El arte, en cualquiera de sus manifestaciones, ha sido un instrumento para la liberación. El teatro penitenciario, en particular, ha sido una fuerte herramienta para que las personas privadas de la libertad puedan alcanzar su libertad y reinsertarse a la sociedad. Valeria Lemus, Itari Marta e Ismael Corona nos compartieron su experiencia llevando una compañía de teatro a diversas cárceles de la ciudad, empezando por la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México.
El teatro penitenciario
Valeria Lemus. Nuestro proyecto mantiene una conexión con el afuera; no es un teatro que sucede exclusivamente dentro de las cárceles, sino que tiene una vinculación con el mundo exterior.
Itari Marta. El teatro es teatro. Y punto. Tal vez la necesidad que tenemos los seres humanos de ponerle etiquetas a todo tiene que ver con dónde se realiza, nada más. Y entonces si se hace en la penitenciaría se vuelve teatro penitenciario. Las circunstancias invitan a trabajar de cierta forma. El meollo del asunto es que hacemos teatro; sería un error segregar lo que hacemos del teatro en general.
Ismael Corona. El teatro es la vida. Antes de que empezara a practicarlo creía que era para una clase socioeconómica superior. En la penitenciaría me di cuenta de que es para todas las personas. Yo no quería hacer teatro porque implicaba –en mi mente– hacer el ridículo, y ridiculizar a tu persona en el sistema penitenciario no se puede hacer, porque se violan códigos. Luego experimenté lo contrario: el teatro permite hacer el ridículo sin que nadie se pare y diga algo; de igual forma, que uno diga lo que tiene que decirle a las personas. Así, el teatro también es libertad. Al hablar con otras personas inconscientemente se activan cosas positivas. El teatro es la palabra.
Las cárceles en las que opera
Valeria Lemus. Ahorita trabajamos en la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, pero hemos tenido la oportunidad de visitar otros centros de reinserción social, como San Fernando y el Centro Varonil de Reinserción Social que está atrás de Santa Martha. Hacemos giras interreclusorios. Aunque creo que hemos llegado a más personas de las que nosotros mismos imaginamos.
Ismael Corona. Cuando las paredes se convierten en agua, todo sucede a través del teatro. Se ha logrado que los internos participen en la muestra nacional de teatro en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, cuando cumplió 100 años. Es un trabajo que dignifica y abre puertas. Con Esperando a Godot logramos que cinco de nuestros compañeros, actores privados de la libertad, por primera vez en Latinoamérica, presentaran en un teatro profesional como el Foro Shakespeare, una pieza de Samuel Beckett.
Valeria Lemus. También conseguimos que la compañía saliera de México a Argentina e hiciera una gira. Fuimos a Buenos Aires y a Córdoba. Hasta donde sabemos, es la primera compañía de teatro penitenciario que sale a presentar su trabajo en un circuito de esa naturaleza. A nivel nacional, hemos ido a Chihuahua y a Tijuana a presentar nuestro trabajo. Hemos estado en muchos lados; también en muchas cárceles.
Ismael Corona. Al visitar muchas cárceles de México nos hemos dado cuenta de que en la penitenciaría en la que laboramos las cosas han cambiado mucho. La población interna se ha reeducado para ver teatro. Quienes ya obtuvimos nuestra libertad compartimos al teatro como herramienta. Cuando una persona de la compañía de teatro penitenciario obtiene su libertad, tiene la oferta de un trabajo estable si lo quiere, independientemente de sus antecedentes penales.
Podría interesarte: «El impacto del arte como reductor de la criminalidad»
El teatro y la reinserción social
Itari Marta. Si los internos quieren, sí. El teatro puede coadyuvar a la reinserción social. Pero yo diría dos cosas; por un lado, depende de una estructura integral, porque la sociedad civil no lo puede hacer sola. Si el sistema penitenciario no cree en eso, es muy difícil. Hay proyectos que quedan inconclusos por los obstáculos, sobre todo en este sexenio, que implica trabajar un proyecto de esta envergadura. Si la palabra reinserción no se convierte en acciones concretas, se torna demagogia. Tienen que existir estrategias integradas dentro y fuera de la prisión, pues si a los proyectos de las personas dentro de la cárcel que forman parte de proyectos que les permiten cierta sustentabilidad, a la hora de salir no se les da continuidad, es como si no se hubiera hecho nada. Por otro lado, las personas sujetas a los procesos de reinserción deben tener la voluntad de reinsertarse. La palabra clave es voluntad. Porque el sistema penitenciario y la sociedad civil pueden trabajar juntos muchos años para alcanzar el objetivo de la reinserción, pero si los individuos no ejercen su fe, no tiene sentido. Interlocutora 1. No es una acción por sí sola. La reinserción no es un objeto que exista sólo por ser nombrado. Este proyecto funciona porque las personas tienen la voluntad de pertenecer a la compañía. No hay una obligación. No quiero separar el rigor que requiere un trabajo escénico de la voluntad de pertenecer a algo y de la voluntad de hacer que ese algo sea propio. Una manera interesante de ver esto es que la compañía funciona de una forma que permite despertar del código genético, esta cosa que sale de uno, identificar dónde está ese deseo de sumar y entender dónde se puede aportar algo distinto a lo que se hacía antes de entrar a la compañía. A veces nos preguntan si creemos en la reinserción social, como si ésta fuese un ente que se manifiesta de la nada. Y no, así como algo etéreo, no; la reinserción no existe si no se crea; es como un hábito, una práctica o un estilo de vida, porque implica modificar muchas cosas.
