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La mujer en la Revolución Mexicana

Cruz Blanca y acción humanitaria

Es importante revisar el pasado para saber cómo algunas mujeres se enfrentaron a la desigualdad para cambiar el rumbo de su historia y cimentar un camino hacia la dignidad, el acceso a los derechos y la igualdad, independientemente del reconocimiento de la sociedad. Alejandra Garnica recoge la historia de tres mujeres que durante la Revolución Mexicana procuraron construir, en un entorno de violencia, un espacio en el que las personas pudieran acceder a su derecho a la salud.


Las mujeres jugaron un papel trascendente en la Revolución mexicana; sin embargo, durante muchos años su participación fue poco reconocida. Uno de los problemas para acceder a la información sobre las importantes actividades que realizaron en ese momento, es que gran parte de sus acciones las llevaron a cabo en la clandestinidad, lo cual impidió su registro. En este mes es importante hacer un ejercicio de memoria y homenajear a algunas de estas mujeres que influyeron en las prácticas humanistas que hoy replicamos y que permean al discurso jurídico. Me refiero, en particular, a tres mujeres que fungieron como enfermeras y sentaron las bases en México de importantes instituciones de asistencia humanitaria.

Elena Arizmendi Mejía y la Cruz Blanca Neutral

Durante la Revolución, los heridos rebeldes carecieron de asistencia médica. Por mandato del gobierno de Porfirio Díaz, la Cruz Roja Mexicana les negó el acceso a su derecho a la salud pública y digna, pues esa organización únicamente atendía a los heridos que pertenecían al ejército federal. Lo anterior provocó que el pueblo mexicano se indignara y que a través de diversos periódicos, manifestara su inconformidad contra el gobierno en turno.

Los enfrentamientos y la violencia aumentaron junto con la cantidad de heridos que no podían ser atendidos y que, por la gravedad de sus lesiones, morían al poco tiempo. Tras la desagradable cifra de fallecimientos en estos escenarios, estudiantes de medicina y enfermería (entre quienes estaba Elena Arizmendi Mejía) crearon una asociación neutral para auxiliar a los hombres heridos en combate y disminuir el desafortunado ruido de la guerra. De ese modo, el 5 de mayo de 1911 nació la organización humanitaria alternativa denominada Cruz Blanca Neutral con el objetivo de atender a los heridos de ambos bandos. La asociación fue rápidamente aceptada por la sociedad y las donaciones llegaron con facilidad a sus urnas 

La primera brigada de esaa organización estuvo conformada por la propia Arizmendi mejía, por los doctores Ignacio Barrios y Antonio Márquez, ocho estudiantes de medicina y las enfermeras María Avon, Juana Flores Gallardo, Atilana García, Elena de Lange y Tomasa Villarreal. La segunda brigada fue liderada por el doctor Lorenzo y 10 enfermeras, entre quienes se encontraban Inocenta Díaz, Concepción Ibáñez, Jovita Muñiz, Concepción Sánchez, María Sánchez Basilia Vélez y Antonia Zorilla. De forma voluntaria ambas brigadas partieron a Ciudad Juárez.

Tras la desagradable cifra de fallecimientos en estos escenarios, estudiantes de medicina y enfermería (entre quienes estaba Elena Arizmendi Mejía) crearon una asociación neutral para auxiliar a los hombres heridos en combate y disminuir el desafortunado ruido de la guerra. 

En este sentido, Elena Arizmendi fue una de las primeras activistas del feminismo en el país. Además de lo que aquí se narra, fue periodista y creó organizaciones como Las Mujeres de la Raza y La Liga Internacional de Mujeres Hispanoamericanas, enfocadas, ambas, en el mejoramiento cultural y económico de la mujer. Años más tarde su labor en hospitales hizo que las mujeres mexicanas obtuvieran un sueldo justo y digno. 

Leonor Villegas de Magnón, la Rebelde, y la Cruz Blanca Constitucionalista

Otra organización de asistencia humanitaria que surgió durante la Revolución para auxiliar médicamente a los combatientes fue la Cruz Blanca Constitucionalista, creada por Leonor Villegas de Magnón. Nacida en 1876 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, Villegas de Magnón —también conocida como la Rebelde— fue activista política, de sanidad, periodista y maestra. Gracias a sus cartas, fotografías, documentos y autobiografía podemos tener acceso a un registro y un testimonio directo de su autobiografía, lo cual nos ha permitido conocer un poco más de la historia de la Revolución mexicana.

