Las cárceles mexicanas han sido ampliamente criticadas y su finalidad no deja de cuestionarse. La sociedad civil ha jugado un papel de suma trascendencia en su mejoramiento. Tras la publicación de su libro Maldita entre todas las mujeres, Saskia nos comparte su experiencia y sus visiones del sistema penitenciario, la justicia penal y la importancia del asombro.
Saskia Niño de Rivera es psicóloga y especialista en secuestro y psicología forense. Es fundadora de Reinserta un Mexicano, A. C., donde trabaja con autoridades, personas privadas de la libertad, víctimas del delito y comunidades para mejorar el sistema penitenciario y lograr la reinserción social. Ha sido elegida en dos ocasiones como una de las 100 mujeres más poderosas del país por la revista Forbes. Es autora de Maldita entre todas las mujeres (Planeta, 2022).
¿Por qué trabajar en las cárceles?
Saskia Niño de Rivera – Cuando se habla de un sistema penitenciario funcional se hace referencia a que se garantiza la reinserción social y se previene la reincidencia delictiva; ése es el motivo por el que se priva de la libertad a las personas. Si se redujera la cuestión al castigo, se generaría una visión de que la justicia es sinónimo de venganza. ¿De qué sirve la cárcel si en México hay de 60 a 70 por ciento de reincidencia delictiva? El Estado no está cumpliendo con su obligación de garantizar la seguridad para quienes vivimos en sociedad como lo marca el contrato social.
Por eso es importante trabajar con el sistema penitenciario también desde un ámbito humano; al final, el 99 por ciento de las personas que están en prisión están ahí por factores psicosociales; es decir, no son personas nacidas con afecciones mentales, como la ausencia de capacidad empática, sino que tienen una reacción a una sociedad que margina, que genera pobreza extrema, que genera violencia extrema, que genera adicciones; una sociedad donde estos factores de riesgo terminan siendo las razones principales por las cuales una persona termina teniendo acciones antisociales.
A la luz de esto, ¿cuál es el principal problema de las cárceles en México?
Saskia Niño de Rivera – La ingobernabilidad. No podemos hablar de derechos humanos ni de reinserción social si no hay gobernabilidad en los penales. Esto quiere decir que las autoridades tengan control absoluto del sistema penitenciario. Hoy la delincuencia en el país existe ante la ausencia de las autoridades y de lagunas jurídicas. Las cárceles están siendo olvidadas porque la seguridad está politizada. A la gente no le gusta que los políticos hablen de la importancia de la reinserción social, por eso rehuyen ese tema; las cárceles se han vuelto como ese hoyo negro de la sociedad que nadie voltea a ver. En este contexto, las cárceles son la última preocupación; la reinserción social y los derechos humanos no se pueden garantizar en esas condiciones.
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¿Cuál ha sido tu experiencia en las cárceles que no están en la Ciudad de México? Pareciera que el penal de Santa Martha Acatitla es de los más progresistas del país.
Saskia Niño de Rivera – No necesariamente. Lo que pasa en el penal de Santa Martha Acatitla, aparte de que es el penal de mujeres más poblado de todo el país, es que tiene mucha atención de los medios de comunicación. Los penales que están en otras entidades federativas no necesariamente están en malas condiciones. Yo te diría que los mejores penales del país están en Nuevo León y no en la Ciudad de México.
En los estados donde hay mayor índice de pobreza, las condiciones penitenciarias son peores. Y esto no tiene que ver con que el penal esté en malas condiciones. Tiene que ver con la percepción sobre violaciones a derechos humanos y marginación. En los países donde hay más marginación se percibe la injusticia. El otro día leí una frase que me encantó: “La injusticia es como una serpiente que se ve reflejada en aquellos que no tienen para zapatos”.
Un tema impactante es el de los mal llamados penales mixtos, para hombres y mujeres, supuestamente; la realidad es que son cárceles hechas para hombres en las que reservan un pequeño espacio para las mujeres, donde a éstas se les restringen los derechos del artículo 18 constitucional, porque resulta que el área educativa, el área médica, el área de trabajo, el área deportiva, todas están en la sección de hombres. La mujer privada de la libertad en penales mixtos es revictimizada.
Pero, reitero, no es un tema de provincia o de la capital. Es algo que tiene que ver con el tipo de delitos, el nivel socioeconómico de las personas que están privadas de la libertad, la marginación social que vivieron, el género y el impacto mediático. Hace poco una mujer tuvo que parir en una de las celdas de un penal mixto y ni siquiera contó con atención médica, y nadie se enteró de eso. Pero si eso sucediera Santa Martha, el mundo se caería.
El ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, escribió el prólogo de Maldita entre todas las mujeres. ¿No es mucha responsabilidad para ti?
Saskia Niño de Rivera – Me siento muy honrada porque el presidente de la Corte haya hecho el prólogo para mi libro. Es mucha responsabilidad en el sentido de que refuerso las razones por las cuales lo hice. Lo revisé minuciosamente. Estoy convencida de la importancia de dar voz a las personas de esta manera y de dar a conocer los casos como son, porque creo que en México hemos deshumanizado el delito, como un mecanismo de defensa; ya somos el país de las cifras y a veces se nos olvida que las cifras son vidas lastimadas. En México hemos perdido la capacidad de asombro ante tanta violencia.
Se ha criticado la divulgación que hiciste de los testimonios de los familiares de las víctimas. Tu ejercicio con este libro se ha descrito como una forma de revictimización. ¿Qué opinión tienes sobre esas críticas?
Saskia Niño de Rivera – Los capítulos de las víctimas indirectas fueron redactados por ellas mismas. Es un libro que se construyó a su lado y que funge como un apoyo para divulgar sus casos. Sobre esto no quiero quitarles su derecho al dolor. Si mentar madres del libro les ha ayudado a posicionar sus casos, el objetivo se está logrando. En cuanto a los testimonios de los agresores, entiendo la complejidad de darles voz, pero creo que hay mucho que aprender cuando los escuchamos. Estoy convencida de que darles voz a las personas que están privadas de la libertad nos ayudará a mejorar nuestro sistema de justicia penal y a optimizar los programas y su impacto en materia de prevención del delito. Debemos atender las historias detrás de los acontecimientos.
Este libro va más allá de las terribles historias de asesinatos; son relatos que develan problemas estructurales, como el machismo cultural, y que tienen que ser abordados para entender dónde estuvo la responsabilidad social en el quehacer de las personas que se dedican a esto; no se trata nada más de psicópatas que matan a mujeres en México: los feminicidas no son psicópatas sino el niño a quien le enseñaron a no llorar, a no sentir, porque eso no es de hombres; el niño al que golpeaban cada que vez lloraba o buscaba jugar con su hermana con una muñeca o manifestaba rasgos más femeninos que otros. En este sentido, resulta muy importante hablar y trabajar con los agresores.
Yo empecé mi carrera en Reinserta, en el entendido de que tenemos mucho que saber sobre las cárceles y quienes las habitan para mejorar el sistema. Y por eso me parece importante contar las historias, y hacerlo, además, tal cual sucedieron. No es lo mismo decir que 11 mujeres son asesinadas diariamente, que contar cómo murió cada una; no es lo mismo morir por una bala, que apuñalada, violada y mutilada. Se trata de escenarios distintos de violencia. Las cifras esconden eso.
Uno de tus objetivos, entonces, fue visibilizar el problema para que la sociedad tome conciencia…
Saskia Niño de Rivera – Los objetivos de Maldita entre todas las mujeres son, en primer lugar, darle voz a las víctimas sobre sus procesos jurídicos; es muy doloroso escuchar cómo son revictimizadas constantemente por nuestro sistema de justicia penal. En México, una víctima tiene que investigar su propio caso y tener mucho dinero, o atención mediática, para que éste proceda. En segundo lugar, dejar documentado en la historia qué fue lo que pasó, porque sólo así vamos a prevenir que se repita. En tercer lugar, que genere impacto y que sirva como instrumento para que los operadores del sistema de justicia penal se aproximen y conozcan la complejidad de lo que sucede detrás de sus decisiones.
