Platicamos con Melissa Ayala, coordinadora de litigio y documentación en el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), sobre la justicia reproductiva, la despenalización a nivel federal del aborto y el derecho a la autonomía reproductiva.
¿Qué es esto de la justicia reproductiva? Parece que es una categoría muy amplia, abarca muchas cosas.
Melissa Ayala – Es una pregunta muy interesante; yo creo que es la lucha por lograr que todas las personas podamos acceder a nuestra autonomía reproductiva. Como saben, en nuestra constitución política se prevé este derecho, pero desafortunadamente, por distintas cuestiones, no se les garantiza a muchas mujeres y a muchas personas con capacidad de gestar. Lo que buscamos a través del movimiento de la justicia reproductiva es que las personas tengan el derecho a ejercer su vida reproductiva como debe ser, como lo mandata la propia ley.
¿Cómo lo mandata la propia ley?
Melissa Ayala – La autonomía reproductiva y el derecho a la salud reproductiva tienen que garantizarse de manera digna; se tiene que garantizar, por ejemplo, que todos los procedimientos cuenten con el consentimiento libre, previo e informado de las personas, pero en este caso muy particular, el de las mujeres y las personas con capacidad de gestar. Tiene que existir la posibilidad de que sea gratuito; en nuestro país existe el derecho al acceso a la salud y tenemos distintos mecanismos para lograrla; existe, por ejemplo, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de la Seguridad Social para Trabajadores del Estado (ISSSTE), el IMSS-Bienestar (antes Insabi, y antes de eso el Seguro Popular). De esta forma se tiene que garantizar el acceso gratuito a la salud reproductiva, desde la salud menstrual hasta el parto, posparto, puerperio y las técnicas de reproducción humana asistida. Ahora sabemos que todas las omisiones y los actos que lastiman o que vulneran la salud, tanto física como mental de las mujeres y personas gestantes, se llama violencia obstétrica; entonces, también hay que garantizar que estos servicios se brinden de manera adecuada, libre de violencia y gratuitamente.
Parece que hay una falta de adecuación entre la realidad jurídica que planteas y lo que en la realidad material sucede. ¿Cómo ves el panorama en general en el país?
Melissa Ayala – Yo siempre digo que vivimos en el país del realismo mágico jurídico. ¿Por qué? Porque tenemos una constitución preciosa y leyes magníficas, y cuando vemos la realidad, no coincide con éstas. Hay una ley general para que las mujeres vivan libres de violencia, donde se prevén todos los tipos de violencia, y donde se señala que el Estado tiene que actuar para garantizar esta vida libre de violencia; tenemos una constitución preciosa que establece el derecho al acceso a la salud, el derecho a la igualdad y a la no discriminación, pero a la hora que ves cómo se prestan los servicios de este tipo de salud, no coincide con lo que acontece en la cotidianeidad. Aquí, por ejemplo, es donde me parece que tenemos que voltear a ver al tema estructural, porque desafortunadamente ahí está el problema. No es el problema de un médico en particular, estamos hablando de la forma en la que está construido un sistema, que es el caldo de cultivo perfecto para todas las violaciones a los derechos humanos que se experimentan día a día en el sector salud tenemos médicos y médicas understaffed, a los residentes no les está pagando…). Hay que ver cómo arreglamos el sistema para que a las personas no se les violen sus derechos; si ponemos curitas en casos particulares y no vemos la situación macro, realmente no nos metemos a las medidas de no repetición. ¿Cómo vamos a evitar que estos casos no se repitan a lo largo del tiempo? Una puede acompañar o litigar un caso en particular, pero ese caso es también el de otras cien mil mujeres; tenemos que encontrar la forma de evitar que estas cien mil mujeres vean sus derechos violados.
Desde tu perspectiva, en cuanto al tema de elegir, ¿cómo ves lo que sucede en las grandes ciudades?
Melissa Ayala – Es importantísimo hablar de eso. Desafortunadamente en muchas ocasiones nos centramos únicamente en lo que ocurre, sobre todo, en la Ciudad de México. Es un gran pecado que cometemos desde los activismos: ser chilangocentristas. Esto ocurre en lo general, no solo en los activismos. Por eso es tan importante generar alianzas con los movimientos de base, porque ahí es donde se identifica qué está pasando alrededor del país –en municipios, en rancherías, en la sierra– y no únicamente en las capitales. Con los movimientos de base sí puedes llegar a tener un conocimiento de lo que está ocurriendo de verdad en el país; lo que pasa en la unidad médica familiar que está en Ocosingo a tres horas de la capital, por ejemplo.