Itari Marta. Me gustaría agregar que también este trabajo depende de quienes estamos afuera. Debemos entender que las personas que están dentro de las cárceles son un reflejo de quienes estamos afuera. De no ser así, nunca romperemos esa barrera y nunca lograremos la reinserción. Por eso invitamos a gente de afuera para que entienda un poco lo que ocurre adentro. Es importante generar conciencia social.
Ismael Corona. La reinserción implica estar bien con uno mismo y con los demás. Es como decirle a alguien que lo amo, pero si yo no me amo, entonces lo que yo le digo a ese alguien son palabras huecas. Si quieres conocer un país, conoce sus cárceles. Frente a los casos injustos, me pongo a pensar en las personas: cuando obtengan su libertad, ¿realmente van a querer reinsertarse en la sociedad? Yo saldría muy resentido. Más que querer reinsertarme, traería un resentimiento que quisiera detonar.
El impacto de la ficción en la realidad
Ismael Corona. La ficción puede cambiar todo. ¿Qué es la realidad? Si uno mismo genera un universo en el que haya una serie de hechos comprobables, lo convierte en una realidad paralela. La imaginación es ese puente que lleva a cualquier lugar. “Si tú lo imaginas, lo puedes hacer.” Si uno imagina un dragón, eso es parte de la fantasía. Pero también hay dragones en nuestro entorno cotidiano. Es como el metaverso de Facebook. El teatro es un metaverso, un universo paralelo que se vive al mismo tiempo que la vida en el plano material. Y eso es lo que genera el teatro: otros escenarios posibles.
Valeria Lemus. La ficción tiene el poder de hacernos conscientes de que estamos vivas. Genera empatía, amor, nostalgia, algo más allá de lo cotidiano.
Itari Marta. El arte sirve para recordarnos que somos capaces de generar belleza, que somos capaces de sentir, que somos capaces de emocionarnos y, sobre todo, que somos capaces de acompañarnos y de dialogar. Eso es lo que nos separa de los animales; lo que nos hace humanos y, por ende, menos capaces de arrancarle la cara a una persona, o de sacarle los ojos, o de cortarle los senos a una mujer. Creo que es importantísimo que haya universos de ese tipo y menos realidades como las que vemos todos los días. Realidad y ficción se mezclan. Además la ficción es como un espejo. Hacemos teatro no sólo para nosotras, sino para que la sociedad se vea reflejada, se identifique y promueva un cambio. La ficción sirve para generar conciencia.
Así llegamos a la penitenciaría
Itari Marta. Nos invitaron. Así de fácil. Además, fue una mujer quien detonó ese universo; una mujer a la que después el destino la llevó por caminos muy sinuosos. No me meteré en esa historia. Nos invitaron a hacerle una entrevista a una persona en la penitenciaría femenil y ahí comenzó este proyecto porque nos dimos cuenta de lo que pasa en las cárceles, de la potencia que tienen, no sólo creativamente, sino humana y personalmente. Ya llevamos 13 años por acá.
Nuestros objetivos
Valeria Lemus. Tenemos muchos objetivos; no por ambición, sino porque una cosa ha detonado otras. El primer objetivo consistió en generar empleos para las personas cuyas sentencias habían concluido. Pero la misma voluntad de las personas nos ha permitido pensar en otros objetivos. Queremos ampliar fuentes de trabajo en diferentes profesiones alrededor del teatro; tenemos un taller de construcción de escenografías, por ejemplo, y músicos que hacen composiciones originales. Hay objetivos de crecimiento, artísticos, de expansión de la compañía; para conocer a más personas y para generar más horas de libertad a nuestros compañeros con el propósito de que puedan estar en más espacios afuera.
Remuneración y otros derechos
Itari Marta. Hay que definir qué es una remuneración, pues creo que todo este proyecto nos ha invitado a reevaluar el significado de las palabras. A mí me ha pasado mucho eso: he tenido que cuestionar muchos significados. La remuneración no sólo es económica. Si uno aprende a leer, a escribir, a hacer cosas y adquirir habilidades que antes no se tenían, hay una remuneración. En términos pecuniarios, la compañía sí remunera. ¿Cómo? Cobrándoles a los asistentes un boleto de teatro.
Ismael Corona. Por la comisión de hechos delictivos estábamos acostumbrados a ser asalariados, a tener 50,000 o 60,000 pesos a la semana. Y en el teatro son otras cantidades; por lógica, menores. ¿Cómo sustituir lo uno por lo otro? Con la riqueza personal. Aunque suene muy romántico
Itari Marta. Hay que dignificar al teatro en la sociedad, porque lo que pasa en el seno de las cárceles es un reflejo de lo que ocurre afuera.
Valeria Lemus. Estamos trabajando para cambiar nuestra realidad, además de generar una obra artística. En la penitenciaría ejercemos plenamente nuestros derechos culturales.
El teatro penitenciario es un mecanismo de reinserción social muy importante. Si esto te interesa, te recomendamos que leas sobre el trabajo que realiza Daniela Ancira en La Cana: