La conflagración es un estado latente en la evolución humana. Las civilizaciones se han visto marcadas por diversos conflictos armados, lo que ha llevado a la creación de un Derecho para regular las relaciones entre los Estados, con el objetivo de que diriman pacíficamente sus controversias. Al respecto, Paulina Palencia aborda el papel de la ayuda humanitaria, cuestionando si los Estados honran el DIH, si la situación humanitaria progresa y cuál es la eficacia del DIH ante la tragedia para quienes no son parte del conflicto.»
La primera batalla de la que se tiene conocimiento data de hace 4,500 años en Sumeria, Mesopotamia. Conforme la humanidad evoluciona también lo hace su capacidad de destrucción masiva; prueba de ello son las dos guerras mundiales del siglo XX y los conflictos regionales durante la Guerra Fría. Desde entonces, la inestabilidad social es impulsada por la voracidad de quienes tienen superioridad moral para decidir sobre el futuro de otros con el fin de subordinar al enemigo.
A pesar de lo anterior, algunos combatientes se percataron de la necesidad de humanizar el conflicto en pro de las almas inocentes. En virtud de esto, desde la época medieval la evolución de la diplomacia, que está sujeta a normas y responsabilidades, honró el pacto de caballeros. En la actualidad, a ese pacto se le conoce como Derecho internacional humanitario (DIH), y con este pretenden mitigarse los efectos del conflicto. Al respecto, para aproximarnos críticamente al tema, conviene preguntarnos: ¿los Estados realmente respetan el DIH? ¿La situación humanitaria tiende a mejorar? ¿Cuál es la función del DIH si en la mayoría de los casos la amargura amaga el futuro de quienes no forman parte del enfrentamiento o de las hostilidades?
Derecho consuetudinario
Las atrocidades cometidas durante el nazismo entre 1939-1945, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, marcaron un precedente en el Derecho de la guerra. Múltiples ordenamientos jurídicos han emanado de la barbarie, como las Convenciones de Ginebra de 1949, las cuales son un compendio de cuatro convenios internacionales:
• I Convenio de Ginebra, para el mejoramiento de la suerte de los militares heridos en los ejércitos en campaña (1864), revisado en 1906, 1929 y 1949.
• II Convenio de Ginebra (1949) para el alivio de la suerte de los heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar.
• III Convenio de Ginebra, que extiende sus prerrogativas a los prisioneros de guerra.
• IV Convenio de Ginebra, relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra.
Por su parte, la Convención de La Haya de 1954 se abocó a la protección de los bienes culturales en caso de una confrontación bélica. Los bombardeos a Hiroshima y a Nagasaki en Japón, el 6 y el 9 de agosto de 1945, respectivamente, evidenciaron la capacidad de autodestrucción del ser humano; por eso, la Convención de 1972 incluyó la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas y tóxicas, así como la exigencia de su destrucción. Es menester mencionar que posteriormente surgieron otras convenciones, como las de 1980 y 1997, para restringir su empleabilidad, su almacenamiento, su producción y su transferencia.
Las convenciones citadas antes fueron actualizadas en los protocolos adicionales de 1977, en los cuales se contemplan las normas relativas a la protección de las víctimas de guerra y se incorporan ciertos principios humanitarios para proteger a la población inmersa en conflictos armados no internacionales.
Por otro lado, el protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2000, insta a los actores y a los Estados miembros a no reclutar a menores de 18 años de edad para enviarlos a combate. Asimismo, el Comité Internacional de la Cruz Roja exhorta a las partes en conflicto a respetar al personal y el material médico, los hospitales y las ambulancias.
Ataques
Desde 2009 se celebra el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria para conmemorar el ataque perpetrado a una oficina de las Naciones Unidas en Iraq el 19 de agosto de 2003. Los ataques a centros de ayuda humanitaria no son aislados y se han incrementado simultáneamente a la discordancia entre sociedades y naciones. La maldad y el sometimiento propician que la instauración de la paz y la resolución de conflictos sea tardía y compleja, con el consecuente saldo de miles de vidas truncadas.
Organismos internacionales
Los conflictos armados de escala internacional dieron pie a la creación de diversos organismos internacionales de ayuda humanitaria: el Comité Internacional de la Cruz Roja, Médicos sin Fronteras y el International Disasters Institute, por ejemplo. La Organización de las Naciones Unidas cuenta con diversas agencias que brindan ayuda humanitaria: el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Agencia de la ONU para los Refugiados, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización Mundial de la Salud, entre otros.
Derecho de la guerra
En nuestros días, la crisis humanitaria es peor que la vivida durante la Segunda Guerra Mundial, porque el éxodo no se concentra sólo en una región, sino que ahora es global. Si no, véase la invasión de la Federación Rusa a Ucrania; la creciente inestabilidad de la relación entre Kosovo y Serbia; el narcogobierno que impera en México desde hace décadas; el desdén de la comunidad internacional respecto de Siria tras la guerra civil y los terremotos del 6 de febrero que devastaron al país; la crisis en el Cuerno de África; la rebelión en Sudán y en Myanmar; la trasmigración centroamericana hacia Estados Unidos impulsada por la desigualdad, la injusticia y la inestabilidad social; el arribo de migrantes africanos y sirios a Europa; la crisis humanitaria en Haití, en Venezuela y en diversos países de África como Mali, Burkina Faso, República Democrática del Congo, Nigeria y Chad. Sin embargo, la peor crisis humanitaria se centra en Yemen, donde 21.6 millones de personas requieren ayuda para subsistir.
Comentarios finales
El vacío institucional a nivel internacional ha ocasionado el deterioro ético y moral, pues, no obstante que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas han manifestado su compromiso de proteger a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, así como de emitir resoluciones en pro de la paz y la seguridad internacionales, salvaguardando la Carta de las Naciones Unidas para evitar que se repitan los errores del pasado, se han dedicado a quebrantar cada artículo de ese documento, lo que ha implicado más de 80 millones de pérdidas humanas, sólo durante las dos guerras mundiales. A lo anterior hay que sumar los crímenes de lesa humanidad y genocidio perpetrados en el periodo de la Guerra Fría y en las primeras décadas del siglo XXI para comprender la magnitud de la desgracia que persigue al hombre.
La justicia selectiva recae en los intereses de un grupo de países que decide dónde y cuándo ayudar, o, en su caso, a qué naciones puede invadir… y guardar silencio. Los nuevos actores de las relaciones internacionales impulsan la alteración del statu quo y no hay manos suficientes para ayudar a toda la población que lo requerirá los próximos años. ¿Quién se podrá salvar y quién se quedará a la deriva? Éste es el inicio de múltiples éxodos que nos aguardan.
Mientras tanto, la resiliencia es lo único que nos mantiene en pie.
Fuentes de consulta
Carta de las Naciones Unidas. Disponible en https://www.icrc.org/es/document/los-convenios-de-ginebra-de-1949-y-sus-protocolos-adicionales.
Comité Internacional de la Cruz Roja (2001). Disponible en https://www.icrc.org/es/doc/resources/documents/misc/5tdqeh.htm
Comité Internacional de la Cruz Roja (2004a). Disponible en https://www.icrc.org/es/doc/assets/files/other/dih.es.pdf.
Comité Internacional de la Cruz Roja (2004b). Disponible en https://www.icrc.org/es/document/los-convenios-de-ginebra-de-1949-y-sus-protocolos-adicionales.
Emergency Watchlist (2023). Disponible en https://www.rescue.org/sites/default/files/2022-12/CS2301_Watchlist%20Project_Report_Final.pdf.