Los universitarios hablan es un espacio abierto a la comunidad estudiantil que cursa la licenciatura en las instituciones de educación superior. Pretende ser un escaparate en el que los universitarios opinen libre y responsablemente sobre temas de actualidad. En esta entrega participan estudiantes de la Escuela Libre de Derecho que dan su visión respecto de un tema específico y actual: las manifestaciones en defensa del INE.
Elisur Arteaga Nava
El pasado domingo 13 de noviembre los mexicanos marcharon en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE). En la Ciudad de México miles de capitalinos recorrieron desde el Ángel de la Independencia hasta el Monumento a la Revolución gritando: “¡El INE no se toca!”. Dicha marcha, además de haber sido la más numerosa en asistentes, contó con la presencia de célebres políticos, tales como: Vicente Fox, Santiago Creel y, en carácter de orador, José Woldenberg.
La causa de esta movilización es la iniciativa de reforma electoral que el Presidente Andrés Manuel López Obrador pretende implementar mediante la modificación de varios artículos constitucionales.
Algunos de los cambios más relevantes son los siguientes: a) Sustituir al Instituto Nacional Electoral (INE) por el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC); b) reducir del 40% a 33% el porcentaje de participación de electores requerido para la validez de la revocación de mandato; c) la implementación del voto electrónico; d) la eliminación de los Organismos Públicos Locales (OPLES) para concentrar sus funciones en el INEC; e) la reducción de los recursos destinados a los partidos políticos; f) suprimir 200 de los 500 diputados, así como 32 senadores de los 128 actuales; g) la reducción del número de consejeros electorales de 10 a 7; h) la votación por elección directa de entre los propuestos por los tres poderes de la unión, en contraposición al sistema vigente de elección indirecta, de los consejeros del INEC, así como los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Es notorio que se trata de una reforma integral que, por su gran extensión, no cabe calificar de absolutamente benéfica o nociva, pues si bien posee puntos positivos, también envuelve riesgos que superan sus ventajas y que amenazan con tambalear nuestra incipiente democracia.
Hay que recordar que esta iniciativa proviene desde el poder, del partido dominante en las urnas actualmente. Por esta razón, levanta sospechas pretender trasladar precisamente a las mismas urnas, la designación de los consejeros del órgano constitucional autónomo (OCA) encargado de las elecciones, así como de los magistrados a cargo de esta materia.
Nuestra democracia es perfectible, sin duda; no obstante, su edificación ha costado sangre y siglos de aprendizaje. El resultado de esta experiencia quedó plasmado en el texto constitucional vigente, que incorpora al INE como un OCA de diseño complejo que busca evitar “caídas del sistema” como la de 1988 y que persigue ser autónomo de los poderes de la unión, en contraste con la extinta Comisión Federal Electoral dependiente de la Secretaría de Gobernación. En suma, la materia electoral plasmada en nuestra Carta Magna tiene una planificación cuidadosa que requiere, en todo caso, de una reforma íntegra que evite trastocar principios como la autonomía del INE y la imparcialidad de los magistrados del TEPJF.
La defensa de nuestras instituciones son el motivo de la marcha para quienes discrepan con la iniciativa de reforma; no se marcha a favor de la corrupción, ni del racismo, ni del clasismo como asegura el Presidente. En una democracia sana, como manifestación de la libertad de expresión, existe el derecho a disentir.
Alejandro Ávila Valladares, ELD
Hay Oposición, pero no la Suficiente
Décadas de un sistema electoral podrido en el siglo pasado están gravadas en la memoria mexicana como si fuera en piedra. El gobierno actual pretende que olvidemos, pretende vender un retroceso en materia electoral como si fuera realmente progreso y los mexicanos nos estamos dando cuenta. El pasado domingo 13 de noviembre, se reunió el pueblo mexicano en las ciudades más importantes de la República para manifestarse en contra de la Reforma Electoral que nuestro presidente ha venido promoviendo.
“Fue un striptease político al conservadurismo,” aseguró Andres Manuel López Obrador, calificando a la protesta de “racista y clasista” y retando a los manifestantes a llenar el Zócalo la siguiente vez. Sus allegados también minimizan la marcha democrática, por dar un ejemplo, Martí Batres se viralizó por señalar en una publicación en Twitter que a la marcha atendieron “entre 10 y 12 mil personas,” cuando por otro lado, el exdiputado federal y parte de los organizadores del movimiento en pro del Instituto Nacional Electoral (“INE”), Fernando Belaunzarán, señalaba en la misma red social que en realidad el número alcanzaba los 200 mil en la Ciudad de México. Además, se reportaron movilizaciones en casi toda la República mexicana, principalmente en Nuevo León, Puebla y Querétaro. Por su lado, Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, agradeció públicamente a quienes estuvieron presentes, “gracias a la ciudadanía por cuidar su democracia”, reiterando su postura en contra de la Reforma Electoral, postura que no ha sido en lo absoluto privada.
Los calificativos de racista y clasista que el presidente usó para describir a los marchantes desafortunadamente no están tan lejos de la verdad. Algunos manifestantes portaron carteles despectivos hacia Andrés Manuel, otros fueron grabados dirigiendo groserías discriminatorias en su contra. Lamentablemente, no son casos aislados y esa forma de pensar se comparte entre una gran parte de sus opositores, lo que evita que se abarque de fondo lo que incomoda a la población de la Reforma Electoral. Discursos ignorantes como estos tienen un efecto contraproducente que consiste en reducir el diálogo tanto de gobierno como de oposición a ofensas y prejuicios.
El contenido de la Reforma Electoral pasó a un segundo plano. Entre el discurso racista de oposición y la respuesta bromista del gobierno, las propuestas contenidas en el paquete de Reforma se ignoran, lo que le conviene principalmente a sus promoventes pues es en realidad, una reforma que implica un retroceso en nuestro sistema electoral, amenazando a las instituciones que sostienen dicho sistema en México y que silenciaría a la disidencia, manteniendo a salvo la cómoda posición política con que cuenta la administración actual morenista.
La participación ciudadana en la marcha del 13 de noviembre demuestra que hay con qué y que hay apoyo en la oposición. Pero demuestra también que el fundamento ideológico de la oposición se está viendo mermado por algunos desafortunados representantes que parten del odio y resentimiento para justificar su causa. Si quieren ser mejores, deben de manejarse con el ejemplo, estableciendo el nivel de discusión intelectual en donde debe de estar.
Arturo Yamil Alvarado Díaz Slim