Ante el panorama electoral, muchos temas sobre justicia reproductiva no son parte sustancial del debate público ni del político. ¿Qué opinión te merece esta ausencia? Si apenas lo hablamos en la Ciudad de México, me imagino que mucho menos se va a hablar en lugares como Ocosingo.
Melissa Ayala – Creo que no se habla en público sobre esto: primero, porque sigue teniendo mucho estigma el señalar lo pesado que es; segundo, porque es un tema que no les importa a las personas que ejercen distintos poderes –me refiero al poder económico, al poder político, al poder cultural– porque siguen siendo ejercidos, preponderantemente, por hombres. Un ejemplo muy paradigmático es este caso que llevó GIRE hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a la Segunda Sala, en donde hace muchos años el reglamento de las guarderías del IMSS únicamente preveía que todas las mujeres trabajadoras tenían acceso a las estancias infantiles del IMSS y que los hombres únicamente si eran viudos, divorciados o tenían la guardia y custodia por completo de sus hijas, hijos, podían acceder a ellas. ¿Qué había de fondo detrás de esta diferencia? No era un favor hacia las mujeres, sino la idea de que si el hombre sale a trabajar, hay una mujer que se queda en la casa cuidando a los hijos. Es un ejemplo chiquitito, pero que me parece paradigmático de la situación en la que vivimos.
En relación a los temas que te refieres que siguen siendo pensados como privados, pero que aún así regulan las leyes, me surge otra pregunta. ¿Por qué no tenemos autonomía sobre nuestros propios cuerpos? ¿Qué papel juega la educación en todo esto?
Melissa Ayala – El tema de la educación tendría que estar en todas partes. Desafortunadamente hay mucho miedo de abordar la educación sexual, la educación reproductiva; creo que el único elemento que se llega a tratar es el de la abstinencia porque pues, vaya… se quedaron en otro siglo. También hay que ver qué tipo de educación se imparte, qué tipo de mensajes son los que se van a comunicar, porque eso tiene que ve con el conocimiento que tengamos de nuestros derechos; no todas las personas los conocen, y las redes sociales no han sido suficientes para divulgarlos. ¿Dónde están las campañas públicas en las que se despliega la información?
Vemos escenarios más o menos semejantes en el país. En relación a justicia reproductiva, en relación a la violencia, ¿qué observas en los criterios de los tribunales?
Melissa Ayala – Lo que está pasando en Argentina preocupa muchísimo. Las argentinas nos regalaron el pañuelo verde, ellas inspiraron al movimiento de la marea verde que ahora es mundial –ahora que en Francia se declaró que el aborto es un derecho constitucional, veías a las mujeres francesas festejando con un pañuelo verde–. Por eso preocupa que este señor esté diciendo que se va a quitar el derecho al aborto. Ya lo decía Simone de Beauvoir, en los momentos de crisis los primeros derechos contra los que se vienen son los de nosotras; lo único que se necesita para que nos los quiten, es un momento de crisis. Lo vimos en Estados Unidos: en los setentas se emitió la sentencia del caso Roe v. Wade y luego, hace dos años, la de Doves v. Jackson echando para atrás un derecho, y el voto concurrente de Kavanaugh que dice que no se está eliminando el derecho sino simplemente el aborto. Todos sabíamos que existían estas trigger laws en Estados Unidos que estaban esperando que, en cuanto se cayera el criterio de Roe v. Wade, en quince días entrarían en vigor estas; leyes que criminalizaban el aborto a partir de la semana seis. La mayoría de las mujeres no saben que están embarazadas en la semana seis.
El 6 de septiembre. ¿Qué pasó? ¿Que falta?
Melissa Ayala – El 6 de septiembre del 2021, se votó la acción de inconstitucionalidad 148/2017. ¿Qué es esto? Se señaló –por primera vez– por el Pleno de la SCJN, que la criminalización absoluta del aborto es inconstitucional. No se despenalizó a nivel federal, sino que se señaló que el caso en particular llegó porque se reformó el Código Penal de Coahuila, y la entonces Procuraduría General de la República impugnó ciertos artículos dentro de los cuales estaba el delito de aborto; entonces, cuando llegó el asunto a la SCJN, lo que las y los ministros señalaron es que es inconstitucional la criminalización absoluta del delito de aborto, pero en cuanto a la manera muy específica de cómo estaba regulado en Coahuila.
