La construcción de espacios digitales seguros es de suma importancia para proteger la salud mental de los menores que tienen acceso a internet. Ciberdelitos, acceso ilimitado a sitios web, ciberacoso, retos e implicaciones legales, son algunos de los temas que aborda Víctor Tubilla Rodríguez en su análisis del tema.
Los ciberdelitos en contra de menores de edad: la principal amenaza a la salud mental de niñas, niños y adolescentes de México
Cuando hablamos de problemáticas de salud pública estamos acostumbrados a escuchar sólo sobre aquellas que aquejan a la salud física de los mexicanos. Se piensa que esto se debe, en cierta medida, a las afectaciones que ha sufrido la salud física de millones de personas por enfermedades como el sars-CoV-2 en los últimos años. Sin embargo, a pesar de la merecida importancia de la salud física, pocas personas prestan atención a las problemáticas relacionadas con otros tipos de salud, como la salud mental.
El hecho de que las problemáticas relacionadas con la salud mental no sean tan visibles como las relacionadas con la salud física no quiere decir que éstas se encuentren menos presentes en la sociedad. El constante incremento en la actualidad de individuos que sufren trastornos como la depresión y la ansiedad es una clara muestra de lo anterior. Los factores que pueden originar esos trastornos en una persona pueden ser varios. Sin embargo, se considera que el entorno digital en el que se desenvuelve la mayoría de la gente hoy en día ha sido una de las principales causantes de las afectaciones a la salud mental. Entre los afectados destaca la presencia de quienes por su condición pueden ser más propensos a padecer afectaciones, como en el caso de los menores de edad.
El internet pasó de ser la herramienta accesoria en el pasado a una herramienta necesaria en el presente. Es indudable que este servicio ha traído consigo un sinfín de beneficios para las personas. Sin embargo, así como ha beneficiado a muchos individuos, también los ha perjudicado. La despersonalización de las relaciones entre sus usuarios ha dado pie a que muchos de ellos se aventuren a realizar acciones que no se atreverían a llevar a cabo si no estuvieran detrás de una pantalla. Por eso se podría afirmar que el internet es un arma de doble filo, donde el impacto positivo o negativo que se pueda causar dependerá de quien la esté empuñando.
Una experiencia negativa en internet podría derivar en afectaciones graves a la salud mental de quien la experimente. Los llamados ciberdelitos pueden ser un claro ejemplo de los impactos negativos que podría sufrir una persona a través de este servicio. Se les conoce así, coloquialmente, a los delitos que son cometidos a través del entorno digital.
Unas de las principales víctimas de los ciberdelitos son los menores de edad. El ciberbullying, el ciberacoso y la pornografía infantil son una muestra de los principales delitos que sufren los pequeños. La inocencia de la que gozan los menores, aunada a la facilidad que tienen otras personas para determinar su calidad y establecer contacto con ellos en la red, ha dado pie a que sean el blanco perfecto para recibir abusos. Por eso, al hablar de delitos cometidos en contra de los niños a través de internet, es inevitable no mencionar la importancia que tiene el derecho a la protección de los datos personales para la salvaguarda de su integridad.
La última edición del Estudio sobre ciberseguridad en empresas, personas usuarias de internet y padres de familia en México, elaborado por la Asociación de Internet MX en 2022, muestra el panorama actual de la participación de los menores de edad en la web. Para ese estudio los autores encuestaron a cientos de padres de familia y niñas, niños y adolescentes que son usuarios de internet. Allí se puede apreciar la forma en que el ciberespacio ha fijado el plano ideal para la comisión de delitos en contra de los menores de edad. Se considera que los resultados que arroja dicho estudio nos permitirán reflexionar sobre cómo, a pesar de que es claro que los niños son un constante blanco de abusos cibernéticos, no se le da la visibilidad que merece a esta problemática. Por eso, con base en esa investigación se destacarán aquellos aspectos que permitan identificar las causas que contribuyen al estado actual de las afectaciones a la salud mental de los menores de edad mediante internet.
Podría interesarte: «Estrategia preventiva en materia de ciberseguridad»
La mayoría de los menores de edad cuenta con dispositivos electrónicos propios sin limitaciones para su uso
Más de 50 por ciento de niñas, niños y adolescentes que fueron encuestados para el estudio al menos contaban con un dispositivo electrónico propio. Gran parte de ellos no sólo contaba con uno, sino con más de tres dispositivos electrónicos a su disposición. El 42.2 por ciento de los padres encuestados reconoció que no contaba con un sistema de control parental para limitar el uso que sus hijos pudieran hacer de sus dispositivos electrónicos. Una de las principales causas por las que esos padres no contaban con un sistema de esa índole fue la problemática que ellos mismos enfrentaban al establecerlos en los dispositivos que deseaban controlar. La imposibilidad para imponer limitaciones a las actividades de los menores en internet influyó en que más de uno de cada tres de los padres encuestados reconociera que sus hijos habían tenido acceso a material indebido en la web.
La disponibilidad con la que cuentan los menores de edad para navegar en internet y la falta de conocimientos de sus padres para limitar el uso que aquellos hacen de ese servicio ha dado lugar a un fenómeno: la vulnerabilidad de los menores de edad frente a la web.
El ciberacoso es la experiencia negativa más reportada por los menores de edad
De acuerdo con el estudio mencionado antes, entre 2021 y 2022 hubo un incremento en la percepción de los padres de familia sobre el riesgo de acoso hacia los menores de edad en la web. Destaca que la principal preocupación de esos padres de familia era que sus hijos pudieran ser víctimas de acoso por parte de otros adultos.
Del mismo modo, un considerable número de menores de edad reportó haber sido víctima de acoso a través de internet. Destaca que aproximadamente siete de cada 10 niños que reportaron haber sido acosados, sufrieron esa agresión por parte de otros menores de edad. Por otro lado, cuatro de cada 10 pequeños reportaron haber sido víctimas de acoso por parte sujetos adultos. Además, se advierte que las principales plataformas en las que dichos menores sufrieron de ciberacoso fueron las redes sociales, los servicios de mensajería y las plataformas de videojuegos en línea.
Asimismo, se ubicó a las mujeres como un subgrupo vulnerable en el entorno digital, pues, a diferencia de los hombres, recibieron la mayor cantidad de mensajes ofensivos y de insinuación sexual en el periodo mencionado. Por eso se advierte que el sexo y el género desempeñan un papel determinante al momento de medir las probabilidades de ser víctimas de acoso en la web.
Implicaciones legales de la participación de los menores de edad en internet
Es indiscutible que el hecho de que los menores de edad cuenten con un dispositivo electrónico propio —aunado a la incapacidad o la desidia de sus padres para limitar el uso que hagan de ese dispositivo— ha contribuido al estado de vulnerabilidad en el que se encuentran hoy en día. Sin embargo, se considera que estos dos no son los únicos factores que dan lugar a ese problema. En principio podríamos preguntar: ¿por qué es posible contactar a un menor para acosarlo en la web? Aquí es donde la protección de los datos personales de esos sujetos cobra especial importancia. El hecho de que terceras personas puedan contactar a los menores de edad, indiscriminadamente, para cometer ilícitos es una muestra de una de las principales áreas de oportunidad mediante las cuales se podría combatir esta problemática.
Las niñas, los niños y los adolescentes en México gozan del derecho humano a un desarrollo integral. Por eso se considera que la labor de proteger a esos menores en internet, además de ser responsabilidad de sus padres y de sus tutores, lo es de todos los miembros de la sociedad, en la medida de sus posibilidades. Para ser acosado en internet debe existir un canal de comunicación entre el acosador y el acosado. Esto implica que las empresas proveedoras de plataformas digitales que permiten la comunicación entre sus usuarios fungen como intermediarios en esta problemática. A pesar de la importancia de su papel ¿por qué esas empresas no han implementado medidas para proteger a los pequeños en sus respectivas plataformas?
Uno podría pensar que la mejor solución para resolver esta problemática sería que las plataformas digitales solicitaran a los menores declarar su edad para identificarlos como tales y protegerlos en ese entorno. No obstante, la solución anterior, por más sencilla que pudiese parecer para algunos, podría implicar grandes complejidades para otros. Al hablar de la “mejor” solución es importante no olvidar cuestionar: ¿para quién?