Esta mujer fundó la Cruz Blanca Constitucionalista para asistir a los soldados heridos durante los años catastróficos que duró la Revolución mexicana. Comparto la experiencia con la que inició el servicio de ambulancias en México, publicada por la revista Dimensión Antropológica del Instituo Nacional de Antropología e Historia:

“En la madrugada del 17 de marzo de 1913, la Rebelde despertó de su intranquilo sueño al oír resonar los primeros tiros en ambos Laredos. Movida por una influencia extraña a la que no prestó resistencia, se vistió precipitadamente.

”Eran las seis de la mañana, las calles desiertas no la desanimaron, se dispuso a ir inmediatamente a auxiliar a los heridos. 

“Resuelta a cumplir este patriótico y piadoso deber no vaciló; sin esperar, abordando un automóvil que pasaba en esos momentos al tiempo que llegaba otro con un grupo de señoritas que venían huyendo de Nuevo Laredo para escaparse de las balas, le dijeron que toda la población estaba ya cruzando el puente para el lado americano. La Rebelde les hizo ver que debían regresar, bajaron del coche para unirse a Leonor. En ese grupo venía Jovita Idar, periodista que había pasado la noche en Nuevo Laredo y estaba al tanto de los sucesos. Frente al edificio del semanario La Crónica Jovita bajó a avisar a su padre; mientras tanto, la Rebelde vio sobre el respaldo de una silla una toalla blanca que tomó junto con una brocha que contenía pintura roja, salió corriendo y pintó una cruz en el cristal. Así se inició el servicio de la ambulancia que habría de dar eficaz ayuda al movimiento revolucionario”.1

Más tarde la Cruz Blanca Constitucionalista pasó a ser la Cruz Blanca Nacional.

Refugio Esteves Reyes, la Madre Cuca, primera enfermera militar2

Refugio Esteves Reyes nació en 1881 y quedó viuda a los 25 años de edad. En Guadalajara consiguió trabajo como costurera en un hospital, donde un general la invitó a realizar labores de . En esa actividad encontró su verdadera vocación. Atendió a los primeros heridos de la Revolución sin saber nada de primeros auxilios; no obstante, eso la apasionó.

Su labor fue reconocida por un general del ejército, quien la nombró enfermera y le otorgó el rango de sargento primero, antes de ser nombrada teniente coronel.

Lamentablemente la participación de las mujeres en la Revolución fue poco reconocida y valorada. Y a pesar de que no existen muchos registros de las mujeres que tuvieron papeles activos durante este momento bélico de la historia de México, sabemos que la gran mayoría —al principio— fueron voluntarias que arriesgaban su vida.

En 1902 formó un equipo de enfermería llamadas Los Ángeles que se encargó de instruir a más mujeres en la rama de la enfermería y de los primeros auxilios, lo que propició que el equipo se extendiera a varias partes del país para atender a hombres caídos por los enfrentamientos de la Revolución mexicana. 

El trabajo que realizó la Madre Cuca fue reconocido por el Congreso de la Unión con una medalla de honor por su trayectoria, valor y compromiso. 

En 1915 fue herida de bala en el hombro izquierdo. Se recuperó completamente. Y, entre otras experiencias, ésta sumó al recuerdo de su valentía.

Reflexiones

Lamentablemente la participación de las mujeres en la Revolución fue poco reconocida y valorada. Y a pesar de que no existen muchos registros de las mujeres que tuvieron papeles activos durante este momento bélico de la historia de México, sabemos que la gran mayoría —al principio— fueron voluntarias que arriesgaban su vida. Por supuesto, no sólo participaron enfermeras. Hubo, entre otras, ferrocarrileras, soldaderas, periodistas, etc., que fueron de gran importancia en esta época.

La Revolución mexicana fue un periodo de conflictos políticos, armados, sociales y económicos. Algunas enfermeras tenían un sueldo de 33 a 66 centavos al día, lo cual ayudó a la economía de sus hogares, ya que muchas eran responsables de sus familias porque sus parejas o sus padres estaban en el campo de batalla.

Se requiere un homenaje histórico, sí, pero también una aproximación crítica a la historia que nos permita cuestionar cómo el género sigue influyendo a las instituciones jurídicas y sociales que sostienen la desigualdad entre hombres y mujeres.

Fuentes de consulta

Gabriela Cano, “Se llamaba Elena Arizmendi”. Disponible en https://www.revistadelauniversidad.mx/download/024951d0-9aa0-41b9-afc0-e6c727a1d5d9?filename=se-llamaba-elena-arizmendi.

Notas:
  1. Leonor Villegas de Magnón, la Rebelde. Disponible en https://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=830.[]
  2. La Madre Cuca. Disponible en https://issuu.com/academiaaesculapmx/docs/143_horizontes_conocimiento_ene2022/s/14565941.[]
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