Desde 2022, el futbol argentino enfrenta desafíos pese a ganar la Copa del Mundo. La AFA revela problemas organizativos y debates sobre la privatización de clubes mediante sociedades anónimas, impulsada por el gobierno de Javier Milei. Aunque algunos ven potencial en la inversión privada, otros destacan la necesidad de mantener derechos de los socios y abordar la crisis institucional del deporte.
El periplo desde 2022 hasta la actualidad no ha sido el esperado por el gen futbolero del denominador común argentino. Es que elevar la Copa del Mundo curiosamente no es sinónimo de que la casa se encuentre en orden. La Asociación del Futbol Argentino (AFA) muestra falencias cada semana en la organización del campeonato de primera división, y a ello la opinión popular le suma un aliciente: las sociedades anónimas deportivas. El presente informe incluye voces visibles y otras anónimas, tal vez como las de las sociedades. Algunos actores de estos pronunciamientos entienden que el ambiente no es el óptimo para adjudicarse un señalamiento público tanto a favor como en contra del ingreso de los capitales privados.
Lejos quedaron los entrañables campeonatos nacionales y metropolitanos de las décadas de 1970 y 1980, al igual que los tradicionales torneos Apertura y Clausura que animaron el decenio de 1990 y parte del inicio del nuevo milenio. Actualmente, la máxima categoría del futbol argentino está integrada por 28 equipos, la cantidad de descensos informada varía conforme transcurre la competencia, los cambios de días y horarios son moneda corriente, el arbitraje nivela hacia abajo y a eso hay que sumar las efímeras apariciones de talentos que emigran al exterior en cuestiones de meses.
El Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU)
Enarbolando la bandera de la inversión mediante capitales financieros externos, el presidente Javier Milei anunció un decreto que define la posibilidad de convertir los clubes deportivos en sociedades anónimas. Lo hizo en diciembre de 2023 pensando principalmente en potenciar la actividad económica de los deportes, sobre todo del futbol, y sus estructuras edilicias.
Sin embargo, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, no demoró en expresar su descontento y su negativa a la idea privatizadora. Postura que fue (y es) apoyada por casi todas las organizaciones afiliadas al ente madre del futbol argentino.
Por su parte, la justicia suspendió la iniciativa en enero de este año a través del fallo que anuló el efecto de los artículos 335 y 345 del DNU 70/2023, los mismos que permitirían transformar a las asociaciones civiles sin fines de lucro en sociedades anónimas deportivas. Pero la cosa no termina allí, porque el 13 de agosto ese fallo fue ratificado y, al día siguiente, el gobierno argentino publicó en su Boletín Oficial la reglamentación para la constitución de las sociedades anónimas deportivas estableciendo el plazo de un año para que la AFA, las asociaciones, las federaciones y las confederaciones deportivas modifiquen sus estatutos y adapten sus normas a esta medida.
La polémica
En la inquebrantable tierra futbolera donde se gestaron, por ejemplo, la seriedad de Di Stefano, los aires revolucionarios de Maradona o la caballerosidad de Messi, todo es posible. Por eso, de manera indefectible, el debate se abrió cosechando adeptos y opositores al modelo deportivo propuesto como algo novedoso para Argentina. Porque es sabido que Italia, España, Inglaterra y Alemania, por ejemplo, generan aportes significativos al porcentaje del producto interno bruto, promueven miles de empleos y atraen a cientos de miles de turistas mediante la misma industria del futbol. En Latinoamérica, México tracciona el sistema con grupos de empresarios que realizan aportes financieros, desde hace algunos años; mientras que Brasil y Chile, por ejemplo, legalizaron el modelo de sociedades anónimas deportivas y reciben un importante ingreso económico por parte de los derechos de televisación de los partidos oficiales.