La minoría de edad puede ser considerada un dato personal. El hecho de identificar esta calidad en una persona podría derivar en efectos sobre ella, como hemos visto que ocurre en el caso de poder ser objeto de abusos por pare de terceros. Ahora bien, así como el reconocimiento de esta calidad puede producir efectos en los menores, también puede producirlos en terceros; por ejemplo, en los proveedores de las plataformas digitales en las que participan los niños. Pero ¿cómo la edad de los menores podría afectar a las plataformas?
Los menores de edad tienen una incapacidad legal para contraer obligaciones frente a terceros. Lo anterior implica que, en caso de que se les reconozca esa calidad en la web, eso implicará que el consentimiento que puedan otorgar a través de ese medio sería inválido. Esto tendría como resultado que sus representantes legales tendría que intervenir otorgando su consentimiento en los contratos de adhesión que permitan la participación de ellos, como sus representados, en un sitio web o en una plataforma determinada. Lo anterior tendría como resultado que los padres de esos menores puedan protegerlos de una manera mejor ante los peligros que involucra el uso de internet a temprana edad.
La necesidad de implementar medidas adicionales para que un menor de edad pueda participar en la web, aunque benéfico para sus padres, crearía rigidez al momento de atraer usuarios a las plataformas digitales. Esas medidas irían en contra de todos los dogmas de las personas que buscan otorgar una “buena experiencia de usuario” a través de dichas plataformas. Por eso, muchas personas evitan reconocer la participación de menores de edad en esas plataformas, con la intención de negar lo innegable. Aquí surge la siguiente interrogante: ¿más seguridad para los menores de edad o mejor “experiencia” para los usuarios en la web? La respuesta a esta cuestión dependerá de a quién se le pregunte.
Conclusión
Existe una problemática de salud pública que está presente entre nosotros, pero que no es muy visible. La dificultad para su visibilización recae en que esa problemática reside en la mente y sus efectos frecuentemente no son perceptibles a simple vista: el deterioro de la salud mental de los menores de edad debido al uso de internet.
El crecimiento descontrolado en la digitalización de la sociedad ha traído consigo daños colaterales. Hemos crecido sin atender las bases sobre las que hemos crecido en el entorno digital. La falta de regulación sobre la participación controlada de los menores de edad en la web ha tenido como consecuencia que en la actualidad éstos se hayan convertido en unas de las principales víctimas de los ciberdelitos.
Las limitaciones que buscan establecer las leyes en México para acotar la capacidad de ejercicio de los niños han dado pie a que la mayoría de las empresas proveedoras de plataformas digitales decidan no reconocerles su calidad de menores de edad, lo cual ha tenido como resultado que, a pesar de que los pequeños están presentes en esas plataformas, no existan medios para que aquéllos afirmen esa calidad frente a las mismas, debido a las implicaciones legales que tendría esa circunstancia. Lo anterior deriva en que los menores reciben el mismo trato que un adulto, a pesar de que no cuentan con la madurez y la edad para que eso sea así, y pueden interactuar indiscriminadamente con otros usuarios en la web.
Todo lo anterior puede reducirse a un conflicto de intereses. Por un lado, los intereses de las empresas que no desean que se interpongan barreras para hacer sus negocios; por otro, los interese de los padres de familia que se preocupan por el desarrollo y la seguridad de sus hijos cuando éstos acceden a la web y muchas veces no encuentran la forma de protegerlos.
Lo más probable es que las empresas sigan evadiendo la problemática; que los padres continúen sin saber cómo regular las actividades de sus hijos cuando navegan en internet, y que los menores sigan siendo abusados por terceras personas.
La pregunta aquí sería: ¿hasta dónde queremos que lleguen estos abusos? El derecho al desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes de México en el entorno digital no debería estar sujeto a la desidia y mucho menos a la negociación. Las afectaciones a la salud mental como consecuencia de la interacción en la red es un problema que sólo se agravará si no tomamos medidas para atenderlo a tiempo. Mientras más personas estén conscientes de los riesgos y los intereses que se encuentras detrás de las actividades que realizan los menores en la web, más pronto podremos darle visibilidad a esa problemática que ha pasado inadvertida en los últimos años. No olvidemos que nuestras niñas, nuestros niños y nuestros adolescentes podrían ser víctimas de diversos ciberdelitos.
Contribuyamos a que el entorno digital sea un espacio más seguro para las futuras generaciones de México.