El no delimitar hasta dónde llega Europa ha ocasionado que la Federación Rusa sienta comprometida su seguridad nacional, sus intereses y su influencia en la región. Razón por la cual hoy nos enfrentamos a una guerra que se venía orquestando desde 2008 cuando la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) invitó a Ucrania a formar parte de la alianza.
Para beneplácito del entonces primer ministro Vladimir Putin esas negociaciones quedaron en pausa porque en 2010 fue electo presidente de Ucrania Víktor Yanukóvich que, según varios expertos, fue un gobierno títere impuesto por el Kremlin debido a su inclinación hacia Rusia.
Posteriormente en 2013, iniciaron las protestas proeuropeas (ciudadanía ucraniana a favor de la Unión Europea) en contra del gobierno a cargo de Yanukóvich por rechazar la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea para mejorar las relaciones comerciales. Mientras que en las regiones separatistas prorrusas (ciudadanía ucraniana a favor de la Federación Rusa), de Donbás (Donestk y Lugansk), al este de Ucrania y en la península de Crimea, aplaudían la decisión por no verse favorecidos por el acuerdo.
En 2014, con el nuevo gobierno ucraniano a cargo de Petró Poroshenko, se firmó el Acuerdo de Asociación,1 que no fue del agrado del presidente ruso Vladimir Putín porque el expansionismo de la Unión Europa le proyectaba amenaza e inestabilidad a su geopolítica regional en Europa del Este. Lo anterior desencadenó que los movimientos separatistas entre prorrusos y proeuropeos fueran considerables y desestabilizadores. Razón por la cual Rusia aprovechó dichas movilizaciones para adherirse la península de Crimea, logrando romper todo interés en las negocaciones para formar parte de la OTAN. Porque con la anexión de Crimea se transgredió el primer artículo sobre Cuestiones Políticas y Económicas, fracción 2, inciso C, del Plan de Acción para la Adhesión que estipula que el Estado candidato debe tener control de su soberanía, con lo cual se evaporaron las aspiraciones de Ucrania para unirse a la alianza estratética global.
Mientras tanto, la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió la resolución 68/262 durante ese mismo año, en la cual reconoce la integridad territorial de Ucrania. A la par, se consolida la guerra civil en la región de Donbás promovida por grupos separatistas con apoyo ruso. En consecuencia, motivaron al gobierno ruso y al gobierno ucraniano a entablar mesas de negociación para minimizar los efectos de la guerra y promover un cese al fuego, lo que dio como resultado los acuerdos de Minsk I y II, que constaban de 12 y 13 medidas, respectivamente, para dar fin al conflicto. Ambos acuerdos fracasaron porque no se concedió un estatus a las repúblicas populares de Donestk y Lugansk, lo que propició que las tropas rusas no abandonaran la zona. Las partes involucradas mostraron poco compromiso y voluntad política para mantener la paz, por lo cual las hostilidades continuaron hasta nuestros días.
Basta recordar el accidente del vuelo internacional de Malaysia Airlines en julio de 2014, proveniente de Ámsterdam, Países Bajos, con destino a Kuala-Lumpur, Malasia, en el cual murieron 298 pasajeros. El avión fue derribado por un misil ruso en la provincia de Donetsk, zona de conflicto controlada por los rebeldes. Por su parte, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitió la resolución 2166 (2014), mediante la cual deploró el derribo del avión y expresó su grave preocupación por la situación en la región. Desde entonces la comunidad internacional supo de las hostilidades.
En febrero de 2015 el Consejo de Seguridad emitió la resolución 2202, reafirmando“su profunda preocupación por los trágicos acontecimientos y la violencia en las regiones del este de Ucrania”. Por ende, muchos países conderaron e implementaron sansiones económicas a Rusia.
Por lo anterior, se puede admitir que las alarmas no fueron escuchadas. La diplomacia multilateral y el diálogo político fracasaron en la solución pacífica de controversias, lo cual dio como resultado que el pasado 22 de febrero del año en curso el presidente ruso reconociera, de forma unilateral, la independencia de las regiones de Donestk y Lugansk enviando tropas para iniciar una operación militar especial. Dos días después comenzaron los ataques rusos a la infraestructura militar ucraniana en varios puntos del país. Algunos convoyes rusos ingresaron desde Bielorrusia, facilitando la agresión.
