Podría parecer trillado, un lugar común para “quedar bien”, dedicar nuestra edición de marzo a las mujeres, con ocasión del mes en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Y sin embargo no lo es. Porque año con año, pese a las invitaciones, a la implementación de protocolos, a la aprobación de leyes tendientes a promover y alcanzar la igualdad en el acceso de las mujeres a puestos directivos en empresas, instituciones, dependencias de gobierno y firmas legales, la realidad sigue contradiciendo el discurso de inclusión y equidad de género.
Para muestra un botón: 90 por ciento de los socios de los despachos de abogados en México siguen siendo hombres. Así nos lo recuerda María Teresa Paillés, presidenta del consejo directivo de Abogadas MX, asociación civil que precisamente busca promover el acceso de las profesionistas del derecho a mejores oportunidades laborales y de desarrollo profesional. Y como afirma en la entrevista que engalana nuestra portada, la falta de oportunidades no se debe a la ausencia de talento, sino a muchos otros factores. ¿Cuáles son éstos? ¿Se trata de un fenómeno exclusivo de nuestro país? Revisemos algunos datos al respecto.
Según un estudio elaborado por CincoDías y publicado en El País en 2019, en España las abogadas representan 48 por ciento del total de los integrantes de las grandes firmas; sin embargo, el número de socias sólo corresponde a 19 por ciento. Siguiendo el mismo estudio, en Alemania el porcentaje de socias es de 10 por ciento; en el Reino Unido, de 28 por ciento, y en Estados Unidos, de 20 por ciento.
Las razones parecen estar claras: en primer lugar, la dificultad para conciliar la vida personal y familiar con el ejercicio de la profesión, debido a que tradicionalmente son las mujeres quienes han asumido los deberes del hogar y el cuidado de los hijos. Pero hay algunas otras razones que nos ofrece el mismo reporte. Además del 58 por ciento de las mujeres que abandonan el ejercicio profesional para atender el cuidado de familiares, 54 por ciento lo hacen por el nivel de estrés que supone conciliar esos dos planos, el personal y el profesional; 32 por ciento por la falta de oportunidades para crecer profesionalmente, 24 por ciento por la falta de una remuneración adecuada y 24 por ciento por acoso sexual o temor a represalias. Pero no es todo: 82 por ciento ha reportado falta de respeto de algún subordinado; 75 por ciento ha sufrido algún comentario degradante o “chiste” de parte de sus colegas varones; 63 por ciento ha sido acusada de falta de compromiso en algún momento, y 28 por ciento ha recibido la solicitud de que un caso que atienden lo siga llevando un abogado.
¿Qué herramientas tenemos a nuestro alcance para revertir estas tendencias? En su artículo sobre igualdad de género en las empresas, Mariana Mier, vicepresidenta del recientemente creado Instituto Mexicano por el Estado de Derecho, expone algunas ideas que vale la pena considerar con toda seriedad. Por mencionar sólo un par de ellas, incorporar la perspectiva de género en los estatutos sociales de las empresas e implementar mecanismos de trabajo flexibles que permitan, además del cada vez más extendido home office, habilitar espacios dentro de las empresas como guarderías y centros de apoyo para la realización de tareas para los hijos menores.
La deuda histórica que como sociedad tenemos hacia el desarrollo profesional de las mujeres no se ha saldado, pero con acciones concretas, en la ruta correcta, pronto podremos no sólo reconocer el talento femenino que hasta ahora ha sido relegado en muchos ámbitos, sino construir nuevos esquemas de participación, nuevas formas de hacer negocios, nuevas formas de llevar a cabo el ejercicio profesional. Las nuevas generaciones de abogadas así lo esperan y por eso trabajan día a día.
Al respecto, vale la pena leer las palabras que comparte con abogacía Fernanda Zamora, estudiante de derecho e integrante delConsejo Interuniversitario Nacional de Estudiantes de Derecho, A.C. (CINED): “Una mujer que decida estudiar derecho se verá inmersa en un mundo compuesto en su mayoría por hombres; estudiará leyes que siguen teniendo tintes machistas y patriarcales, y se desarrollará en un gremio que en ocasiones le dará más relevancia a su aspecto físico que a sus ideas. Pero también tendrá la oportunidad de abrir puertas; de crear oportunidades para que más mujeres sean escuchadas y respetadas; de ser parte de la toma de decisiones que pueden beneficiar a todo un género; de luchar por la equidad y defender a aquellas que han sido discriminadas y violentadas por el solo hecho de ser mujeres”.
Que no pase un 8 de marzo más sin compromisos reales, tangibles, en nuestro gremio, por hacer de la equidad de género una realidad.