Ley Cinematográfica, asignatura pendiente

En diciembre de 1949 se publicó la anhelada Ley Cinematográfica. Entre polémicas, proyectos y ácidas discusiones de los miembros de la comunidad cultural, el gobierno alemanista le dio luz verde.  

Comenta Emilio García Riera, en su Historia documental del cine mexicano, que de 1949 a 1951 se produjeron “más películas mexicanas que en toda la década de los treinta”. Ese auge, alentado, entre otras razones, por la baja producción estadounidense y europea durante la Segunda Guerra Mundial, propició la conocida “Época de Oro”, etiqueta y sello que cobró fuerza en los años sesenta para definir, con nostalgia, un tiempo de nuestro cine. 

Era “otro” México que, por cierto, se acostumbraba a las películas nacionalistas y veía con ojos de asombro Los olvidados, de Luis Buñuel, premiada en el extranjero y despreciada en nuestro país. Era un cine que se afirmaba como industria en un sexenio que abría puertas al mundo y que apuntaba a ser el del “cachorro de la Revolución”.  

García Riera escribe: “Por fin, se promulgó la Ley Cinematográfica, pero […] no con la fuerza necesaria para cambiar la situación, ni mucho menos. Además, aún esa ley tímida, insuficiente y nada acorde con las verdaderas exigencias culturales que el cine representa, tuvo muy escaso y restringido acatamiento”.

En 1992 la ley fue modificada en el contexto de las negociaciones y la firma del Tratado de Libre Comercio (tlc) de México, Estados Unidos y Canadá. 

Con adiciones a lo largo de los años, la Ley Cinematográfica ha estado en el centro de la polémica. Se escucha la fuerza de la voz de una comunidad que reflexiona y opina sobre su oficio. Es el creciente avance de una industria que, además de generar empleo, promueve y difunde la cultura.

El decreto promulgatorio del Tratado entre los Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC) en 2020 establece nuevos retos que se suman a los ya planteados en el TLC. Modifica, entre otras cosas, los porcentajes de exhibición en pantalla de las producciones mexicanas. Abre el escenario a los especialistas, preocupados por la revisión y la modernización del marco legal ante los avances de las plataformas digitales y la circulación de productos audiovisuales, los derechos de autor, la distribución, la exhibición, la comercialización y la protección de las obras. 

El cine es el rostro múltiple del México diverso en un mundo global. ¿Están las leyes respectivas acordes a las necesidades del país, en el marco de la globalización y de los tratados comerciales? Especialistas afirman que el T-MEC produce asimetría entre los países firmantes y que no existe el equilibrio suficiente para dotar a nuestro cine de esquemas de apoyo que, en última instancia, lo son para fortalecer los derechos culturales. 

La adecuación de la Ley Cinematográfica, como parte del marco legal y normativo en cultura, es un llamado del presente para consolidar el derecho al futuro.

André Malraux escribió: “La cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo vida”. El cine, decía García Riera, es mejor que la vida.

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