El devenir histórico de las relaciones entre Estados ha moldeado las formas en que éstos resuelven sus conflictos. A pesar de los mecanismos diplomáticos que se han generado para lograr contextos de paz, el desarrollo tecnológico y la desinformada opinión pública representan un riesgo para la resolución de conflictos internacionales y, por ende, para la construcción de un planeta sustentable. Paulina Palencia Méndez reflexiona críticamente sobre la evolución de la diplomacia.
En el siglo XVII, Europa sufrió los estragos de una guerra, que duró tres décadas, por diferencias religiosas entre católicos y protestantes. Las negociaciones de paz entre las partes fueron largas y tendenciosas, pues nadie quería ceder más allá de lo que se obtenía. No fue sino hasta 1648 cuando se logró firmar un armisticio en la región alemana de Westfalia, llamada la Paz de Westfalia, que marcó un hito en el estudio de las relaciones internacionales al propiciar un equilibrio de poder entre los Estado nación y marcar el inicio de la diplomacia. Lo anterior se vio afectado por las guerras napoleónicas (1803-1815) y por la primera y la segunda Guerra Mundial en 1914-1918 y 1939-1945, respectivamente.
Desde entonces, se sentó un antecedente en la conducción diplomática de los países y en los diversos ámbitos de sus negociaciones. Gracias a ello, los acuerdos de paz fueron evolucionando hasta lograr la creación de un organismo internacional que salvaguardara la seguridad entre las naciones y que fomentara la cooperación internacional, la democracia, la protección a los derechos humanos y las libertades fundamentales. Producto de esto fue la consumación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, en el mundo globalizado existe un actor en las relaciones internacionales que cada día adquiere mayor influencia, pues tergiversa la comunicación entre los Estados e incrementa las limitantes de una diplomacia preventiva: la opinión pública. Ante esto, ¿la opinión pública puede influir en las operaciones de mantenimiento de la paz? ¿Las desacreditaciones al actor preponderante por excelencia —ONU— podrán alterar al sistema mundial? ¿Qué ocurriría si se pierden los valores democráticos en la mayoría de los Estados?
Ciudadanía mediática
La interconectividad de la sociedad moderna cambió la forma de comunicar y a los medios de comunicación per se. Sin embargo, desde la creación de internet, en el marco de la Guerra Fría, su dinámica de transformación ha sido constante debido a que existe un mayor alcance a la información y, por ende, un aumento de la participación y del interés en la vida pública.
No obstante, al tener habilitada tanta información, cientos de usuarios no validan la veracidad de los hechos, lo cual ocasiona masas de desinformación cuyo único objetivo es crear escenarios irreales para alterar el statu quo y transformarlo en caos, como las elecciones presidenciales en Estados Unidos en 2020 que culminó con el asalto del Capitolio. O bien la invasión de la Federación Rusa a Ucrania, o la Primavera Árabe que inició en 2011 como una revolución en pro de la democracia en Medio Oriente y el norte de África y que culminó en varias crisis humanitarias en Libia, Yemen y Siria. Este último país aún enfrenta una guerra civil y recientemente fue iafectado por uno de los terremotos más intensos jamás registrados. ¿Por qué la Primavera Árabe no culminó como se esperaba? ¿Valen más los intereses geoestratégicos que la voluntad de un pueblo que busca la transición pacífica a un nuevo sistema político? ¿Quiénes fueron los responsables de tergiversar el movimiento? ¿Cuál fue el punto de inflexión que quebrantó la diplomacia entre las partes?
El acceso a la información y la expresión de los ideales propios son derechos inherentes de las personas, según lo establecido en el artículo 17 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por ese motivo la ética profesional tiene un valor agregado en la época de la desinformación. El miedo, causado por la psicosis de la manipulación, se ha convertido en una emoción que impulsa a tomar malas decisiones. Hoy más que ayer la información es sinónimo de dinero. El conocimiento es poder, pero ¿hasta dónde se puede ejercer ese poder para manipular a las masas?
Valores democráticos
La ruptura del diálogo y la fallida conducción de la comunicación ha fragmentado la convivencia humana en el ámbito político diplomático, donde la intolerancia y la premisa de una supremacía intelectual permea cada una de las decisiones que se toman, vulnerando el Estado de Derecho y ocasionando el efecto dominó en el orden mundial.
La evolución humana nos invita a reflexionar y a cambiar las acciones que dañaron el orden mundial. Sin embargo, el retroceso en los valores democráticos cada vez es más común en varios países donde los derechos humanos y las libertades universales se van esfumando y olvidando en los libros de historia. ¿Realmente quedarán en el olvido los derechos civiles que dio la Revolución Francesa a la humanidad por el fallido fanatismo político de algunos aspirantes a dictadores? Muchas páginas se han escrito y mucha tinta se ha vertido para explicar la importancia de un balance entre los poderes políticos, conocidos en México como los poderes de la Unión, y para perfeccionar su funcionamiento.
En la actualidad, la ruptura democrática inicia cuando la mentira da cobijo a desacreditaciones y señalamientos de culpas —a otros— por resultados fallidos; razón por la cual el resurgimiento de la tendencia política populista en el mundo es impulsado, en primera instancia, por el desconocimiento total de la realidad, y, segundo, por el conformismo ciudadano que recibe dádivas políticas en lugar de gozar plenamente sus derechos universales. ¿La sociedad internacional debe auspiciar réplicas de fanatismos que menoscaben la dignidad humana? En esas circunstancias, ¿cuál es la idea de regresar a las viejas prácticas de represión cuando se ha logrado tocar la gloria de la libertad?
Relaciones ríspidas
A partir de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, en varios puntos de Estados Unidos el rumbo de las relaciones internacionales cambió. Desde ese momento hubo un incremento de las relaciones ríspidas entre los Estados que desequilibró el orden mundial donde el enemigo común era el terrorismo,1 lo cual incitó al derrumbamiento del sistema de seguridad colectiva. Sin embargo, la decisión unilateral del agraviado fue atacar a un país, en este caso Afganistán, para saciar su ira y continuar en Iraq. Los aliados de Estados Unidos también sufrieron los estragos del terrorismo, lo que incentivó el debate en torno de la guerra que duró 20 años.
Derivado de lo anterior, la Carta de las Naciones Unidas fue vulnerada por quien prometió defenderla desde su creación en 1945. La Asamblea General de las Naciones Unidas invitó a Estados Unidos al diálogo, así como hoy exhorta a la Federación Rusa a realizar lo propio condenando la invasión a Ucrania y expresando su grave preocupación por la situación humanitaria. La intolerancia diplomática es perceptible en varios foros de discusión ante la falta de acuerdos y la nula resolución de conflictos.
Hasta el momento han sido dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad los que han infringido el cumplimiento de la Carta de la ONU. ¿Habrá un tercero? ¿La República Popular China se animará a imitar los ideales estadounidenses y rusos al invadir Taiwán para finalizar la política “un país, dos sistemas” y transmutarlo a “una sola China”?
La pulcritud de la diplomacia se basa en el respeto y en la vehemencia de hacer de las relaciones internacionales la posibilidad de que la paz prevalezca en el presente y en el futuro.
Notas:- Al Qaeda.[↩]