Daniel Quinteros, asociado y afiliado de uno de los clubes deportivos de Argentina, se interesa en la vida política y en el crecimiento institucional de las organizaciones y, desde su posición, presenta propuestas de manera permanente que intentan generar coherencia entre el origen y la actualidad de las estructuras vigentes. Por eso, explica la diferencia entre “promover la inversión privada y transformar el aspecto jurídico, ya que los estatutos de los clubes establecen ‘asociaciones civiles sin fines de lucro’ de manera conceptual. En Argentina, los obreros o empleados de ciertas empresas se reunían para gozar de un espacio recreativo, que luego fue replicado a nivel comunitario. Por ello, nuestros clubes están tan arraigados a la sociedad”.
En la vereda de enfrente, la mirada cambia de sentido: “Discutir sobre las sociedades anónimas deportivas tapa el debate verdadero sobre la gestión deportiva, cualquiera [que] sea la forma jurídica. Por caso, las instituciones de México tienen una responsabilidad social infinitamente mayor que las de Argentina. Aquí se advierten un debilitamiento económico e institucional generalizado, clubes con pasivos millonarios, [y] aún existen pensiones debajo de las tribunas con jóvenes jugadores durmiendo sobre colchones en el piso…”, asegura enfáticamente el integrante de la dirigencia de una de las organizaciones que pertenecen a AFA.
El manifiesto de Milei
Como es sabido, el p de Argentina residente lanzó un guiño al ingreso de los capitales privados, intentando prohibirle a la justicia “impedir, dificultar, privar o menoscabar cualquier derecho de una organización deportiva, incluyendo su derecho de afiliación a una confederación, federación, asociación, liga o unión, con fundamento en su forma jurídica, originaria o derivada, si aquella está admitida por la Ley 20.655 y sus modificaciones y complementarias”.
De la misma manera, Milei busca evitar sanciones hacia los clubes que “modifiquen o hubieran modificado su estructura jurídica adoptando algunas de las figuras contenidas en el artículo 19 bis de la Ley 20.655 y sus modificaciones tendrán derecho a mantener su participación en toda competición en la que intervinieran bajo su estructura jurídica anterior y en las mismas condiciones que se encontraban con anterioridad a la modificación producida”. Todo expresado a través de la reglamentación publicada en el Boletín Oficial.
Ventajas y desventajas
¿Los clubes son autosustentables? La retórica surge casualmente desde adentro de los clubes, donde se declara: “Si me apuras te diría que el futbol argentino está privatizado hace rato. Porque no hay ninguna posibilidad de que se sustenten sólo con el aporte de los socios; a excepción de River y Boca, que las empresas los buscan para publicitar y sus jugadores cotizan diferente por pertenecer a una institución grande, por ejemplo. El resto de los clubes consigue un techo con facilidad y la masa societaria representa una quinta parte de los ingresos. Entonces, sin la venta de jugadores no puedo subsistir, pagar los sueldos…”
Al respecto, Daniel Quinteros dice: “Estoy de acuerdo con la inversión privada a los fines de competir profesionalmente, pero los socios nunca pueden desconocer sus derechos y obligaciones. Además, el proyecto de ley de las sociedades anónimas deportivas distingue entre el socio fundador, es decir la asociación civil que dio origen al proyecto, y el socio inversor. ¿Pero cómo se evaluaría el capital de cada club? ¿Qué ocurriría con los valores intangibles?”
Otra voz, representativa de otra institución, concluye que el “objetivo es lograr un consenso necesario, mediante el futbol como una práctica de identidad colectiva que nos permita crecer con inteligencia. Porque de esta manera nadie serio estaría dispuesto a invertir en una industria con semejante nivel de desorden y oscuridad, en la cual todos obtienen un rédito económico: los jugadores, los representantes, los sponsors, los empleados, los medios… menos los clubes”.
El camino continuará en este vaivén de dimes y diretes que todavía no tiene luz verde ni roja, sino más bien un amarillo intermitente de advertencias y preocupaciones por la actualidad del futbol argentino, del cual cada fecha tiene una certeza real: la pasión sostenida de los hinchas por el equipo de sus amores.
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