Santiago Torreblanca: Socializar el Derecho

En esta conversación con el diputado federal Santiago Torreblanca, se exploran las opiniones técnicas del operador político en torno a temas coyunturales que afectan la forma en la que se aplican la ley y las instituciones jurídicas.


¿Cómo encontraste tu vocación? ¿Cuál fue el punto clave en tu vida que te orilló a estudiar Derecho y, posteriormente, dedicarte al servicio público?

Santiago Torreblanca – Yo provengo de una familia de abogados; mi papá y mi mamá lo son. Yo desayunaba con la demanda, cenaba con el amparo, y nunca me imaginé dedicarme a otra cosa. Entré a la política en el año 2000, pero sin pensar en dedicarme a la política, sino como un hobby, como una manera de que mis ideas fueran escuchadas, para poder influir, pero nunca para dedicarme profesionalmente a eso, sino como algo paralelo al ejercicio de mi profesión. Poco a poco me fui inmiscuyendo cada vez más en la vida partidista y en la vida pública hasta que acabó ocurriendo lo contrario: el litigio acabó siendo una cuestión paralela a mi vida en la política.

¿Cuáles son los retos más importantes a los que te has enfrentado como diputado federal?

Santiago Torreblanca – Primero, llevar el debate al plano técnico y de lo correcto, y no sólo al discurso. Segundo, tener los mecanismos para impulsar que una iniciativa realmente se dictamine, porque así como antes existía el veto de bolsillo por parte del Ejecutivo, el día de hoy existe el veto de bolsillo del Legislativo; es decir, una iniciativa que resulta incómoda y no se quiere votar en contra simplemente se guarda en un cajón y se espera a que precluya el tiempo para determinarla. Pero atención: en el reglamento de la Cámara de Diputados y en el reglamento del Senado existe un mecanismo que permite que si precluyó el derecho de una comisión para dictaminar una iniciativa, el o la diputada proponente puede pedir a la mesa directiva que se le dé publicidad y que se vote en el pleno sin dictamen.

Ahorita que hay Comisión Permanente, pero no sesiones ordinarias, ¿qué hace un diputado federal?

Santiago Torreblanca – Sí hay reuniones y sesiones de comisiones en este momento. Las comisiones de las que formo parte son muy activas; especialmente dos: Puntos Constitucionales y Seguridad Social. Sesionan cada 15 días. En una reunión de comisión hay que analizar a fondo el proyecto de dictamen y proponer los cambios y las reservas; yo me clavo mucho en eso. 

La dinámica del periodo de sesiones es tan ágil que no te permite llevar tu propia agenda; te arrastra su agenda. Por esa razón, cuando no es periodo de sesiones, las y los diputados que trabajamos bien, estudiamos y preparamos las iniciativas de ley y hacemos trabajo de calle, tenemos contacto ciudadano para traducir el sentir social en iniciativas de ley.

¿Cuáles son los retos más importantes que enfrentan el Poder Legislativo y la política en México?

Santiago Torreblanca – Defender su autonomía y saber que somos un poder independiente. Aun suponiendo que un partido tuviera la mayoría —inclusive, absoluta— no por eso se vuelve un apéndice del Ejecutivo. Somos un parlamento, un conglomerado de voces que representa a la gente; somos una democracia deliberativa, representativa y participativa al mismo tiempo, por lo que si se pierde la autonomía se pierde la razón de ser de un congreso.

¿Qué se necesita hacer dentro y fuera del gremio jurídico para que la sociedad y los actores políticos entiendan la importancia de hacer cumplir la ley?

Santiago Torreblanca – El Derecho no es una ciencia, sino una convención social que funciona en la medida en que creamos en él. ¿Por qué un billete de 20 pesos vale esa cantidad? Porque todo mundo cree en él. Lo mismo pasa con el Derecho: en tanto todos creemos que va a tener una consecuencia, funcionará; en el momento en que se empieza a deshacer esa certeza, se pierde y se resquebraja.

¿Qué hay que hacer para socializarlo más? 