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Comunidad internacional
Al estallar la guerra, la comunidad internacional condenó la invasión. Miles de personas solicitaron refugio en países vecinos como Polonia, Hungría y Rumanía. Las redes sociales han sido partícipes en la transmición en vivo de los ataques aéreos y terrestres no sólo a bases militares sino también a ciudades enteras.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas fue convocado de urgencia para tratar la situación de Ucrania, donde la Federación Rusa vetó la resolución en la que se condena su ofensiva sobre Ucrania. Por consiguiente, el pasado 3 de marzo la Asamblea General emitió la resolucion A/ES-11/L.1 mediante la cual condena la invasión y solicita a Moscú revertir el reconocimiento de la independencia de Donetsk y Luhansk, así como respetar la soberanía, la independencia política y la integridad territoral de Ucrania.
Desafortundamante, las resoluciones emitidas por Naciones Unidas no son vinculantes, por lo que el duelo geopolítico podrá perdurar varias semanas o meses hasta que las partes no logren un consenso favorable y un cese al fuego. Por su parte, la Corte Internacional de Justicia convocó a una audiencia por motivo de la presunta vulneración a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio cometido por Rusia durante en la actual invasión.
América Latina
Mientras tanto, la influencia rusa en la región de América Latina ha logrado permear y quebrantar la injerencia en la politíca exterior de Estados Unidos desde hace unos años. Aprovechando la similitud de las ideologías, Rusia ha dotado a América Latina de armamento, como aviones y sistemas antimisiles, a varios países, así como promovido una influencia económica en las inversiones directas. Por último, ha abastecido el sistema de vacunación de toda la región para contrarrestar los efectos del Covid-19 con su vacuna Sputnik V, por lo que ha logrado el apoyo diplomático y cauteloso por parte de los gobiernos en sus declaraciones políticas o en sus sanciones económicas frente a la crisis inminente.
Conclusión
Desde su creación en 1949, la OTAN no había tenido tantos motivos para salvaguardar la seguridad internacional de sus 30 miembros bajo el principio de defensa colectiva. Países que son tradicionalmente neutrales —como Finlandia y Suecia— han mostrado inter-es en la alianza debido a los cambios en el plano de seguridad tras la invasión a Ucrania.
Hemos vivido tiempos en los que el statu quo es frágil y sumamente vulnerable. La historia queda en el pasado y olvidamos que muchos crímenes de guerra se han perpetrado en diversos países del mundo. Hoy más que ayer queda constatado que los derechos humanos son desiguales porque la condena y el enojo de la sociedad internacional se dirigieron hacia un pueblo en específico, olvidando otras situaciones de crisis del ayer de las que aún se viven las consecuencias, como en Afganistán, Palestina, Corea, Vietnam, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Chile, Ruanda, Siria, Libia, Armenia, Yemen, Venezuela, Haití y China, con el genocidio de los musulmanes uigures, por mencionar algunos.
Los desaires diplomáticos nunca son oportunos y menos cuando la desesperación nubla la visión de los promotores del diálogo en pro de la paz. Lo anterior se suscitó en días pasados cuando reprensentantes del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas boicotearon el discurso del embajador ruso como muestra de solidaridad a Ucrania.
Rusia manifestó su descontento con la europeización política en Europa del Este y atacó zonas estratégicas en ciudades importantes de Ucrania, algunas de ellas centrales nucleares, es decir que la Federación rusa ya sentó las bases y los términos para negociar mediante el uso de la fuerza y la intimidación ante la eventualidad de una guerra nuclear.
Las sanciones económicas, digitales y deportivas no han sido suficientes para menoscabar los intereses del presidente Putin en Ucrania, y menos en tiempos en que se limitó el acceso a plataformas de noticias extranjeras en todo el territorio ruso; aunado a la promulgación, por el parlamento ruso, de una ley que impone el encarcelamiento hasta de 15 años a personas que difundan noticias falsas contra las fuerzas armadas del país.
Si las hostilidades no cesan, es recomendable vigilar a Georgia, ya que cuenta con dos regiones de inestabilidad en Osetia del Sur y Abjasia; así como el enclave de Transnistria, territorio autónomo entre Ucrania y Moldavia, donde se ubica el mayor arsenal de armas de la Guerra Fría.
¡El dilema es y será saber dónde acaba Europa!
Bibliografía
- Organización del Tratado del Atlántico Norte (1999), Guía completa de la cumbre de Washington. Disponible en https://www.nato.int/docu/rdr-gde/rdrgde-sp.pdf.
- Resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 2166 (2014). Disponible en https://undocs.org/pdf?symbol=es/S/RES/2166(2014).
- Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas 68/262 (2014). Disponible en https://undocs.org/pdf?symbol=es/A/RES/68/262.
- Resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 2202 (2015) Disponible en https://undocs.org/pdf?symbol=es/S/RES/2202(2015).
- Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas A/ES-11/L.1 (2022). Disponible en https://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/SP_19.pdf.
- El acuerdo entró en vigor hasta 2017.[↩]