Hay un tema interesante acerca de cómo se divide a la población penitenciaria. Una de las estrategias es atendiendo al sexo biológico de las personas: hombres y mujeres. Pero hay quienes no se identifican ni con una ni con otro género. ¿Cómo se abordan esos casos?
Saskia Niño de Rivera – El tema LGBT+ es un asunto que tiene pendiente el sistema penitenciario. Se ha vuelto muy complejo. Hablamos hace un rato de que 60 por ciento de las mujeres que están recluidas en penales mixtos, en penales de hombres, no tienen espacios exclusivos. Ni siquiera el problema de las mujeres ha sido atendido de manera correcta. El tema trans es más complejo porque, teniendo las opciones para hombres o mujeres, el juez debe atender lo que dice el acta de nacimiento sobre el sexo de la persona para determinar en qué carcel va a privarle de la libertad. Sin embargo, no en todas las entidades federativas se permiten las correcciones a las actas por motivos sexo-genéricos, lo cual impide que una mujer trans esté en una cárcel para mujeres, y viceversa. Aunado a esto, hay mujeres trans que prefieren las cárceles varoniles porque, por una lado, ahí opera el negocio de la prostitución, y por otro, en las cárceles para mujeres no las quieren porque tienen pene y opinan que eso las pone en riesgo.
El tema de género en las prisiones es muy complejo y hay que ponerlo en la mesa de discusión. A veces en México todo está tan politizado que se dificulta decir las cosas por su nombre. Esa es una realidad. Si uno va a la cárcel de hombres y habla con la comunidad trans y se le pregunta por qué no pide su cambio al penal de mujeres, responde que no; lo mismo al revés. En este país las políticas públicas se hacen desde una trinchera del desconocimiento; no necesariamente aplican como se crean. Es increíble pero en México hay senadores y diputados que no se asesoran para legislar, y menos en materia de género y de justicia penal.
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Hay mucha demagogia. Quienes legislan son políticos haciendo política, no juristas haciendo Derecho.
Saskia Niño de Rivera – En la actualidad ése es uno de los graves problemas que existen en el país: el punitivismo ligado a la carrera política de las personas. El Partido Verde es el mejor ejemplo; se trata del partido más corrupto. Jorge Emilio es el hombre con peor reputación de México. Ese güey ha podido matar en su edificio en Cancún, y ahí sigue, como si nada. También se ha publicado una gran cantidad de notas del Partido Verde en materia de corrupción. Es el partido que vota según le vaya conviniendo en el curul: saca una campaña de castración química para violadores, muerte para secuestradores, y con eso sube tres o cuatro puntos su nivel de credibilidad gracias al fanatismo de los votantes.
Concretamente, ¿cuáles son las lagunas que tú identificas y que crees que deben ser llenadas?
Saskia Niño de Rivera – Uno, México necesita urgentemente una reforma penitenciaria. Dos, los mexicanos necesitamos que alguien le haga frente al sistema de justicia penal para resolver el nepotismo, la impunidad y la corrupción. Tres, es postergable redefinir la cárcel a partir de los cinco ejes de reinserción. Personalmente, me da mucha risa que a la mujer que mató a su esposo después de haber vivido con él 15 años de violencia física, se le quiera imponer deporte como una actividad para reinsertarse en lugar de salud mental. El enfoque debe ser hacia la educación y a la salud mental.
¿Cómo ha sido tu experiencia laboral como mujer en un sistema misógino?
Saskia Niño de Rivera – La verdad yo no he sufrido el machismo de la justicia penal. Y esto no quiere decir que no exista. Te voy a decir por qué. No lo he sufrido porque he decido no darle el peso correspondiente; no soy la feminista que se ofende tan fácilmente, sino que decido confrontar. Me parece, también, que trabajar desde la sociedad civil ha evitado que se metan conmigo, definitivamente. Me he cuidado, no le doy importancia y confronto cuando creo que hay una injusticia. En ese sentido, no podría decir que ser mujer haya jugado en mi contra.