Uno de lo graves problemas que afronta México es el de la delincuencia organizada. Además de la violencia que resienten las personas, la economía y la política exterior nos colocan en una situación compleja. La dificultad del combate al narcotráfico deriva, en parte, de que las prácticas de los grupos delictivos se han enraizado en la cultura. ¿Qué quiere decir esto? María José Hernández Vargas y Karina Carbajal Muñoz nos explican.
En el seno de la cultura hegemónica mexicana ha surgido una subcultura en la que, a través de canciones, películas, series televisivas, redes sociales, documentales y otros medios de difusión, las personas han adoptado, por convicción, actitudes, prácticas y lenguajes propios de los narcotraficantes y del estilo de vida que los rodea.1 Nos referimos a la cultura del narcotráfico, a la cual llamaremos, por su término coloquial, en sustitución del concepto “subcultura del narcotráfico”,2 “narcocultura”.
La narcocultura es parte de un universo simbólico particular, de un sistema de valores a partir de la premisa del honor, muy al estilo de las culturas y las mafias mediterráneas: valentía, lealtad familiar y grupal, protección, venganza, generosidad, hospitalidad, nobleza y prestigio;3 formas de regulación interna —el uso de violencia física en contra de quien traicione al jefe o quiera salirse del negocio—; un consumo específico —uso de sustancias ilícitas o adquisición de joyería de valor—; un argot particular —manejo de claves como estrategia de clandestinidad—;4 modelos de comportamiento caracterizados por un exacerbado “anhelo de poder”, en una búsqueda a ultranza del hedonismo y del prestigio social, y una visión fatalista y nihilista del mundo reflejada en distintas formas de objetivar el imaginario social. Por ejemplo, el narcotraficante sabe que en su afán del goce total “tarde que temprano le llegará la muerte”.5 Y así lo manifiesta claramente el siguiente narcocorrido:
Cuando menos pensaba, enredado
en la mafia me encontraba, la vida no está pelada,
también hay que echarle ganas, nadie te regala nada.
Cuando me encliqué yo ya sabía
que tenía que dar mi vida por el jefe, si tenía.
Cumpliré todo lo que me digan, mientras Dios me preste vida.
Pa’ la papa saco yo todos los días,
el pellejo es el que rifa…
(El F1, Natanael Cano)
La narcocultura es un fenómeno social que se vive en diferentes países de América Latina, sobre todo en Colombia y en México, aunque su desarrollo ha sido distinto en el interior de cada nación por los rasgos socioculturales propios y la forma en que ha intervenido el narcotráfico en ellos.6
En México, su presencia se dejó sentir a partir de la década de 1970 con el incremento y la diversificación de la producción de películas, música y documentales relacionados con el consumo y el tráfico ilícito de drogas, pero también, por la difusión mediática que ha tenido el estilo de vida de los narcotraficantes, su lenguaje, sus consumos, su vestuario, sus accesorios, entre otros aspectos.7 Un ejemplo de lo anterior es la famosa “Chapo Moda” que se produjo con la elevada venta de camisas al estilo de las que viste Joaquín el Chapo Guzmán Loera, referencia de algunas imágenes y videos de él publicados en internet.7
Esta cultura también incide en la religión, lo que podemos observar en las historias que representan los valores de la narcocultura; verbigracia, el respeto remarcado que existe hacia la historia de Jesús Juárez Mano, mejor conocido como Malverde, personaje que ha adquirido un rango de santidad. Según cuenta la leyenda, Malverde fue un campesino que sufrió muchas injusticias y padeció hambre; los hacendados lo maltrataban y lo golpeaban. Como consecuencia de ese maltrato empezó a asaltar y a robar a los hacendados y a las familias más adineradas de la región, con el objetivo de darle el dinero al pueblo y así mejorar la vida de los sectores más postergados.8 Hasta que un día se juntaron todos los terratenientes y le pidieron al gobernador que lo atraparan. Finalmente fue herido de muerte y a la postre fue colgado en un mezquite, a dos cuadras de la capilla que se construyó años más tarde en su memoria en Culiacán, Sinaloa. El nombre de Malverde se debe a que el hombre se metía en el monte —“el mal verde”— para asaltar. Muchos lo describen como un santo bandido muy generoso, razón por la cual hasta nuestros días se le considera el santo de los narcos.