La verdad es que es algo muy bonito y muy interesante analizar cómo discutieron los ministros y las ministras en su época la despenalización en la Ciudad de México en comparación con cómo lo hicieron en esta sesión de Pleno. Es una diferencia abismal. Y es importante reconocérselo a la Corte por la evolución argumentativa que se han tenido las ponencias, no únicamente por las y los nuevos ministros, sino también por las personas que las integran: cada vez hay más mujeres, cada vez hay gente más progresista.
El argumento de esa sesión, por el que se declara la inconstitucionalidad de la criminalización absoluta del aborto, es importante porque provoca que todas y todos los jueces locales y federales estén obligados a seguir la argumentación de ese asunto; en ese sentido, si en un caso en particular se llegase a criminalizar a una mujer por abortar, se podría impugnar una vez que se judicializara su caso. Hay que recordar que en materia penal el hecho de que te abran una carpeta de investigación todavía se puede, pero en el momento en el que llega aun juez local de lo penal, ahí es donde se tendría que argumentar la SCJN ya dijo que la criminalización absoluta es inconstitucional.
Nosotras, desde GIRE, a la luz de ese criterio de la SCJN, y ante un contexto de punitivismo brutal en donde hasta dentro de los movimientos de derechos humanos quieren meter todo al código penal, cuando esa materia debería ser la última ratio –el último instrumento legal que se use para resolver un conflicto–, nos dimos cuenta de que la criminalización seguía porque el delito estaba ahí, por lo que quisimos materializar la sentencia de la SCJN en todo el país a través de demandas de amparo en todo el país para obligar a que los jueces y las juezas de distrito y a los tribunales colegiados, a que declaren inconstitucional el delito de aborto en cada uno de los códigos penales. Ya tuvimos varios casos exitosos; particularmente el de Aguascalientes y el del Código Penal Federal.
El primero se proyectó bajo la ponencia del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá. En ese asunto, la Primera Sala señaló que es inconstitucional el delito de aborto en el estado de Aguascalientes porque viola distintos derechos, entre ellos los de igualdad, no discriminación, salud, autonomía reproductiva, dignidad, libre desarrollo de la personalidad; y obligó al Congreso local a derogarlo durante su período ordinario de sesiones. En Aguascalientes ya no existe el delito de aborto antes de las 12 semanas de gestación.
Lo mismo ocurrió con el Código Penal Federal. Este asunto lo proyectó la ministra Margarita Ríos Farjat, siguiendo la misma argumentación del proyecto del ministro González Alcántara. Ahí se ordenó al Congreso federal derogar el delito de aborto del Código Penal Federal. Esta sentencia es relevante porque, bajo el nuevo sistema de salud, el del IMSS-Bienestar que está dando servicio en todo el país, a sus trabajadores y prestadores de servicio, les aplicaría el Código Penal Federal. Ahora que el Congreso federal derogue, ya existirá el delito de aborto antes de las 12 semanas.
En estos temas de justicia reproductiva, de forma obvia, la protagonista es una mujer. Y no obstante, ya se empieza a hablar de personas gestantes. Muchos temas se abren a la comunidad LGBT+. Pero aquellos que se tratan en relación con hombres son temas como paternity leave, anticonceptivos, paternidades violentas… ¿Cómo se integra a los hombres en esta idea de justicia reproductiva?
Melissa Ayala – Es una pregunta complicada. Creo que dentro del movimiento feminista, por obvias razones, desde donde yo litigo o desde donde yo veo las estrategias jurídicas, ponemos a las mujeres o personas con capacidad de gestar en el centro. Puede ser que mi postura esté mal, pero siempre voy a estar abierta a escuchar otras opiniones. Me parece que, desafortunadamente, cuando vemos a los hombres querer hablar del tema es sobre lo que las mujeres pueden o no hacer con sus cuerpos. Nunca es –no me gusta ser tan categórica, pero yo nunca he visto a un hombre hacerlo– sobre su vida reproductiva, las implicaciones que ésta tiene; hablar sobre el tema con otros hombres siempre es bajo la mirada de que las mujeres no deben poder abortar, y si lo hacen el Estado las tiene que criminalizar. Los discursos los hombres se enfocan en lo que las mujeres podemos o no hacer. ¿Dónde están los hombres hablando sobre lo que ellos pueden hacer o no hacer sobre sus cuerpos? Creo que esa una conversación que hace falta; yo no veo estas conversaciones entre ustedes: no hay hombres denunciando discriminación por pedir paternity leave o liderando un movimiento para que pueda recoger a sus hijos en sus escuelas, para pedir permisos para llevar a sus hijos al pediatra, o exigiendo campañas de vasectomía gratuitas para todas las personas que no quieran tener hijos. A lo mejor existe, pero no lo he visto.
