Un nuevo problema del Derecho

Mientras los jueces humanos son propensos a fallos sesgados, la IA avanza en la toma de decisiones. ¿Deberíamos confiarle nuestra justicia?

En el Derecho existen viejos problemas resueltos de manera diversa, dependiendo del contexto histórico, los cuales difícilmente encontrarán una solución unánime y definitiva; no obstante, a la fecha siguen surgiendo nuevos problemas en la ciencia jurídica que jamás habían sido planteados, pues no existían las condiciones que ahora los detonan. Aquí es donde surgen debates como el de la aplicación de la inteligencia artificial (IA) al campo del Derecho.

Un primer instinto humano nos impulsa a rechazar inmediatamente la idea de que sea una máquina la que defienda nuestros bienes jurídicos ante un tribunal, o, peor aún, confiar la resolución de nuestro asunto a una IA, ya que —protestan los críticos— una máquina carece de la sensibilidad del ser humano necesaria para valorar lo que es justo en un caso concreto.

Antes de idealizar el juicio humano y condenar la utilización de la IA en el Derecho consideremos que las resoluciones de los jueces humanos suelen hallarse condicionadas por sesgos y factores externos que no deberían influir para el dictado de sus sentencias.

Daniel Kahneman, en su obra Ruido: un fallo en el juicio humano, sostiene que diversos estudios han demostrado que factores ajenos a una determinada controversia penal suelen influir considerablemente en el juicio del juez al decidir sobre la severidad de la pena impuesta al sentenciado. Entre estos factores están los siguientes: si el día del fallo es cumpleaños del imputado, el humor del juez en virtud de si el equipo de futbol local ganó o perdió el fin de semana, sesgos raciales, entre otras circunstancias irrelevantes en la litis. Estas fallas de los jueces son lo que el autor denomina ruido, lo cual denota que el juicio humano no siempre es tan justo como creemos.

Por su parte, la IA trata de imitar el razonamiento humano y para lograrlo se alimenta de datos, los cuales le son proporcionados por los mismos seres humanos. Por ende, hay que ser cuidadosos con la información vertida, pues la IA no está exenta de replicar este ruido si los datos que recoge adolecen de esos vicios. 

Los sistemas expertos jurídicos (SEJ) constituyen una de las principales aplicaciones de la IA al campo del Derecho, mismos que la doctrina especializada define como “sistemas computaciones que pueden plantear posibles soluciones a determinados asuntos jurídicos aplicando el conocimiento experto en la materia, así como explicar sus razonamientos”. Hay varios ejemplos de estos sistemas; probablemente uno de los más mediáticos es el robot Ross, un buscador de jurisprudencia y documentación legal capaz de entender el lenguaje humano y responder cuestionamientos legales con gran precisión. A medida que avanza la IA en el campo jurídico, paulatinamente se desarrollan SEJ que se van alejando de un sistema rudimentario basado en respuestas mecánicas derivadas de la mera aplicación de leyes y poco a poco nos aproximamos a la creación de complejos SEJ capaces de aplicar diversos conocimientos jurídicos que involucran: doctrina, leyes, precedentes, principios, entre otros, que resultan en respuestas o resoluciones para casos concretos tan razonables como las de un juez de carne y hueso.

Podría interesarte: «Inteligencia artificial sesgada: Empresas, derechos humanos y Estado»

Newsletter

Recibe contenidos e información adicional en tu bandeja de entrada.

Marco Antonio de la Peña: Energía, sustentabilidad y futuro

Pocos días antes de la marcha por la soberanía energética organizada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, platicamos con Marco Antonio de la...