En este contexto no podemos dejar de lado la influencia que tiene la narcocultura en el plano musical. Son muchos los artistas y los grupos musicales que se dedican a interpretar sencillos con referencia a las prácticas de los narcotraficantes. Empero, por lo que nos atañe, solamente haremos mención de la trayectoria de tres cantantes de diferentes décadas, quienes se dedicaron o se dedican a la interpretación de los tan afamados “narcocorridos”.
Uno de ellos es Rosalino Sánchez Félix, mejor conocido como Chalino Sánchez o el Rey del Corrido, uno de los cantantes más reconocidos de la música regional mexicana. Sánchez empezaría a componer canciones para todos los que tuvieran historias interesantes y, poco a poco, sumaría varios corridos. Lamentablemente, el 16 de mayo de 1992, dos días después de dar la que sería su última presentación, Chalino fue hallado muerto al lado de una carretera con dos heridas de bala en la parte posterior de la cabeza. Se asegura que su muerte fue consecuencia de una amenaza que recibió mientras cantaba “Alma enamorada” en su último concierto.9
Valentín Elizalde también conocido como el Gallo de Oro, fue un cantante mexicano que interpretaba sus canciones en los géneros banda sinaloense, norteño, corrido y cumbia. Siempre mostró interés en el tema de la muerte, como lo demuestran algunas de sus canciones: “Quiero charlar con la muerte” y “Cuando yo me muera”, en las que expresa lo que para él es la vida y la muerte. Desafortunadamente Elizalde fue asesinado por un comando cuando salía de una presentación en el palenque de la Expo Feria en Reynosa, Tamaulipas, la madrugada del 25 de noviembre de 2006.10
Actualmente, un gran exponente de los corridos es Hassan Emilio Kabande Laija, de 23 años de edad, mejor conocido como Peso Pluma, cantante y compositor de música, específicamente regional mexicana del subgénero de corridos bélicos. Aunque el contenido bélico siempre ha estado presente en la naturaleza de los corridos, los corridos bélicos son una nueva marca del regional mexicano.
Los corridos bélicos combinan instrumentos que producen una mezcla de sonidos que fusiona el reggaetón, la banda y el corrido, creando una variante del corrido tradicional con elementos del género urbano. Este tipo de corrido se distingue por hacer referencia a actos de intimidación y de consumo de sustancias, lo cual ha generado muchas críticas. En contraste, los corridos tumbados no se centran tanto en la violencia y sus letras abordan temas distintos, mientras que los corridos bélicos se enfocan un poco más en la violencia y suelen hablar de enfrentamientos armados, crimen organizado y narcocultura.11
No es un mito que en pleno 2023 los corridos sean el tema del momento en México, razón que también ha motivado la creación de series o documentales sobre la vida de personajes importantes en la historia del narco. El auge de estas series se puede comprobar en la titulada Narcos de Netflix, todo un éxito mediático. De hecho, llegar a ser narco es una aspiración que fascina a muchas personas y que en algunos estados mexicanos como Tamaulipas, Nuevo León y Sinaloa algunos jóvenes comienzan a adoptar actitudes de “capos”. Las narcoseries han configurado un nuevo modelo de valores y se han impuesto frente a las series policiacas, de manera que en lugar de promocionar el orden y la justicia se promueve esta serie de conductas que recaen en el quebrantamiento de la ley.12
El fenómeno de la narcocultura presenta una inversión entre lo normal y lo patológico, ya que las actividades ostentosas y violentas que la caracterizan son cada vez más regulares y constantes, mientras que el modelo ético de comportamiento se mantiene fuera de sus normas.13 Hablamos de que es el reflejo de los procesos históricos de violencia, corrupción y actividades ligadas al tráfico de drogas como manifestaciones pútridas que atraviesa el país. La evolución constante de la narcocultura va creando nuevas formas para su estudio, porque responde a sucesos que dejan huella en la vida social ante el clima de violencia e inseguridad en el que está inmerso el país. En esta línea, no se puede mantener el objeto de estudio, la narcocultura, alejado del fenómeno que la alimenta, el narcotráfico, ya que es generador de escenarios sociales, culturales, económicos y políticos, e involucra, evidentemente, actos que rompen con el orden social establecido.14 El desafío será analizar otros ámbitos de la narcocultura con posibilidades de estudio,7 como el papel de las mujeres en la gestión de negocios ilícitos, el agotamiento y la complicidad de las instituciones, los imaginarios y las percepciones juveniles sobre la violencia, entre otros aspectos.
