado en procesos legales. 

Para las Fuerzas Armadas Mexicanas de tierra, mar y aire, Juan Velásquez fue un baluarte en la formación de sus mandos, en el Heroico Colegio Militar, Colegio de Defensa Nacional y Centro de Estudios Superiores Navales, donde impartió cátedra y conferencias por más de dos décadas, y debido a ello, fue reconocido con las Condecoraciones al Mérito Docente y al Mérito Docente Naval, sin pasar por alto que fue un digno paradigma para los abogados de los Servicios de Justicia Militar y Naval, quienes se vieron atraídos por su refulgente cátedra y aguda visión del entorno jurídico. 

Imbuido en la mística militar, dado su linaje y formación, Juan Velásquez defendió y exaltó en distintos foros, conferencias y entrevistas en medios de comunicación, el desempeño y trascendencia de la institución castrense y de la Justicia Militar, y participó en la asesoría de la defensa de muchos militares y marinos que en el cumplimiento del deber se vieron envueltos injustamente en procedimientos penales. Se ganó el respeto, la admiración y el cariño de Generales, Jefes, Oficiales y Tropa, no solo por su sencillez y calidez humana, sino por su enorme contribución, por lo que se le otorgó el derecho a ser Miembro Honorario de la Asociación del Heroico Colegio Militar y a la Condecoración a la Distinción Militar, unas de las más prestigiadas recompensas militares que se pueden otorgar a un civil.

Con la partida de Juan Velásquez, la academia y el foro jurídico mexicano pierden a uno de sus mayores exponentes, a la vez que la sociedad mexicana pierde también a una de las voces consultivas más reconocidas y de mayor autoridad en el plano jurídico-penal, donde con profundo conocimiento teórico, histórico y práctico daba una sencilla explicación o crítica a las reformas de la legislación penal nacional.

Las Fuerzas Armadas han perdido en sus filas a un valioso consejero y en sus aulas a un excelso profesor; pero sin duda, se quedan en ellas la experiencia, el conocimiento, el ejemplo y la gratitud a las contribuciones de Juan Velásquez. Que sirva este artículo para honrar la memoria y la obra que realizó mi amigo, en beneficio de las Fuerzas Armadas, de la abogacía y de México.

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