Me llama la atención la importancia de la comunicación de los derechos, a la que ya te has referido. El lenguaje que se usa para comunicar un derecho tiene implicaciones, sean positvas o bien, cargadas de estigmas. ¿Cómo deberíamos nombrar este derecho –al aborto, a decidir, libre desarrollo de la personalidad–. ¿Cómo debería comunicarse este derecho?
Melissa Ayala – Cuando empezó el movimiento en la Ciudad de México, se hablaba del derecho a la interrupción legal del embarazo porque decir aborto causaba escozor. Depende de la audiencia y del objetivo. Si lo que buscamos es desestigmatizar, yo hablaría del derecho al aborto, porque decir aborto tendría que normal. Pero si lo que se busca es presentar la posibilidad de abortar sin ser criminalizada, entonces se puede enunciar como derecho a decidir.
Algo que pasa en muchas ocasiones cuando se habla del derecho al aborto, es que la gente piensa –en un imaginario erroneo– que las feministas le dirán a las mujeres que aborten. No es así. Al final del día, si una quiere continuar con su embarazo, tiene ese derecho y el Estado tiene ciertas obligaciones con respecto a ello. Todo embarazo se tiene que cuidar, se tiene que garantizar el derecho a la salud, garantizar que no haya violencia obstétrica, que no se esterilice o se utilice algún anticonceptivo sin el consentimiento de la persona.
Para ser concreta, depende de la audiencia y del objetivo del medio. Yo me siento muy cómoda con la expresión derecho a decidir o con derecho a la autonomía reproductiva; en ésta última, se engloban ambas. Cuando quiero causar más impacto, hablo sobre el derecho al aborto. Como tú dices, el lenguaje importa.
Saberse desde la ciudadanía, o desde la sociedad civil, agentes de cambio es muy importante. Como un llamado a la acción, ¿cómo pueden las personas sumarse al cambio?
Melissa Ayala – Lo primero es entender que el aborto es un derecho; en este sentido, hau que evitar hacer comentarios estigmatizantes alrededor de dicho derecho: no se sabe cómo un comentario puede impactar en su vivencia. No se necesita ser abogada de litigio estratégico, jefe de gobierno, presidente de la república, para generar aunque sea un pequeño cambio. Tan solo educarse y entender que las cosas que decimos impactan a las demás personas. Si realmente lo que queremos es lograr quitar el estigma alrededor del aborto, también hay voltearse a ver a una misma, a uno mismo, y eliminar este tipo de comentarios. Por ejemplo, los comentarios que hacen las y los profesores en universidades puede tener un impacto muy fuerte en chavitas que están en una edad reproductiva. Es muy importante ser introspectivos y empáticos para generar un cambio muy importante.
¿Cómo te ha transformado a ti como persona, como abogada, estar estudiando y leyendo con esa avidez tantas sentencias y tantos casos?
Melissa Ayala – Te das cuenta que todo se puede judicializar. Todo se empieza a ver desde los ojos del litigio. Soy esa persona que te dice que la SCJN ya tiene una sentencia sobre eso –como cuando alguien dice hay un capítulo de La Rosa de Guadalupe que lo explica–. Otra cosa que me pasa mucho es que el estar leyendo y leyendo sentencias también recuerdo que detrás de cada una hay un caso, hay una persona, hay un conflicto, y entenderlo es muy interesante. A veces el abogañol nos quita eso de agarrarle el saborcito al conflicto que hay detrás; como cuando te hablan sobre la litispendencia y el sobreseimiento, güey, qué hueva. Pero si uno empieza a leer los hechos y a ver la historia detrás del asunto, se percata de que eso de lo que trata le pueda pasar a cualquiera de sus amigas. Es como leer una novela. Leer tantas hace a una ver el mundo con ojos de litigio. Muchas cosas que pasan en la vida diaria tienen una respuesta ya en el derecho. También genera ganas de compartirlas.
Descubrir que detrás del ADR y tecnicismos hay personas y vidas que están siendo impactadas.
Melissa Ayala – Pasa mucho, como con la profesión médica, que hay un tema de coto de poder. A mí me encanta enseñar a las personas a litigar amparo. Yo creo que el juicio de amparo tendría que ser accesible para todas las personas. Democratizar la justicia es eso: hacer que las personas conozcan sus derechos, pero también cómo buscar que se les garanticen y se les repare si se les violaron.