Notas:- Imagen Noticias, “Así es la vida alrededor de la ‘narcocultura’ ”, material audio visual, 2017. Disponible en Youtube: https://youtu.be/A9r32ohccLw.[↩]
- Ana Georgina Aldaba Guzmán, “La narcocultura como expresión de identidad social”, Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección de Tesis Generales, Facultad de Estudios Superiores Acatlán, México, p. 5, 2013. Tomado del repositorio institucional de la UNAM.[↩]
- La calidad moral del honor es una característica de las sociedades mediterráneas influidas por la cultura árabe y ha transmigrado a la cultura popular latinoamericana a través de la colonización española y la aparición de las mafias mexicanas (Héau y Giménez, 2004).[↩]
- Catherine Héau, y Gilberto Giménez, “La representación social de la violencia en la trova popular mexicana”, Revista Mexicana de Sociología, año 66, núm. 4, octubre-diciembre, México, Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004.[↩]
- Jorge Alan Sánchez Godoy, “Procesos de institucionalización de la narcocultura en Sinaloa”, 2009. Tomado de Procesos de institucionalización de la narcocultura en Sinaloa (scielo.org.mx).[↩]
- A. T. Becerra Romero, “Investigación documental sobre la narcocultura como objeto de estudio en México”. Culturales, 6, e349, p. 2, 2018. Tomado de https://doi.org/10.22234/recu.20180601.e349.[↩]
- Idem.[↩][↩][↩]
- “La historia de Jesús Malverde, el santo de los narcos”, Clarín, 2018. Tomado de La historia de Jesús Malverde, el santo de los narcos (clarin.com).[↩]
- “¿Una amenaza de muerte? La vez que Chalino Sánchez recibió una nota en pleno concierto y cambió su semblante”, Milenio, 2022. Tomado de “Chalino Sánchez: qué decía la nota que le entregaron”,video, Grupo Milenio.[↩]
- “Biografía de Valentín Elizalde: la historia, vida y legado musical de Valentín Elizalde”, Buena Música, 2011. Tomado de Valentín Elizalde. Biografía, historia y legado musical (buenamusica.com).[↩]
- “¿Qué son los corridos bélicos? Así surgió el género musical característico de Peso Pluma”, Milenio, 2023. Tomado de ¿Qué son los corridos bélicos? Género especial de Peso Pluma (Grupo Milenio).[↩]
- Joshua Molina Olmedo, “Las dimensiones del narcotráfico en México”, Departamento de Sociología y Antropología. Grado en Sociología, 2020. Tomado de Las+dimensiones+del+narcotrafico+en+Mexico+.pdf (ull.es).[↩]
- Ana Georgina Aldaba Guzmán, “La narcocultura como expresión de identidad social”, Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección de Tesis Generales, Facultad de Estudios Superiores Acatlán, México, p. 5, 2013. Tomado del repositorio institucional de la UNAM.[↩]
- Anajilda Mondaca Cota, “Narrativa de la narcocultura. Estética y consumo”, Ciencia desde el Occidente, vol. 1, núm. 2, 2014. Tomado de 4.pdf (unam.mx).[↩]