Santiago Torreblanca – Es una obligación, tanto de los operadores jurídicos como de todos y todas, saber comunicar este principio. Funcionamos como sociedad en tanto creamos en el Derecho; si dejamos de creer en el Derecho, dejamos de funcionar como sociedad.

¿Cuál es tu opinión acerca del proceso de elección del candidato presidencial por el frente de Morena? ¿Crees que se está respetando la ley electoral?

Santiago Torreblanca – Vamos por partes. No es un proceso formalmente para elegir candidato o candidata a la presidencia, sino un proceso para elegir un cargo interno, ya para encabezar el frente, ya para encabezar los comités de la Cuarta Transformación. En el momento en que se pida el voto expresa o tácitamente —que haya un equivalente funcional o que exista una exposición cuya finalidad sea posicionar al personaje para obtener el voto—, las acciones se convierten en actos anticipados de campaña o precampaña. Si lo vemos así, abstractamente, a partir de las convocatorias, uno puede pensar que se trata de un proceso interno del partido; pero en el momento en que uno ve que ya empiezan a ofrecer propuestas, a posicionar su imagen, y que puede inferirse de lo que percibe la gente, los medios de comunicación y los contendientes, que la finalidad última es obtener la candidatura de su partido, se convierten en actos anticipados de campaña. Aquí es donde pienso que el Instituto Nacional Electoral erró en sus análisis de las quejas; salvo la consejera Zavala, que me pareció muy atinada, el resto quiso proporcionar una interpretación muy exegética y acabó desvirtuando el espíritu de la ley para garantizar la equidad de la contienda. Vamos a ver qué resuelve el tribunal. Yo pienso que, legislativamente, sí deberíamos ampliar los tiempos de precampaña.

Eres de los pocos operadores jurídicos especialistas en Derecho electoral. ¿Cuál es la importancia de esta rama del Derecho jurídica y socialmente?

Santiago Torreblanca – Pues, mira: la elección de diputadas, senadores, gobernadores, alcaldes y titular del Ejecutivo es una parte importantísima de la democracia porque a partir de esa legitimidad se desenvuelve el resto del entramado democrático. No es la única parte de la democracia, pues evidentemente de nada sirve tener una democracia electoral sin tener una democracia sustantiva, si no hay mecanismos para garantizar derechos fundamentales, si no hay contrapesos. Pero sí es una parte fundamental, porque todo lo demás se desprende de que haya ciertos cargos que gocen de la legitimidad de haber sido electos por la ciudadanía. Si no hay certeza y equidad, no hay autenticidad; si no hay elecciones auténticas, todo el resto del entramado democrático se cae.

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Tú has ocupado cargos importantes en la estructura del Partido de Acción Nacional ¿Por qué crees que es tan importante el trabajo jurídico en el seno de un partido político? ¿Cuáles han sido tus desafíos en esos cargos?

Santiago Torreblanca – Es importante en dos sentidos. Por una parte, es preventivo en cuanto a la asesoría que se brinda al partido para que no incumpla la ley internamente, porque no podemos ser farol de la calle y oscuridad de la casa; es decir, si afuera exigimos que se cumpla la ley, dentro hay que empezar por cumplirla. Por otra parte, es defensivo, en la medida en que se realiza litigio estratégico, se presentas quejas en materia electoral (tanto a nivel local como federal) y se atienden, fundadas o infundadas, demandas laborales, demandas civiles, etcétera.

¿Qué opinas del proceso de selección de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación?

Santiago Torreblanca – Te voy a decir qué vicio tiene la elección de ministros: el Ejecutivo envía una terna, aunque por lo general en esa terna de esa terna ya viene un favorito. ¿A qué orilla esto? A que si un solo partido político no tiene la mayoría, la segunda fuerza tiende a apoyar a esa persona favorita, porque según su cálculo es lo más probable que llegue, y entonces el cálculo de la segunda y la tercera fuerzas va a ser: si de todas formas va a llegar, con o sin mi apoyo, prefiero darle mi apoyo, a correr el riesgo de ganar la animadversión de ese futuro ministro o ministra, con lo cual se distorsiona la libertad con la que votan los senadores. ¿Qué método sugeriría para enfrentar este dilema? 

