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Y yo… con esas ganas de ser abogado

Discurso para una abogacía libre y universitaria, de Iván Adelchi Peña Estrada.


Parafraseando al gran jurista colombiano Mauricio García Villegas en su libro Jueces sin Estado, la judicatura se confunde entre el crimen y el Estado. Y yo con esas ganas de ser juez…

Y así podríamos decir que muchos estudiantes universitarios de las facultades de derecho comenzarán sus vidas, diciendo con esas ganas de ser abogado, cuando los referentes se agoten, cuando los liderazgos claudiquen, cuando solo exista el silencio aplastante. Ahí estarán aquellos que su llama interior no quede rastro.

En ese lugar se construirá la abogacía del mañana, en la Antirrepública, donde la sociedad se separa de la sociedad para quitar el alimento al Leviatán. En una espiral monárquica y jerárquica solo para gobernarse a sí misma. Recontratando a la verdad y al sentido común como sus aliados, para ser otra vez una raza de bronce que lucha contra el espíritu de ignorancia y de repudio contra la multitud.

Porque naturalmente el lugar de la Antirrepública es la Universidad1, sumando personas libres, alegres y de gran temperamento. Entre todos logrando proyectos compartidos, aspirando a la justicia, teniendo como meta la sabiduría.

Hoy la Universidad ha renunciado a ser ese lugar, haciendo de los alumnos clientes, reduciendo su progreso en las aulas a un solo juego interactivo superficial; y a los profesores los convierten en burócratas que administran la empresa. Repitiendo solo lo existente2.

Y ¿Qué hay del espíritu que protesta, el espíritu que habla por la raza? ¿Qué queda de los movimientos sociales realizados por universitarios que le dieron causa y sentido a una nación? La defensa de la autonomía universitaria fue por estudiantes; la lucha por conquistar espacios públicos y la democracia fueron los estudiantes; por la defensa de los derechos de los trabajadores docentes fueron los estudiantes; la pugna por la igualdad fue por estudiantes; pero ninguna fue concesión, todo fue lucha, todo fue protesta, nada fue un regalo.

Y hoy que el alumnado sale y exige ser escuchado, o ser la defensa de las defensas, la defensa de algunos jueces… ¿Para qué ser desconsiderados? ¿Es que acaso esos hijos, padres no tienen?

El gran jurista y orador Raúl Carrancá Rivas decía que la función de la Universidad está en enseñar a los alumnos, y que con el tiempo se podrían convertir en discípulas y discípulos que sigan la doctrina en ciencia o arte aprendida, enriqueciéndola o mejorándola… Pero ¿Qué les enseñaremos si no queda herencia de nuestra tradición?

El binomio de la Universidad no está en sus edificios o en sus monumentos, sino está en el compromiso de ser universitarios y personas, para culminar en ser abogados. Y hacer del aula de clase el campo de batalla contra los dogmatismos o las creencias falsas, que, aunque mayoritarias, no dejan de ser falsas.  Y los docentes somos responsables del humanismo, de rebasar la frontera simple del cambio legal y cooperar en favor de una cultura que acabe con la pobreza y la desigualdad.

Ante la reforma nos queda el papel, dejar testimonio y resistencia por nuestra Antirrepública, por nuestra Universidad, por nuestro Poder Judicial. Lo que sigue es reformar al pueblo y acabar con la corrupción, el nepotismo y la negligencia, asesina de sueños. En ese lugar se construirá la abogacía del mañana, siempre para nuestra gente, porque desde siempre a ella nos debemos.

Aunque caiga el Poder Judicial, estarán las escuelas y las facultades; cuando caigan las escuelas y las facultades, quedaran los alumnos y los profesores; cuando caigan los alumnos y los profesores, nos quedará la memoria y con esas ganas de ser abogados daremos tumba al olvido y la desdicha.

Notas:
  1. Cfr.  Onfray, Michael, “La comunidad filosófica: manifiesto por una Universidad popular”, México, Editorial Gedisa, p. 26.[]
  2. Cfr. Ordine, Nuccio, “La utilidad de la inútil”, España, Ediciones de acantilado, 2021, p. 81.[]
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