La petición que hizo el titular del Ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, al ex presidente del Consejo Federal de la Judicatura, Arturo Zaldívar, para que se investigue al juez que suspendió la Ley de la Industria Eléctrica ha desatado gran polémica. ¿Se vulneró la autonomía del Poder Judicial o se trató de una petición legítima? Elisur Arteaga levantó la voz sobre este asunto.
El Poder Judicial de la Federación ha sido objeto de un ataque infundado e imperdonable de parte del presidente de la República. Por venir de quien viene es grave; por estar referido al Poder Judicial Federal, peligroso. Ameritó el ataque un hecho que es común en la administración de justicia: una suspensión provisional en un amparo enderezado a combatir reformas a la ley en materia eléctrica.
El señor presidente no se midió; tampoco tuvo idea del alcance de su despropósito. Sus declaraciones fueron más allá de ser una de sus tantas “ocurrencias”. Son una soberana torpeza política y un atentado contra el Estado de derecho.
Cuando en 2006 los abogados recurrimos a los tribunales en defensa de usted, nos quejamos de la interferencia que Vicente Fox Quezada, como presidente de la República, estaba haciendo en la actuación del Poder Judicial para que rechazaran la controversia constitucional que formulé en su defensa. ¿Recuerda usted que le informé que Fox, en una cena en los Pinos, había pedido a algunos ministros de la Suprema Corte que rechazaran la demanda de controversia constitucional que yo había formulado en defensa de usted? En su momento le dije que eso era un delito.
Fox era y sigue siendo un ignorante; lo que hizo fue indebido. El atentado de usted va más allá. Con él destruye el Estado de derecho y atenta contra el principio de división de poderes. Como sé algo de derecho, no digo que lo que usted está haciendo sea “traición a la patria”, pero sí le comento que es algo gravísimo.
Cuando usted deje el poder y, junto con sus familiares y amigos sea perseguido, tenga la seguridad de que habrá abogados dispuestos a defenderlos y esperarán que, a pesar de sus ataques, siga habiendo jueces independientes que le concedan no una, sino todas las suspensiones que sean procedentes para defender su vida, familia, libertad, patrimonio e intereses. Si vivo, pues tengo 84 años de edad, tenga la seguridad de que, si me lo pide, estaré nuevamente a su lado para defenderlo.
Señor presidente de la República: no serán traidores a la patria los abogados que, con apoyo en la Constitución y las leyes, salgan en defensa de usted. En un Estado de derecho, recuerde lo que decía Sócrates: “Aun el lobo tiene derecho a un abogado.”
Mi querido Andrés Manuel: soy abogado y de la Escuela Libre de Derecho. No me puedes acusar de ser conservador; desde 1952, antes de que tú nacieras, he estado comprometido en la lucha social para cambiar a México y hacerlo mejor; no esperé ni espero nada a cambio; en ese año lo hice al lado de mi general don Rubén Jaramillo. Con él sufrimos persecución y encierros. Espero morir en esa línea.