Actualmente, si una persona de la terna no tiene la mayoría, se presenta una nueva terna. Pero no existe una regla para que esa terna tenga que ser completamente diferente; por lo tanto, puede repetirse uno o más de los nombres que la integran, lo que permite que el Ejecutivo vuelva a proponer a su favorito y que se repita este proceso. Finalmente, si no es electo por ese mecanismo, el Ejecutivo puede nombrarlo directamente. Entonces es obvio que todo el entramado está hecho para que quede el favorito del Ejecutivo y que el proceso tenga apariencia de legitimidad. ¿Qué método sugeriría para enfrentar este dilema? Primero, cuando se nombre una nueva terna, establecer que no se repita ningún nombre; esto es, que se trate una terna completamente nueva, y segundo, eliminar la regla de que, si nadie tiene mayoría en esta segunda vuelta, el Ejecutivo pueda designar libremente a su favorito. Con estos pequeños detalles cambiaría la dinámica de la elección y el Ejecutivo no se atrevería a enviar una propuesta que, sabe de antemano, no va a obtener la aprobación unánime del Senado. De este modo se obligaría a las fuerzas políticas a negociar y a ponerse de acuerdo. Con estos dos pequeños cambios mejoraría sustancialmente la elección de ministros y ministras.

A final de cuentas este proceso de selección es eminentemente político y está sujeto al favoritismo de las personas que lo manejan. En estas condiciones ¿puede tener cabida la independencia judicial en nuestro país?

Santiago Torreblanca – Desde luego ése es un gran problema de nuestro sistema judicial. Aunque ocurre lo mismo al elegir a los integrantes de otras instancias de decisión, como los titulares de los organismos autónomos o los encargados de los órganos coordinados, entre otros. ¿Cómo desvincular a quien eligió a un sujeto de la autonomía de un organismo determinado? ¿Cómo lograr la verdadera autonomía? No existe el funcionario químicamente puro, porque todos los burócratas, diputados, ministros, jueces, integrantes de organismos autónomos, etcétera, son personas con una formación, una historia, con valores específicos, y no pueden desvincularse de lo que son.

El juez que se asume como el más químicamente puro, lo hace por su bagaje y por lo que estudió. Todos estamos atados a ser la persona conformada por su historia y sus nexos particulares con los otros. El reto es crear los mecanismos para evitar que haya influencias nocivas sobre ese funcionario electo; por ejemplo, largos periodos de tiempo en un cargo, porque en el Poder Judicial los magistrados permanecen en funciones hasta el retiro, si son ratificados, y ese tiempo ayuda a que queden desvinculados de quienes los eligieron, lo mismo que los ministros y las ministras, quienes duran 15 años en sus cargos.

En cargos como los de magistrados de salas regionales del Tribunal Electoral y los magistrados de tribunales electorales locales, todavía falta generar mecanismos para que, por un lado, gocen de legitimidad, y, por otro, tengan mayor independencia.

¿Qué consejo le darías a los jóvenes que estudian Derecho y que están interesados en participar en la política?

Santiago Torreblanca – Primero tienen que decidir cómo quieren participar en la política: profesionalmente, de tiempo completo o como un proyecto complementario de su carrera jurídica. Uno puede participar en la política como abogado postulante, como notario o de la forma que sea; ejercer la profesión en un campo profesional distinto no es impedimento para participar en la política; por el contrario, uno está obligado a hacerlo. La decisión de participar en la política, sea a través de la administración pública, o en los ámbitos legislativo o partidista, etcétera, requiere una formación profesional sólida en materia jurídica.

¿Cuáles son tus libros y/o películas favoritas?

Santiago Torreblanca – Me encanta Sangre fría, de Truman Capote, por ser una combinación de crónica literaria con novela. También me gusta un cuento de Jorge Luis Borges titulado “La casa de Asterión”; no recuerdo si está en El Aleph o en el Libro de arena. Trata sobre el mito de Perseo y el minotauro, una suerte de Visión de los vencidos, en el que resulta que el minotauro no es tan malo. De películas, me gusta una española que se titula Los amantes del círculo polar que me hace llorar; no sé por qué. También me gusta El padrino y Los Simpson.

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